VEREDICTO DE MAYO DE 2017
Nuestro jurado del pasado mes de mayo, José Manuel Ortiz Soto, ha tenido la amabilidad de remitirnos el siguiente veredicto. Le agradecemos tanto su paciencia como sus interesantes comentarios. Felicitamos, asimismo, a los ganadores, a los mencionados y a sus respectivos talleristas.
La ciudad y los paraguas hicieron de mayo un mes muy atractivo, por lo que la elección de los textos ganadores no fue fácil. Al final me decidí por dos primeros y dos segundos lugares, presentados de acuerdo a su publicación en La Marina.
Primer lugar (por orden de publicación)
Caos por Chester Truman
Tallerista: Elisa de Armas
Hoy se cumple el septuagésimo quinto día sin parar de llover. La ciudad está anegada, y los paraguas ya solo sirven para clavarles la punta en el gaznate a los que intentan salir a flote. Noé se anuncia con ofertas irresistibles para llenar su arca, pero va listo: somos supervivientes, pero nos jode que nos traten como a animales.
Comentario
Cuando creesque el mito de Noé, el arca y el diluvio están agotados hace tiempo, que la intertextualidad es una característica que debe ser erradicada de la minificción, te encuentras concuatro líneas envueltas en una atmósfera pesada y sofocante que impacta directamente en el lector por su acidez, que te recuerda que cuando todo está perdido, aún queda la dignidad.
Una geisha por Black dot
Tallerista: Daniela Truman
La diminuta mujer camina como dando saltos cortos y rápidos. El dolor de sus pies vendados y deformes es una tortura. Nadie sabe que trabajó para Madama Ohurí, quien yace muerta en la casa de geishas gracias a una herida abierta con un finísimo paraguas. La mujercita llora mientras el blanco maquillaje de su cara se corre. Sostiene en una mano el parasol, con el que cometió su crimen y que contemplado desde lo alto de la colina, parece un punto negro que se va recorriendo entre la muchedumbre como marcando espacios decimales.
Comentario
La anterior es una de esas historias que, a pesar de su brevedad, es una micro novela, un cortometraje… pero deja, como todo buen microrrelato, los espacios suficientes para que el lector saque sus propias conclusiones. Hace de un personaje en apariencia sin chiste, como muchos de los que nos encontramos en la calle, el portador de una carga sicológica, que te recuerda que hay que leer el alma, no sólo el rostro.
Segundo lugar
Reporte meteorológico por Black dot
Tallerista: Carlos Bortoni
Una lluvia de palabras se cierne sobre mi cabeza. Abro el paraguas y ellas resbalan hasta caer al vacío. Estiro la mano para coger una, pero no atrapo nada. Es así como escurre esta historia.
Remake por Noé
Tallerista: José T. Espinosa-Jácome
Un polvo blanquecino ensabanaba Nueva Sodoma. Sin haber derramado una sola gota, la estación de lluvias estaba por finalizar cuando, al fin, se dibujaron unas nubes prometedoras en el horizonte. Durante cuarenta días y cuarenta noches llovieron paraguas.
Comentario
Siempre será refrescante que lo que se precipite durante la lluvia (o en pleno diluvio) no sea agua o granizo, sino palabras, paraguas o cualquier otra ocurrencia. Lo anterior sólo es posible —y creíble—con un manejo surrealista o absurdo de la historia, como en los dos casos anteriores. Además, sus finalestambién son muestra de que no siempre es necesario fulminar al lector, que a veces basta con hacerlo perder la estabilidad, descalabrarlo o sacarle un ojo.
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La ciudad y los paraguas hicieron de mayo un mes muy atractivo, por lo que la elección de los textos ganadores no fue fácil. Al final me decidí por dos primeros y dos segundos lugares, presentados de acuerdo a su publicación en La Marina.
Primer lugar (por orden de publicación)
Caos por Chester Truman
Tallerista: Elisa de Armas
Hoy se cumple el septuagésimo quinto día sin parar de llover. La ciudad está anegada, y los paraguas ya solo sirven para clavarles la punta en el gaznate a los que intentan salir a flote. Noé se anuncia con ofertas irresistibles para llenar su arca, pero va listo: somos supervivientes, pero nos jode que nos traten como a animales.
Comentario
Cuando creesque el mito de Noé, el arca y el diluvio están agotados hace tiempo, que la intertextualidad es una característica que debe ser erradicada de la minificción, te encuentras concuatro líneas envueltas en una atmósfera pesada y sofocante que impacta directamente en el lector por su acidez, que te recuerda que cuando todo está perdido, aún queda la dignidad.
Una geisha por Black dot
Tallerista: Daniela Truman
La diminuta mujer camina como dando saltos cortos y rápidos. El dolor de sus pies vendados y deformes es una tortura. Nadie sabe que trabajó para Madama Ohurí, quien yace muerta en la casa de geishas gracias a una herida abierta con un finísimo paraguas. La mujercita llora mientras el blanco maquillaje de su cara se corre. Sostiene en una mano el parasol, con el que cometió su crimen y que contemplado desde lo alto de la colina, parece un punto negro que se va recorriendo entre la muchedumbre como marcando espacios decimales.
Comentario
La anterior es una de esas historias que, a pesar de su brevedad, es una micro novela, un cortometraje… pero deja, como todo buen microrrelato, los espacios suficientes para que el lector saque sus propias conclusiones. Hace de un personaje en apariencia sin chiste, como muchos de los que nos encontramos en la calle, el portador de una carga sicológica, que te recuerda que hay que leer el alma, no sólo el rostro.
Segundo lugar
Reporte meteorológico por Black dot
Tallerista: Carlos Bortoni
Una lluvia de palabras se cierne sobre mi cabeza. Abro el paraguas y ellas resbalan hasta caer al vacío. Estiro la mano para coger una, pero no atrapo nada. Es así como escurre esta historia.
Remake por Noé
Tallerista: José T. Espinosa-Jácome
Un polvo blanquecino ensabanaba Nueva Sodoma. Sin haber derramado una sola gota, la estación de lluvias estaba por finalizar cuando, al fin, se dibujaron unas nubes prometedoras en el horizonte. Durante cuarenta días y cuarenta noches llovieron paraguas.
Comentario
Siempre será refrescante que lo que se precipite durante la lluvia (o en pleno diluvio) no sea agua o granizo, sino palabras, paraguas o cualquier otra ocurrencia. Lo anterior sólo es posible —y creíble—con un manejo surrealista o absurdo de la historia, como en los dos casos anteriores. Además, sus finalestambién son muestra de que no siempre es necesario fulminar al lector, que a veces basta con hacerlo perder la estabilidad, descalabrarlo o sacarle un ojo.
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Taller Marina
21 de August de 2017 / 10:04
21 de August de 2017 / 10:04
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