– ¿Vos leíste el Aleph de Borges?
–Si, ¿porqué?
–Por curiosidad de saber si coincidís conmigo ¿Qué te pareció?
–Aburrido, rebuscado. Digamos… abigarrado. Me gustó más el Super Bowl.
–¿Lo dirás en serio, chabón? ¿No me estás sobrando?
–¡Claro! ¿Por qué lo dudás?
–Porque me parece ridículo compararlos.
–El Super Bowl es más que el Aleph ese. Mirá: vos podés ver desde todos los ángulos, hay repeticiones de lo más importante, ves el populoso mar y la playa, que está cerca del estadio, pero también los autos, la ciudad, las multitudes de América, los hinchas abarrotando las gradas, los colores, las porristas; sentís la emoción y disfrutás cada momento. Desde que recién empieza, vos ves el día, el crepúsculo y la noche; mirás interminables ojos escrutando cada movimiento y ni qué decir del espectáculo de medio tiempo, che. ¡Es un derroche de luz, música, imaginación y buenas vibras! Es algo mortal y se repite cada año. Todo desde un cómodo sillón en el living frente a la tele, en pantalla grande. ¿Te va?
–Mirá que sos un maula. Recordá que es uno de los temas del examen de mañana, che. ¿Qué dirá tu crítica literaria?
–Que si Borges hubiese estado ahí antes de escribirlo, le habría quedado mejor y sin tanta pavada . Mirá que seguir acordándose de la mina esa, la tal Beatriz, después de tantos años es de boludos. Ni Dante se limó así con la suya.