Sostenido por un delgado cable que lo mantenía unido a la única posibilidad de volver a salvo a casa, podía ver el desfiladero que se extendía más allá de de la imaginación y en todas direcciones. Sin gravedad, resultaba difícil saber dónde era arriba y abajo, cual era la izquierda o la derecha, y si lo que veía estaba enfrente o atrás. De no ser por el traje y la escafandra que lo separaban del vacío estelar, estaría más muerto que el espacio infinito que, paradójicamente, podría estar pletórico de vida en los pequeñísimos puntos luminosos a su alrededor. Mientras flotaba, la sensación de estar solo le aterraba; la idea de tener compañía también.
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03 de November de 2020 / 00:41
De excursión 03 de November de 2020 / 00:41
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Taller 13 de November de 2020 / 23:50
Fernando
 

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