SELECCIONES DE MAYO 2023
SELECCIONES DE MAYO 2023
JUEZ: MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ
TEMA: Tema: Libros, libreros y lectores
Día 1 - Tallerista: Carmen Simón
DESIERTA
Día 2 - Tallerista: Daniela Truman
Asesina textual, de Black Dot
Dentro de las primeras líneas se cometió un crimen. No fue sino hasta el último párrafo que el homicida fue descubierto. Nadie sospechó de ella.
Día 3 - Tallerista: Jorge Oropeza
Reloj de arena, de Héctor
Lo había olvidado todo. Comenzó a leer los libros que había en su habitación, hasta descubrir que él mismo los había escrito. Se dispuso a escribir de nuevo los relatos que, a la postre, le servirían de terapia, cuando la memoria le empezó a fallar otra vez.
Oda a la autocensura involuntaria de (Prome) Teo, por Edakos
Teo era un librero gordito, con tal amor por los libros que casi igualaba su pasión por comer. Tenía una tienda de libros muy sencilla pero con una maravilla: los libros nunca se acababan.
Al final de cada día, Teo se iba a su cuarto pequeño detrás de la tienda para cenar. Cuando amanecía, encontraba nuevos kilos en la báscula del baño y nuevos libros en los estantes. Cada libro era más misterioso y atractivo que el anterior. Había textos de magia negra, ideas filosóficas inquietantes y manuales de ingeniería imposible. Teo a veces los leía, incluso a veces los practicaba, antes de quemar a los más nocivos en el fuego siempre encendido de su estufa. Estaba seguro de que su deber era proteger a la gente buena, y de paso le agregaba un delicioso tufo ahumado a la comida.
Gracias a este misterio, su tienda se hizo próspera. Sin importar cuán raro fuera su gusto, tenía algo para cada lector. Bueno, casi siempre. De manera peculiar, los de alma muy torcida ya no salían nunca más de la tienda después de entrar. Teo nunca pasó hambre: a falta de una mejor mentira, decía que su sobrehumana corpulencia era el autor de tal prolijidad literaria.
Actualmente la tienda está cerrada, a la espera de su dueño que ha hecho “un viaje gastronómico de autodescubrimiento”, según se lee en la nota que puso en la puerta. Su último y mejor libro se llama "Cómo cocinarse a sí mismo en la estufa". Aunque fue censurado en algunos países, tan grande es la obra que seguro Teo ganará un premio Nobel de Literatura cuando vuelva a aparecer..
Día 4 - Tallerista: Marcial Fernández
Analogía, de Black Dot
El artista mueve su vara mágica y los símbolos empiezan a manar del líquido negro, manchan la claridad del blanco pergamino. No había nada antes de ese principio que, como un dios, él ha empezado a trazar. Días enteros pasan en esta labor hasta que, incidentalmente, aunque no tiene importancia, el domingo descansa.
Jurisdicción, de Héctor
Cuando el detective llegó al edificio y subió las escaleras hasta el apartamento, el asesino ya no estaba. Halló, sí, una pistola con sangre en el suelo y un libro abierto en la mesa del que habían arrancado la última hoja. Salió apresurado y, al asomarse por la ventana del fondo del pasillo, vio al homicida que se alejaba rengueando con una hoja de papel en la mano.
El oficial supo que el matón continuaría con sus crímenes en otro cuento.
Día 5 - Tallerista: Daniel Frini
El libro de los secretos, de Edakos
Halló un libro en un sótano sombrío y húmedo. El libro, manchado con suciedad de ratas y espolvoreado con restos de insectos, prometía, en su prólogo, revelar los secretos más oscuros de quien lo leyera. Desafiando el asco que le provocaba su aspecto, lo tomó entre sus manos y comenzó a leer. Pasó horas devorando cada palabra, cada página, sin importarle el tiempo ni su entorno. Al terminar, descubrió que su mayor secreto era, en efecto, su adicción a los libros.
La venganza del lector lento, de Edakos
Durante diez largos años, un caracol se arrastró lentamente sobre las letras de la novela. Con paciencia infinita, avanzó de palabra en palabra hasta terminarla. Con el corazón lleno de emoción, decidió buscar la segunda parte de la saga.
Deslizándose hasta la librería, preguntó por la continuación de la historia. El librero, apenado, le informó que el autor había fallecido antes de completar la saga.
