Su miedo a volar solo fue superado por el deseo de ir de vacaciones a la playa en el verano. Una vez a bordo del pequeño avión privado tomó un potente somnífero. Una fuerte sacudida lo hizo despertar abruptamente. Aturdido aún, el calor, la arena a su alrededor y lo que parecían ser palmeras a lo lejos, le causaron una grata sorpresa. El servicio de la aerolínea que cumplía su sueño con creces era espléndido. Aunque los restos de la aeronave esparcidos a su alrededor le sugerían que algo no marchaba bien, un brillo acuoso lejano lo tranquilizó. Le bastaba saber que de una u otra manera había llegado a su destino sano y salvo. Ahora, después de caminar bajo el sol ardiente, solamente le falta descubrir a dónde diablos se fue el mar.
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15 de July de 2020 / 03:41
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Mónica Brasca
 

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