Mi inseparable compañera de los últimos años falleció hace dos días. Por desgracia el virus fue despiadado y letal. Mis más gratos recuerdos quedan en su memoria. Todo empezó con un sonido extraño, casi gutural y repetitivo: una suerte de tos que venía de lo más profundo y se agravó. Después, un cuadro de somnolencia, lentitud de reflejos e indisposición, que ella insistía en notificarme, además de breves desmayos y confusión. Lo peor llegó cuando no pudo comunicarse más. La temperatura se elevó por encima de lo normal y perdió la lucidez. Para cuando llegamos al hospital, ya era demasiado tarde. El disco duro y la tarjeta madre estaban dañados sin remedio.
Murata
14 de June de 2020 / 01:20
La infección 14 de June de 2020 / 01:20
Murata
Taller 20 de June de 2020 / 02:38
Laura Elisa Vizcaíno
21 de June de 2020 / 21:53
Murata
 

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