Etílica
Dionisio nos causaba mucha gracia cuando a sus nueve años se robaba las copas de vino de la mesa para tomárselas a escondidas. Mi tía Meche, su madre, se encorajinaba, pero tío Luis decía que Dio, así le decíamos, era machito de verdad y lo celebraba. A los quince años ya tomaba como gente grande. A los diecisiete lo arrestaron por hacer desmanes en la vía pública. A los veinte atropelló a un señor y destrozo el carro que le habían comprado de regalo.
—Es un borracho perdido —dijo mamá.
A los veintidós volvió a chocar, dos de los pasajeros murieron. Afortunadamente Dio se salvó, aunque nunca más caminará. A sus treinta años ya nos es gracioso cuando se emborracha y queda colgando de la silla de ruedas. Es muy difícil empujarlo así.
—Es un borracho perdido —dijo mamá.
A los veintidós volvió a chocar, dos de los pasajeros murieron. Afortunadamente Dio se salvó, aunque nunca más caminará. A sus treinta años ya nos es gracioso cuando se emborracha y queda colgando de la silla de ruedas. Es muy difícil empujarlo así.
Black Dot
13 de September de 2020 / 11:01
13 de September de 2020 / 11:01
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