Al cruzarse por la calle con aquel hombre sin oreja, que cargaba un lienzo y un maletín con sus pinceles y pinturas, el niño apuntó hacia él con temor. Al notarlo, la madre le dijo discretamente al oído:
–De chico, su mamá le jalaba las orejas como yo cuando te portas mal.
Pasmado y en silencio, el pequeño retrocedió y puso los ojos como platos, sin quitar la mirada del hombre que se alejaba. Desde aquel día, los berrinches y pataletas quedaron excluidos de su repertorio, igual que cualquier manifestación artística relacionada con la pintura..
Laura Elisa Vizcaíno
23 de April de 2020 / 19:43
Selección final día 13: "Un Van Gogh menos" de Pseudónimo 23 de April de 2020 / 19:43
Laura Elisa Vizcaíno
 

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