Por los riesgos de contagio, la mujer lo decidió hace tiempo. Era más prudente que su pequeña hija permaneciera en casa mientras el semáforo epidemiológico estuviera en rojo. Ya encontraría cómo relevarla de aquella tarea cotidiana.

Famélico, después de esperar inútilmente varias semanas en el bosque sin probar alimento, el lobo sucumbió. Mientras tanto, la abuela disfruta de las últimas galletas y otras viandas, llevadas hasta la puerta de su hogar por un servicio de entregas a domicilio.
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20 de June de 2020 / 18:14
La pequeña cuarentena roja 20 de June de 2020 / 18:14
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