Mientras su primo extendía la mano hacia un punto lejano en el horizonte y le platicaba, Erasmo trataba de imaginar la ciudad, las avenidas, los edificios y mansiones, los jardines verdes y las amplias plazas, la montaña rusa y el mar que había allá, lejos, donde fue un día con su papá. Quizás era pedirle demasiado, algo que ni la bolita de cristal que un día encontró le había siquiera revelado. Los cerros áridos, las calles polvorientas, las casas de adobe, cartón y madera, con techos improvisados con lo que había a la mano, en ese pueblo apresado entre montañas, eran el universo que heredó y el único que percibía todos los días. Solamente había algo en ese mundo que iba más allá de ser una mera percepción: el hambre.
Simbad
05 de October de 2020 / 06:03
Universos alternos 05 de October de 2020 / 06:03
Simbad
Comentario de Daniel Frini 17 de October de 2020 / 23:41
Daniel Frini
Totalmente de acuerdo 18 de October de 2020 / 23:21
Simbad
 

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