El conflicto no era invitar a mi suegra para la cena de Navidad, sino que trajera sus tomates rellenos. No quiero que se sienta frustrada, decía mi mujer, aunque también reconocía que eran asquerosos. Los chicos en la mesa fruncían la nariz y si alguna vez yo hice el sacrificio de meterme un pedazo en la boca, fueron veinte segundos de aguantar la respiración y luego con cualquier excusa ir a la cocina a escupirlo. Un día me puse firme y le dije a mi mujer que eran los tomates o su madre, y caprichosamente mi suegra murió al mes. Hace dos navidades que su espíritu está en la mesa con la forma de fuente de tomates rellenos. Pero son de cerámica.
Rioplatense
14 de September de 2020 / 23:13
Homenaje post mortem 14 de September de 2020 / 23:13
Rioplatense
Taller 16 de September de 2020 / 19:40
Mónica Brasca
 

Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.