A su merced
Sus dedos apenas rozaron mi piel cristalina para alentar mis alarmas. Provenían de unos pies delicados con una elegancia reflejada en cada huella marcada en la arena. Como si de un instinto se tratara, arrancó con fiereza buscando respuestas en mi interior. Mandé uno a uno golpes certeros que sirvieron de poco. Necesitaba que se detuviese, poderla divisar a plenitud, pero introdujo su cuerpo hasta sus caderas comparables a mis olas y se sumergió en una especie de clavado para no volver salir jamás..
Juan de los Ríos
10 de December de 2019 / 01:47
10 de December de 2019 / 01:47
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