De regreso a casa, el caracol decidió escribir su propia secuela. Usando su baba como tinta casi imperceptible, plasmó cada palabra con la misma lentitud con la que leía. Pero, al darse cuenta de que no podría terminar la novela en lo que le quedaba de vida, tomó una decisión audaz.
Un cuento menos, de Héctor
Los personajes estaban aburridos de repetir las mismas historias, contrastando con el título del libro que los albergaba: "Aventuras del viejo oeste". Cierta vez, luego de que el bibliotecario cerrara el local, John, protagonista de uno de los cuentos, salió a husmear por el estante. Le llamó la atención la novela "Convento de las monjas descarriadas" y, por curiosidad, se introdujo en ella. La madre superiora oyó pasos en un pasillo y preguntó "¿Quién anda ahí?". Dos monjas que se toparon con John, lo escondieron de inmediato en su cuarto. Después de dos noches de sudor sexual, como dios manda, el vaquero regresó a su libro y contó a sus compañeros las delicias del suceso. Los jinetes ansiosos querían visitar a las descarriadas, pero John los llamó a buen juicio diciendo que sólo podría llevar uno a la vez, ya que por las noches, la madre superiora fumaba marihuana en el patio. Los vaqueros salieron con sigilo para improvisar en lo ya escrito. El libro estaba con el lomo hacia la pared y, sin meditar, se colaron en su interior. El libro de las religiosas ya no estaba e invadieron otro por error: "Ejecuciones por concluir de los verdugos de la familia Sanson".
Día 6 - Tallerista: Daniela Truman
DESIERTA
Día 7 - Tallerista: Sara Coca
DESIERTA
Día 8 - Tallerista: Dolores “Tequila” Díaz
Frente al librero, de Héctor
Paseando por los bares del verso, discutiendo historias en la barra, bajo el calor embriagante del ritmo, se llenan de apuntes las blancas servilletas. Sirven otra ronda de autor desconocido; alzo el codo para tragar más saliva. Se habla de aventuras, amor y filosofía; se debate por luces, cámara y acción. Interrumpe la musa con otra ronda enviada por el libro de la esquina. Concluyo los sorbos del estribo. Al día siguiente, los apuntes viajeros de la lectura, se hospedan en los renglones de un cuaderno.
Día 9 - Tallerista: Lucía Casas Rey
DESIERTA
Día 10 - Tallerista: Tomás del Rey
RATÓN DE BIBLIOTECA, de Aleksei
Don Alberto estaba seguro de que aquel libro lo tenía. No lo encuentro, joven, déjeme buscarlo bien, tuvo que decirle al comprador. Don Alberto revisó una vez más su cuadernillo de ventas, no figuraba por ningún lado. Su librería, al igual que él, envejecía. ¡Ese pinche libro debe aparecer, cómo que no! Al día siguiente lo volvió a buscar, esta vez de manera sistemática, pasillo por pasillo. Justo a la mitad olvidó su avance, ¿el lado izquierdo ya lo revisé, o empecé por el derecho?, ¡chingado! En la semana no hubo mucha clientela, así que siguió buscando. Caminaba encorvado por los pasillos, lento pero con ritmo, como en un danzón. En un rincón escuchó un ruido, se quedó quieto para oír mejor. Parecía el sonido de un roedor. Se preocupó. ¿Y si el libro que busco fue devorado?, ¿cuántos libros más faltarán? Empezó a contar, esta vez desde el ala derecha. Al final del día anotó su cuenta: 10,150 libros. Al día siguiente fueron 10 menos; al siguiente 20. O cuento mal o esos ratones son muy voraces, sonrió para sí. Cansado, se sentó en su despacho a seguir leyendo aquella novela apasionante. Solo leer le hacía olvidarse del trabajo y los disgustos. Quizá por eso no reconoció el título del libro que, entre sus manos, quedaba fuera del alcance de los libreros, de las cuentas y de los ratones.
MACRO MICRO HISTORIA, de Black Dot
Le recomendaron la lectura como forma de cultivarse; de dar consigo mismo. En una biblioteca encontró una gran ballena que cazaba hombres en el océano; un gitano que tiraba un imán en medio de la calle; un estudiante a punto de asesinar a una anciana y un hombre que no sabía que estaba muerto, pero que buscaba a su padre también muerto. Entre todos esos tomos también se encontró a sí mismo; parte de una corta y compleja trama.
