Detalle
Como todos los domingos nos levantamos temprano y, después de desayunar en la galería, empezamos los preparativos para el almuerzo. Mi marido compra el pan y las bebidas en el almacén más cercano, prende el fuego, pone la carne en el asador, las papas en el horno. A mí me toca ordenar, barrer, lavar las verduras, preparar las ensaladas y la mesa. Cerca del mediodía está casi todo listo, el trapo de piso embebido en lavandina en el umbral, el alcohol en gel bien a mano. Solo falta que las autoridades suspendan las restricciones para volver a recibir, sobre la hora, el consabido mensajito de mis hijos: “Yendo…”
Telares
01 de June de 2020 / 10:06
01 de June de 2020 / 10:06
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