Al ver que el anciano se vestía de traje, se perfumaba, se afeitaba todos los viernes antes de acostarse a dormir, la nieta le preguntó:

—Abuelo, ¿por qué te cambias como si fueras a salir?

—Te lo diré, pero no le digas a nadie, ni a tu mamá. ¿Sí?

La niña se puso una mano en el pecho.

—Te lo prometo.

—Cada viernes, mientras duermo, viene tu abuela y nos vamos a bailar.

La niña abrió los ojos y sonrió.

—¿Y en el cielo le dan permiso de bajar? ¿Y puede bailar todavía?

—Sí. En el baile, cuando me la robé, ella perdió el par de este arete— dijo el abuelo, mostrando la prenda.

—Le das muchos besitos y dile que la amo— encomendó la chiquilla.

Al paso del tiempo, un sábado el anciano amaneció sin vida y con una sonrisa. La pequeña se acercó al difunto y, al ver el par de pendientes en una de sus manos, susurró:

—Esta vez fue ella la que te robó, abuelo. Que la pasen bien. Los quiero..
Elisa A.
07 de July de 2023 / 02:22
Selección del día 18: “Cambio de roles”, de Michivalca 07 de July de 2023 / 02:22
Elisa A.
 

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