Día 11 - Tallerista: Carlos Bortoni
La interpretación de los libros, de Black Dot
Al abrir, el joven Jonas se sintió decepcionado, porque no esperaba esa visita. Pensó que era una equivocación, pero ahí en el vano estaba la Parca, esperándolo mientras acariciaba la guadaña. Había leído el libro de la vida y a su tomo le faltaban dos páginas completas al final. Asumió entonces que sería inmortal y no que moriría en la flor de la vida.
Caja de arena, de Héctor
Siguiendo las coordenadas que dejó Borges sobre dónde había ocultado el Libro de Arena en la Biblioteca Nacional: "...a mano derecha del vestíbulo una escalera curva se hunde en el sótano, donde están los periódicos y los mapas". Le exigí a muerte, durante dos años, al bibliotecario que lo consiguiera, prometiendo una recompensa monetaria. Vivo en el octavo piso de un condominio con cuatro gatos y necesitaba el libro sin fines intelectuales. Ahora que lo tengo, mis gatos esconden sus miserias en el libro abierto, inodoro, tirado en un rincón de la sala. Borges nunca pensó en Beppo.
Día 12 - Tallerista: José Luis “águila descalza” Sandín
La biblioteca de Babel, de Héctor
Sus historias mecen la cuna del tiempo.
Todos los destinos, de Black Dot
Sus paredes se suspenden en el aire y los corredores cambian a cada segundo. Hay pasillos que se bifurcan con bosques y en esas arboledas trabajan duendes que producen papel. La visitan hombres que, en un estado casi onírico, escriben en las páginas en blanco. Todo el drama de la vida se produce en esta biblioteca porque el universo es ilimitado y el tiempo vasto.
Día 13 - Tallerista: Víctor M. Campos
DESIERTA
Día 14 - Tallerista: Mónica Brasca
Géneros macabros, por Black Dot
La bibliotecaria lleva a cabo sus labores con celeridad. Por esa simple razón no le reclamamos por su craso error. Todos sabemos que los endiablados libros de física, química y matemáticas pertenecen a la sección de terror y no a la de ciencias.
Día 15 - Tallerista: Aída López Sosa
Un libro en el olvido, de Black dot
Toda su vida fue justo y observante de todas las leyes. Cuando su momento final se encontraba cerca mandó a hablar su familia. Esperó a que todos estuvieran reunidos e inquirió cada uno por si tenían alguna deuda moral o física pendiente. La respuesta fue negativa y murió en paz. Al llegar a las puertas del paraíso le negaron la entrada.
-¿ Por qué?- preguntó- ¿acaso mi nombre no está en el libro de la vida?
Uno de ellos le mostró un cuaderno deshojado.
-No hay tal libro- dijo el guardia- es tan solo un block de notas.
Día 16 - Tallerista: Carmen Simón (en sustitución de Josep M. Nuévalos)
Interminable, de Diderot
Lee cada renglón. Luego lo reescribe. Aunque aún no lo sepa, acaba de empezar la historia interminable.
Fatalidad, de b.
Leía por necesidad, no por gusto. La necesidad de encontrar una ficción a la cual asirse, una ficción que le permitiera seguir viviendo.
Escena en despoblado, de Black Dot
Entra en la calle justo como está descrita. Se adentra, mientras el silencio a su alrededor permite percibir lo que sucede en esta magnífica soledad. Se enciende una luz; se escucha un disparo; alguien grita horrorizado. No hay duda, piensa el extraño, que a esas alturas ha sido atrapado y no puede escapar. En el momento crucial, su teléfono repiquetea. Abandona la calle, se apaga la luz, se esfuma el balazo, se olvida del alarido y deja el libro sobre la mesa.
—¡Hola! —gruñe al contestar el teléfono—. Sí, su servidor.
Día 17 - Tallerista: Carlos Martín Briceño
DESIERTA
Día 18 - Tallerista: Elisa Armas
Invasor, de Héctor
Obsesionado por descifrar los secretos que los libros escondían entre líneas, quedó prisionero en la cárcel de la literatura.
Día 19 - Tallerista: Eliana Soza Martínez
DESIERTA
Día 20 - Tallerista: José “El último Abencerraje” Espinosa-Jácome
DESIERTA.
