El vecino de enfrente
Supe que el inquilino de aquella casa se mudaría al día siguiente, antes de que la demolieran para ampliar el local de Zunino y Zungri, donde solía ir algunas tardes. Estaba oscuro y de pronto, desde mi recámara, vi a través de la cortina cómo una luz muy intensa inundaba el interior a la medianoche. Intrigado, crucé la calle y me asomé por una de las ventanas. La luz se filtraba desde el suelo, cerca del comedor, donde sospeché que habría una entrada a un sótano, algo usual en esas casas antiguas. En las paredes danzaban toda suerte de imágenes que nacían debajo de las uniones del piso de madera. Toqué a la puerta y al notar que estaba abierta, entré. Apenas llegué, con sigilo, hasta la trampa que comunicaba al subsuelo, reinó de nuevo la oscuridad. Solo alcance a ver una silueta que sostenía algo en la mano mientras reía y gritaba como poseído: “ja, ja, ja, lo logré, ¡lo logré!, ¡por fin pude ahuyentar a ese maldito Borges! Gracias, Aleph.
Serpico
17 de October de 2020 / 21:47
17 de October de 2020 / 21:47
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