Lo que Prometeo les entregó fue el Aleph original. Era el primer paso para que la humanidad dominara a la naturaleza. Surgieron copias, unas auténticas, otras apócrifas y se propagaron por el mundo. En la antigüedad llegaron a Mesopotamia, al Lejano Oriente y a la India, a Egipto y Persia, a Macedonia, Grecia y Roma, a Bizancio, a Mesoamérica y al Perú, luego a Damasco y Córdoba, a Venecia. En tiempos más recientes se tiene noticia de su aparición en París y Londres, más tarde en Washington, Nueva York y Moscú, y hace menos, en Berlín, Tokio, Roma y en Beiging. Un cuento de Borges ubica también un ejemplar extraviado en un sótano de Buenos Aires.

Bajo la influencia de aquella visión portentosa, que revela la grandeza y pequeñez del universo y del ser humano y hace surgir de éste lo mejor y lo peor de su espíritu, florecieron grandes civilizaciones. Enormes imperios tuvieron su origen y finalmente su caída. Lo cierto es que después de milenios, la humanidad no ha sido capaz de dominar a la naturaleza, ni siquiera la propia. Entretanto, Prometeo se pregunta si valió la pena el sacrificio.
Simbad
09 de October de 2020 / 03:20
El titán arrepentido 09 de October de 2020 / 03:20
Simbad
Taller (Seleccionada) 19 de October de 2020 / 06:46
Tequila
 

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