JUEZ: MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ
TEMA: Tema: Libros, libreros y lectores
Día 1 - Tallerista: Carmen Simón
DESIERTA
Día 2 - Tallerista: Daniela Truman
Asesina textual, de Black Dot
Dentro de las primeras líneas se cometió un crimen. No fue sino hasta el último párrafo que el homicida fue descubierto. Nadie sospechó de ella.
Día 3 - Tallerista: Jorge Oropeza
Reloj de arena, de Héctor
Lo había olvidado todo. Comenzó a leer los libros que había en su habitación, hasta descubrir que él mismo los había escrito. Se dispuso a escribir de nuevo los relatos que, a la postre, le servirían de terapia, cuando la memoria le empezó a fallar otra vez.
Oda a la autocensura involuntaria de (Prome) Teo, por Edakos
Teo era un librero gordito, con tal amor por los libros que casi igualaba su pasión por comer. Tenía una tienda de libros muy sencilla pero con una maravilla: los libros nunca se acababan.
Al final de cada día, Teo se iba a su cuarto pequeño detrás de la tienda para cenar. Cuando amanecía, encontraba nuevos kilos en la báscula del baño y nuevos libros en los estantes. Cada libro era más misterioso y atractivo que el anterior. Había textos de magia negra, ideas filosóficas inquietantes y manuales de ingeniería imposible. Teo a veces los leía, incluso a veces los practicaba, antes de quemar a los más nocivos en el fuego siempre encendido de su estufa. Estaba seguro de que su deber era proteger a la gente buena, y de paso le agregaba un delicioso tufo ahumado a la comida.
Gracias a este misterio, su tienda se hizo próspera. Sin importar cuán raro fuera su gusto, tenía algo para cada lector. Bueno, casi siempre. De manera peculiar, los de alma muy torcida ya no salían nunca más de la tienda después de entrar. Teo nunca pasó hambre: a falta de una mejor mentira, decía que su sobrehumana corpulencia era el autor de tal prolijidad literaria.
Actualmente la tienda está cerrada, a la espera de su dueño que ha hecho “un viaje gastronómico de autodescubrimiento”, según se lee en la nota que puso en la puerta. Su último y mejor libro se llama "Cómo cocinarse a sí mismo en la estufa". Aunque fue censurado en algunos países, tan grande es la obra que seguro Teo ganará un premio Nobel de Literatura cuando vuelva a aparecer..
Día 4 - Tallerista: Marcial Fernández
Analogía, de Black Dot
El artista mueve su vara mágica y los símbolos empiezan a manar del líquido negro, manchan la claridad del blanco pergamino. No había nada antes de ese principio que, como un dios, él ha empezado a trazar. Días enteros pasan en esta labor hasta que, incidentalmente, aunque no tiene importancia, el domingo descansa.
Jurisdicción, de Héctor
Cuando el detective llegó al edificio y subió las escaleras hasta el apartamento, el asesino ya no estaba. Halló, sí, una pistola con sangre en el suelo y un libro abierto en la mesa del que habían arrancado la última hoja. Salió apresurado y, al asomarse por la ventana del fondo del pasillo, vio al homicida que se alejaba rengueando con una hoja de papel en la mano.
El oficial supo que el matón continuaría con sus crímenes en otro cuento.
Día 5 - Tallerista: Daniel Frini
El libro de los secretos, de Edakos
Halló un libro en un sótano sombrío y húmedo. El libro, manchado con suciedad de ratas y espolvoreado con restos de insectos, prometía, en su prólogo, revelar los secretos más oscuros de quien lo leyera. Desafiando el asco que le provocaba su aspecto, lo tomó entre sus manos y comenzó a leer. Pasó horas devorando cada palabra, cada página, sin importarle el tiempo ni su entorno. Al terminar, descubrió que su mayor secreto era, en efecto, su adicción a los libros.
La venganza del lector lento, de Edakos
Durante diez largos años, un caracol se arrastró lentamente sobre las letras de la novela. Con paciencia infinita, avanzó de palabra en palabra hasta terminarla. Con el corazón lleno de emoción, decidió buscar la segunda parte de la saga.
Deslizándose hasta la librería, preguntó por la continuación de la historia. El librero, apenado, le informó que el autor había fallecido antes de completar la saga.
