RUEGO CONSIDEREN ESTAS DE ABAJO COMO LAS SELECCIONADAS DEL DÍA 16
Antes de la ceguera - de Black Dot
Se hizo la luz y pude observar una esfera de tamaño limitado en donde, de manera improbable, cabía el universo entero. Al dar vueltas mostraba los posibles futuros, un número indescifrable cuyo total era el monto de granos de arena. Vi el nombre de todas las cosas. También a aquellos a los que con razón o por vanidad desprecié. Vi el faro de Alejandría y sus altos muros, vi los rascacielos de las urbes modernas que ansían rasgar la bóveda celeste. Vi mis huesos blanquearse en el desierto y las osamentas enterradas en Palenque. Busqué a la mujer que amaba, pero su rostro era la Muerte y todo ser que lo contempla pierde la vista y, en ocasiones, la razón.
Destino - de Celecanto
Decidieron que su especie favorita sería la responsable de cultivar las perlas. Se depositó en los individuos un grano de arena cósmica, un estorbo que obligara al sistema inmunológico a generar aquella sustancia nacarada que, por capas y a lo largo de los años, recubriera el objeto extraño hasta convertirlo en un rutilante tumor. El oriente, ese brillo tornasol que fungía como reflector, iluminaba las láminas con escenas de guerras, hambrunas, desastres naturales, rompecabezas de corazones eclosionados, helechos que soñaban con flores, y embriones secos en espera de un útero. Mientras maduraba y se acumulaban las imágenes en su interior, la humanidad sufría para que los dioses cosecharan los alephs.
La teoría del todo - de Simbad
Lo que tenía ante sus ojos no era otra cosa que el universo de las probabilidades: lo que pudo ser, lo que es factible que sea y lo que sería posible en cualquier momento y lugar del cosmos. Todas las combinaciones –infinitas– del azar, definidas por una simple ecuación que hermanaba tiempo y espacio, materia y energía. Ahora, solo le falta encontrar dónde encajan el conocimiento y el espíritu en ese rompecabezas. Algún día, cuando lo consiga, habrá descifrado por completo el enigma del Aleph.
Fricciones - de Diletante
En silencio, inmune a los reproches de la mujer, él colocaba sus cosas dentro de una valija. Ella pedía explicaciones y le recordaba, a los gritos, que esa noche tenían un compromiso. Por un momento el hombre levantó la vista y la miró de frente. En el destello de sus ojos grises, ella percibió el desprecio. A continuación, como en un caleidoscopio vertiginoso, vio proyectarse en sus pupilas todas las imágenes de su vida juntos. Se vio a sí misma vestida de encaje blanco y a él abrazándola, enamorado. Un poema cursi, el primer café, aquel crucero, los hijos negados, los baños de mar, las llegadas tarde, los viajes por el mundo, los congresos para él solo, la falta de caricias, el olvido de fechas y regalos, la indiferencia de los últimos años. Vio, en ese acto mecánico tantas veces repetido, que él no elegía qué llevarse: reunía en su equipaje todo el universo posible. Y comprendió que, si bien aún seguía allí, ya se había ido para siempre.
Möbius - de Pseudónimo
Con la intención de ir más allá que Borges, me adentré en él. Recorrí el sendero sin encontrarle principio ni fin, anverso ni revés. En el camino encontré a Adán y Eva, a Moisés y a todos los profetas, a Confucio, a Sócrates y Platón. Dialogué con Buda y Jesús, con Vishnu y Shiva. Tropecé con Agustín de Hipona y Tomás Moro y aterricé a los pies de Kant y Nietzsche. Freud y Sartre me tendieron la mano, y Heidegger me ayudo a retomar el camino y a entender que lo que veía en el Aleph, no era sino lo que el espejo me ocultaba: mi propio ser, mi tiempo, el universo que habita en cada uno de nosotros. Era yo en todas mis proyecciones y existencias, en todos los tiempos y lugares, y todos los momentos y rincones en mí, frente a mí, a mi alrededor y yo en ellos. Era un camino donde el comienzo es final, y que inicia en cualquier parte de la ruta, el lugar geométrico del todo y de la nada..
