Estoy sin correo desde hace días y no sé que va a pasar con la mini. ¿Podemos trabajar por aquí?

El paralelo de Andrés

Después de un pesado día de trabajo sólo quiero llegar a casa y descansar. Y, ¿qué me encuentro en lugar de ello? A Rosa gritando, mis hijos haciendo desmadre y con la música a todo volumen.
—¡Pero haz algo, Andrés! –conmina mi mujer.

Me petrifico. Esperan mi llegada para armar todo ese jaleo. Los miro en su desenfreno y no puedo más. Tomo mis llaves, dejo la casa y monto en el carro, partiendo a quema de llantas.

Mientras me alejo recupero el ritmo de mi respiración. Enciendo la radio y conduzco hasta que la estática gobierna en el cuadrante. Atravieso una bruma azul: reconozco las calles, el cielo estrellado de esa réplica de mi ciudad.

Llego a casa. Bajo del coche, Rosa y los niños salen para abrazarme y darme de besos. Preguntan cómo me fue en el trabajo, hablan de su día en la escuela, en el hogar… ¡ah, mi dulce hogar!
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