De regreso a casa, el caracol decidió escribir su propia secuela. Usando su baba como tinta casi imperceptible, plasmó cada palabra con la misma lentitud con la que leía. Pero, al darse cuenta de que no podría terminar la novela en lo que le quedaba de vida, tomó una decisión audaz.
Un cuento menos, de Héctor
Los personajes estaban aburridos de repetir las mismas historias, contrastando con el título del libro que los albergaba: "Aventuras del viejo oeste". Cierta vez, luego de que el bibliotecario cerrara el local, John, protagonista de uno de los cuentos, salió a husmear por el estante. Le llamó la atención la novela "Convento de las monjas descarriadas" y, por curiosidad, se introdujo en ella. La madre superiora oyó pasos en un pasillo y preguntó "¿Quién anda ahí?". Dos monjas que se toparon con John, lo escondieron de inmediato en su cuarto. Después de dos noches de sudor sexual, como dios manda, el vaquero regresó a su libro y contó a sus compañeros las delicias del suceso. Los jinetes ansiosos querían visitar a las descarriadas, pero John los llamó a buen juicio diciendo que sólo podría llevar uno a la vez, ya que por las noches, la madre superiora fumaba marihuana en el patio. Los vaqueros salieron con sigilo para improvisar en lo ya escrito. El libro estaba con el lomo hacia la pared y, sin meditar, se colaron en su interior. El libro de las religiosas ya no estaba e invadieron otro por error: "Ejecuciones por concluir de los verdugos de la familia Sanson".
Día 6 - Tallerista: Daniela Truman
DESIERTA
Día 7 - Tallerista: Sara Coca
DESIERTA
Día 8 - Tallerista: Dolores “Tequila” Díaz
Frente al librero, de Héctor
Paseando por los bares del verso, discutiendo historias en la barra, bajo el calor embriagante del ritmo, se llenan de apuntes las blancas servilletas. Sirven otra ronda de autor desconocido; alzo el codo para tragar más saliva. Se habla de aventuras, amor y filosofía; se debate por luces, cámara y acción. Interrumpe la musa con otra ronda enviada por el libro de la esquina. Concluyo los sorbos del estribo. Al día siguiente, los apuntes viajeros de la lectura, se hospedan en los renglones de un cuaderno.
Día 9 - Tallerista: Lucía Casas Rey
DESIERTA
Día 10 - Tallerista: Tomás del Rey
RATÓN DE BIBLIOTECA, de Aleksei
Don Alberto estaba seguro de que aquel libro lo tenía. No lo encuentro, joven, déjeme buscarlo bien, tuvo que decirle al comprador. Don Alberto revisó una vez más su cuadernillo de ventas, no figuraba por ningún lado. Su librería, al igual que él, envejecía. ¡Ese pinche libro debe aparecer, cómo que no! Al día siguiente lo volvió a buscar, esta vez de manera sistemática, pasillo por pasillo. Justo a la mitad olvidó su avance, ¿el lado izquierdo ya lo revisé, o empecé por el derecho?, ¡chingado! En la semana no hubo mucha clientela, así que siguió buscando. Caminaba encorvado por los pasillos, lento pero con ritmo, como en un danzón. En un rincón escuchó un ruido, se quedó quieto para oír mejor. Parecía el sonido de un roedor. Se preocupó. ¿Y si el libro que busco fue devorado?, ¿cuántos libros más faltarán? Empezó a contar, esta vez desde el ala derecha. Al final del día anotó su cuenta: 10,150 libros. Al día siguiente fueron 10 menos; al siguiente 20. O cuento mal o esos ratones son muy voraces, sonrió para sí. Cansado, se sentó en su despacho a seguir leyendo aquella novela apasionante. Solo leer le hacía olvidarse del trabajo y los disgustos. Quizá por eso no reconoció el título del libro que, entre sus manos, quedaba fuera del alcance de los libreros, de las cuentas y de los ratones.
MACRO MICRO HISTORIA, de Black Dot
Le recomendaron la lectura como forma de cultivarse; de dar consigo mismo. En una biblioteca encontró una gran ballena que cazaba hombres en el océano; un gitano que tiraba un imán en medio de la calle; un estudiante a punto de asesinar a una anciana y un hombre que no sabía que estaba muerto, pero que buscaba a su padre también muerto. Entre todos esos tomos también se encontró a sí mismo; parte de una corta y compleja trama.
