CONCURSO MINIFICCIONES LA MARINA
Tarea ardua la de seleccionar las microficciones ganadoras de un conjunto de trabajos de muy buen nivel. Sorprendida, no sólo por la calidad sino también por el número, he sudado tinta para ir reduciendo la lista. Siempre quedará la duda de no haber dejado por el camino trabajos que valieran la pena destacar. Pero no vamos a lamentarnos, que para eso sobran los motivos.
Primero me gustaría destacar la modalidad de concurso tallerizado, que hace que los textos que lleguen para su selección sean todos de muy buena calidad y que cumplan con las características del género. En lo personal, adoro esa maestría de comprimir la historia a su mínima expresión de tal forma que no sólo aparezca la anécdota evidente sino que, a la vez, dispare múltiples sentidos en busca de la complicidad del lector.
El desafío de la cuarentena mundial, como suceso inédito lleva a reflexionar sobre el inevitable encuentro con uno mismo, sobre el destino de los más débiles o sobre el futuro de la especie, en tonos narrativos que van desde el humor, el humor negro, la introspección o el drama y que toman como pie tanto fábulas universales como refranes e incluso introducen el metarrelato que amplifica el sentido y hacen un guiño al lector atento.
En miras de estas consideraciones, me he visto obligada a seleccionar más de tres, a saber:
Primeros Premios
Tallerista: Carmen Simón
El reflejo
Pseudónimo
Confinada durante la cuarentena en casa de sus padres, se dedicó a hurgar en todos los rincones. Halló a sus viejas muñecas, olvidadas en un baúl, cartas de amor con sobre y sellos, entrañables libros empolvados y fotografías descoloridas. Entre suspiros y reflexiones, todo marchaba en orden hasta el día en que, entre las manchas de un espejo antiguo, descubrió la cara de una persona a la que no conocía: ella misma.
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Tallerista: Carlos Marín Briceño
Balcones
Rospo
— ¿Má, por qué no salimos a aplaudir?
La tele muestra balcones rebosantes de palmas. Luego en la propaganda oficial #quedate en casa#, desfilan madres y niños rubios sonriendo desde un enorme sofá con perro incluido.
A la casilla de chapa y piso de tierra llega el padre cansado de su largo día. La madre sirve sopa aguada.
La niña repite la pregunta.
El padre levanta la vista del plato y dice: “No tenemos balcón, sólo por eso”.
Fundamentación:
Se considera que ambos relatos cumplen con las características del género, abordando en el primer caso la profundidad del encuentro consigo misma, que la cuarentena permite, y el simultáneo desdoblamiento que el tiempo “quieto” produce. El segundo introduce el diálogo, lo que no es habitual dentro del género, para reflejar la realidad de los más vulnerables, rescatando de la invisibilidad la situación de millones, que no pueden darse el lujo de cuarentenar.
SEGUNDOS PREMIOS
Tallerista: Jorge Oropeza
Desobediencia
Serpico
Es de las pocas personas en el pueblo que no puede ir a su casa para someterse a la cuarentena: el hombre vive en la luna.
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Tallerista: Josep M. Nuévalos
Final de la pandemia
Black Dot
El silencio se hizo más sobrecogedor conforme se alargaba el encierro. Los animales que creíamos extinguidos recuperaron sus espacios y las aves los cielos. Las raíces de los árboles empezaron a extenderse, se metían por los huecos hasta reventar los muros que nos separaban. De tanta soledad desaprendimos el lenguaje y volvimos a gruñir para nombrar las cosas. Al final, el material atrapado en los relojes de arena solo nos recuerda algún vago lugar donde las dunas cambiaban de forma con el viento.
TERCEROS PREMIOS
Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
La infección
Murata
Mi inseparable compañera de los últimos años falleció hace dos días. Por desgracia el virus fue despiadado y letal. Mis más gratos recuerdos quedan en su memoria. Todo empezó con un sonido extraño, casi gutural y repetitivo: una suerte de tos que venía de lo más profundo y se agravó. Después, un cuadro de somnolencia, lentitud de reflejos e indisposición, que ella insistía en notificarme, además de breves desmayos y confusión. Lo peor llegó cuando no pudo comunicarse más. La temperatura se elevó por encima de lo normal y perdió la lucidez. Para cuando llegamos al hospital, ya era demasiado tarde. El disco duro y la tarjeta madre estaban dañados sin remedio.
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Tallerista: Carlos Marín Briceño
Juntos hasta en la muerte
Johnny Pinto
Cuando supo que su mujer se había contagiado del virus y moriría, decidió hacer lo mismo que hace años cuando la conoció: llevársela consigo a punta de pistola

