Al reencarnar, le hubiese gustado que su nombre fuera William, Charles o quizás Edgar, solos o combinados, pero tuvo que conformase con que fuera simplemente Gregorio, nombre muy común en esas tierras, bastante apartadas de los cabos, bahías y paisajes insulares de su natal Norteamérica. Lejos de aquel oscuro H.P Lovecraft que había sido en su anterior existencia, era un niño feliz y despreocupado en el seno de una familia normal de clase media en Praga. Cierto día, cuando le explicaron el enredo de los apellidos arqueó las cejas y frunció el ceño mientras una extraña sensación se apoderaba de él, y un escalofrío casi mortal recorrió su espalda al enterarse que el suyo era Samsa.
Pitecantropus
18 de November de 2020 / 19:13
Horror surrealista 18 de November de 2020 / 19:13
Pitecantropus
Taller 19 de November de 2020 / 13:47
Elisa A.
 

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