Día 11 - Tallerista: Carlos Bortoni
La interpretación de los libros, de Black Dot
Al abrir, el joven Jonas se sintió decepcionado, porque no esperaba esa visita. Pensó que era una equivocación, pero ahí en el vano estaba la Parca, esperándolo mientras acariciaba la guadaña. Había leído el libro de la vida y a su tomo le faltaban dos páginas completas al final. Asumió entonces que sería inmortal y no que moriría en la flor de la vida.
Caja de arena, de Héctor
Siguiendo las coordenadas que dejó Borges sobre dónde había ocultado el Libro de Arena en la Biblioteca Nacional: "...a mano derecha del vestíbulo una escalera curva se hunde en el sótano, donde están los periódicos y los mapas". Le exigí a muerte, durante dos años, al bibliotecario que lo consiguiera, prometiendo una recompensa monetaria. Vivo en el octavo piso de un condominio con cuatro gatos y necesitaba el libro sin fines intelectuales. Ahora que lo tengo, mis gatos esconden sus miserias en el libro abierto, inodoro, tirado en un rincón de la sala. Borges nunca pensó en Beppo.
Día 12 - Tallerista: José Luis “águila descalza” Sandín
La biblioteca de Babel, de Héctor
Sus historias mecen la cuna del tiempo.
Todos los destinos, de Black Dot
Sus paredes se suspenden en el aire y los corredores cambian a cada segundo. Hay pasillos que se bifurcan con bosques y en esas arboledas trabajan duendes que producen papel. La visitan hombres que, en un estado casi onírico, escriben en las páginas en blanco. Todo el drama de la vida se produce en esta biblioteca porque el universo es ilimitado y el tiempo vasto.
Día 13 - Tallerista: Víctor M. Campos
DESIERTA
Día 14 - Tallerista: Mónica Brasca
Géneros macabros, por Black Dot
La bibliotecaria lleva a cabo sus labores con celeridad. Por esa simple razón no le reclamamos por su craso error. Todos sabemos que los endiablados libros de física, química y matemáticas pertenecen a la sección de terror y no a la de ciencias.
Día 15 - Tallerista: Aída López Sosa
Un libro en el olvido, de Black dot
Toda su vida fue justo y observante de todas las leyes. Cuando su momento final se encontraba cerca mandó a hablar su familia. Esperó a que todos estuvieran reunidos e inquirió cada uno por si tenían alguna deuda moral o física pendiente. La respuesta fue negativa y murió en paz. Al llegar a las puertas del paraíso le negaron la entrada.
-¿ Por qué?- preguntó- ¿acaso mi nombre no está en el libro de la vida?
Uno de ellos le mostró un cuaderno deshojado.
-No hay tal libro- dijo el guardia- es tan solo un block de notas.
Día 16 - Tallerista: Carmen Simón (en sustitución de Josep M. Nuévalos)
Interminable, de Diderot
Lee cada renglón. Luego lo reescribe. Aunque aún no lo sepa, acaba de empezar la historia interminable.
Fatalidad, de b.
Leía por necesidad, no por gusto. La necesidad de encontrar una ficción a la cual asirse, una ficción que le permitiera seguir viviendo.
Escena en despoblado, de Black Dot
Entra en la calle justo como está descrita. Se adentra, mientras el silencio a su alrededor permite percibir lo que sucede en esta magnífica soledad. Se enciende una luz; se escucha un disparo; alguien grita horrorizado. No hay duda, piensa el extraño, que a esas alturas ha sido atrapado y no puede escapar. En el momento crucial, su teléfono repiquetea. Abandona la calle, se apaga la luz, se esfuma el balazo, se olvida del alarido y deja el libro sobre la mesa.
—¡Hola! —gruñe al contestar el teléfono—. Sí, su servidor.
Día 17 - Tallerista: Carlos Martín Briceño
DESIERTA
Día 18 - Tallerista: Elisa Armas
Invasor, de Héctor
Obsesionado por descifrar los secretos que los libros escondían entre líneas, quedó prisionero en la cárcel de la literatura.
Día 19 - Tallerista: Eliana Soza Martínez
DESIERTA
Día 20 - Tallerista: José “El último Abencerraje” Espinosa-Jácome
DESIERTA.
Coordinación Marina 2023
02 de July de 2023 / 22:57
02 de July de 2023 / 22:57
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