MENCIONES DE HONOR
Tallerista: Daniel Frini
Milagros en cuarentena
Johnny Pinto
Cuando las autoridades anunciaron que en un futuro cercano será posible caminar como antes por la calle y volver a las actividades normales, se renovaron sus esperanzas en la ciencia médica y en el gobierno. Ansioso, espera el día cuando le brote una nueva pierna y regrese a su trabajo como cartero. Hasta hoy, los ruegos a San Gabriel no han funcionado.
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Tallerista: Carmen Simón
Como judío errante
Simbad
El hombre estaba agobiado y sufría de cansancio por su rutina. A diferencia de la mayoría de la gente, el anuncio del confinamiento obligatorio, a causa de la pandemia, le produjo gran alegría. Llegó a pensar que ese era, por fin, el remedio contra el maleficio. Por un tiempo, podía olvidarse de su peregrinar.
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Tallerista: Fernando Tamariz
Peor que el mal
Pseudónimo
Desde que inició la cuarentena, fueron presa del miedo. Contraer el virus en la calle y sus consecuencias, no tenía comparación con los peligros en su propia casa. Los gritos, golpes y torturas de su padre eran más aterradores que morir de neumonía. A las tres semanas del encierro, durante la última paliza a su mujer, sus hijos intentaron defenderla. Tras el forcejeo, el hombre no ha dejado de toser. Ellos sonríen.
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Tallerista: Jorge Oropeza
Día 55
Black Dot
Desde que nos pidieron permanecer en casa estamos encerrados. Camino por los cuartos sin hacer ruido. Hablo en voz baja para no molestar. Me siento frente a las ventanas y veo la calle como huérfano de ella. Subo y bajo escaleras para comprobar la efectividad de las instrucciones de Cortázar. Abro y cierro puertas. Hurgo en cajones por cosas que sabía perdidas pero que siempre han estado ahí. Soy un fantasma enfermo de una materialidad que no me permite traspasar los muros de la casa que habito.

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Tallerista: José T. Espinosa-Jácome (El último abencerraje)
El abuelo ya no está
Cuentacuentos
Las niñas no daban crédito al saber que verían de nuevo a su abuelo, después de meses desde que se impuso la cuarentena; hasta hoy que, sin tantas restricciones, saldría de la residencia. Se hicieron trenzas en el cabello para verse como a él le gustaba y, con los zapatos que les regaló la Navidad pasada, salieron dando brincos rumbo al auto. En el trayecto, se acordaron de cuando lo acompañaban a comprar helado, y reían de la ocasión que las dejó olvidadas en el parque y nunca se dieron cuenta que se había ido. Fue la abuela que, al verlo llegar sin ellas, salió de prisa a buscarlas. Jugaban en los columpios creyendo que él leía en una banca, como era su costumbre, tan persistente como la de olvidar a ratos. Mientras ellas seguían alegres y recordando anécdotas, un nudo en la garganta me impedía decirles cómo saldría de aquel asilo, ni por qué.
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Tallerista: Carlos Marín Briceño
Mutaciones
Verbigracia
Este año, durante la temporada del Covid-66, se han detectado en diferentes zonas del planeta una indeterminada cantidad de alumbramientos, en los que neonatos de ambos sexos mostraban indicios morfológicos de un nuevo apéndice, de tejido cartilaginoso en forma de membrana retráctil, y que recuerda la estructura y función de nuestras antiguas mascarillas FFP-2 y FFP-3.
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Tallerista: José T. Espinosa-Jácome (El último abencerraje)
Metamorfosis
Bebé
Enésimo día de cuarentena. Vive como un monarca, un genuino rey de la selva en la jungla de concreto: dando vueltas en su encierro. Luego de un rato, se sienta y empieza a balancearse en forma compulsiva cual mono en cautiverio. Suena el teléfono, salta como gato y lo apresa; contesta y parlotea como loro. Luego sale al jardín y se tira al sol como iguana encima de un camastro. Por la tarde, enciende el televisor y ve un espectáculo del Cirque du Soleil, al que aplaude como foca cuando termina. Va a la cocina y abre el refrigerador. Algo le inquieta. No es que esté casi vacío ni la pila de trastos sin lavar en el fregadero, sino ese apremio que surge cada vez que ve las zanahorias. Ya son suficientes en la familia.


Margarita Heinzen
Coordinación de La Marina 2020
25 de July de 2020 / 05:34
FALLO DEL CONCURSO DE JUNIO 2020 · JUEZA: MARGARITA HEINZEN 25 de July de 2020 / 05:34
Coordinación de La Marina 2020
Gracias a todos, desde... 25 de July de 2020 / 12:18
Pseudónimo
También 26 de July de 2020 / 14:14
Serpico
Gracias a la Jueza... 25 de July de 2020 / 07:53
Rospo
Muchas gracias 25 de July de 2020 / 21:18
Murata
Grata sorpresa 27 de July de 2020 / 23:49
Johnny Pinto
Felicidades 26 de July de 2020 / 08:50
Tequila
 

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