Al atardecer, cruza la puerta y entra en silencio a la habitación donde la espera. Después de quitarse la bufanda y el abrigo, se sienta frente a él mientras le dice palabras cariñosas y seductoras. Con determinación, palpa y coloca sus manos encima, hasta lograr la sensación tan placentera de tocarlo. La atmósfera, relajada, se inunda de siluetas y sombras de las llamas en la chimenea. Comienza el ritual. El contacto de sus dedos ágiles y maravillosos lo hace vibrar, le arranca acordes de dulces notas, susurros, explosiones de júbilo en todos los tonos y emociones indescriptibles, al tiempo que ella, en éxtasis, sueña y se transporta. Los movimientos suaves, en contraste con otros firmes y decididos, los estremecen. Al calor del fuego, ambos se funden en uno, disfrutando de ese encuentro de pasión y romance en perfecta armonía. Pasa el tiempo; entrada la noche, excitada aún, lo acaricia, le obsequia un beso, y con una sonrisa maliciosa, camina lentamente hasta la recámara, se desnuda sin pudores y entre risas, brinca –juguetona– en la cama, segura del éxito que tendrá en el concierto que practicó para su debut al día siguiente.
Pseudónimo
01 de December de 2020 / 15:51
Romance en blanco y negro 01 de December de 2020 / 15:51
Pseudónimo
Taller 17 de December de 2020 / 00:26
Carmen Simón
 

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