Se hizo la luz y pude observar una esfera de tamaño limitado en donde, de manera improbable, cabía el universo entero. Al dar vueltas mostraba los posibles futuros, un número indescifrable cuyo total era el monto de granos de arena. Vi el nombre de todas las cosas. También a aquellos a los que con razón o por vanidad desprecié. Vi el faro de Alejandría y sus altos muros, vi los rascacielos de las urbes modernas que ansían rasgar la bóveda celeste. Vi mis huesos blanquearse en el desierto y las osamentas enterradas en Palenque. Busqué a la mujer que amaba, pero su rostro era la Muerte y todo ser que lo contempla pierde la vista y, en ocasiones, la razón.
Destino - de Celecanto
Decidieron que su especie favorita sería la responsable de cultivar las perlas. Se depositó en los individuos un grano de arena cósmica, un estorbo que obligara al sistema inmunológico a generar aquella sustancia nacarada que, por capas y a lo largo de los años, recubriera el objeto extraño hasta convertirlo en un rutilante tumor. El oriente, ese brillo tornasol que fungía como reflector, iluminaba las láminas con escenas de guerras, hambrunas, desastres naturales, rompecabezas de corazones eclosionados, helechos que soñaban con flores, y embriones secos en espera de un útero. Mientras maduraba y se acumulaban las imágenes en su interior, la humanidad sufría para que los dioses cosecharan los alephs.
La teoría del todo - de Simbad
Lo que tenía ante sus ojos no era otra cosa que el universo de las probabilidades: lo que pudo ser, lo que es factible que sea y lo que sería posible en cualquier momento y lugar del cosmos. Todas las combinaciones –infinitas– del azar, definidas por una simple ecuación que hermanaba tiempo y espacio, materia y energía. Ahora, solo le falta encontrar dónde encajan el conocimiento y el espíritu en ese rompecabezas. Algún día, cuando lo consiga, habrá descifrado por completo el enigma del Aleph.
Fricciones - de Diletante
En silencio, inmune a los reproches de la mujer, él colocaba sus cosas dentro de una valija. Ella pedía explicaciones y le recordaba, a los gritos, que esa noche tenían un compromiso. Por un momento el hombre levantó la vista y la miró de frente. En el destello de sus ojos grises, ella percibió el desprecio. A continuación, como en un caleidoscopio vertiginoso, vio proyectarse en sus pupilas todas las imágenes de su vida juntos. Se vio a sí misma vestida de encaje blanco y a él abrazándola, enamorado. Un poema cursi, el primer café, aquel crucero, los hijos negados, los baños de mar, las llegadas tarde, los viajes por el mundo, los congresos para él solo, la falta de caricias, el olvido de fechas y regalos, la indiferencia de los últimos años. Vio, en ese acto mecánico tantas veces repetido, que él no elegía qué llevarse: reunía en su equipaje todo el universo posible. Y comprendió que, si bien aún seguía allí, ya se había ido para siempre.
Möbius - de Pseudónimo
Con la intención de ir más allá que Borges, me adentré en él. Recorrí el sendero sin encontrarle principio ni fin, anverso ni revés. En el camino encontré a Adán y Eva, a Moisés y a todos los profetas, a Confucio, a Sócrates y Platón. Dialogué con Buda y Jesús, con Vishnu y Shiva. Tropecé con Agustín de Hipona y Tomás Moro y aterricé a los pies de Kant y Nietzsche. Freud y Sartre me tendieron la mano, y Heidegger me ayudo a retomar el camino y a entender que lo que veía en el Aleph, no era sino lo que el espejo me ocultaba: mi propio ser, mi tiempo, el universo que habita en cada uno de nosotros. Era yo en todas mis proyecciones y existencias, en todos los tiempos y lugares, y todos los momentos y rincones en mí, frente a mí, a mi alrededor y yo en ellos. Era un camino donde el comienzo es final, y que inicia en cualquier parte de la ruta, el lugar geométrico del todo y de la nada..
José M. Nuévalos
31 de October de 2020 / 10:48
31 de October de 2020 / 10:48
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