Selección 5 de mayo
El libro de los secretos - Edakos
Halló un libro en un sótano sombrío y húmedo. El libro, manchado con suciedad de ratas y espolvoreado con restos de insectos, prometía, en su prólogo, revelar los secretos más oscuros de quien lo leyera. Desafiando el asco que le provocaba su aspecto, lo tomó entre sus manos y comenzó a leer. Pasó horas devorando cada palabra, cada página, sin importarle el tiempo ni su entorno. Al terminar, descubrió que su mayor secreto era, en efecto, su adicción a los libros.
La venganza del lector lento - Edakos
Durante diez largos años, un caracol se arrastró lentamente sobre las letras de la novela. Con paciencia infinita, avanzó de palabra en palabra hasta terminarla. Con el corazón lleno de emoción, decidió buscar la segunda parte de la saga.
Deslizándose hasta la librería, preguntó por la continuación de la historia. El librero, apenado, le informó que el autor había fallecido antes de completar la saga.
De regreso a casa, el caracol decidió escribir su propia secuela. Usando su baba como tinta casi imperceptible, plasmó cada palabra con la misma lentitud con la que leía. Pero, al darse cuenta de que no podría terminar la novela en lo que le quedaba de vida, tomó una decisión audaz.
Un cuento menos - Héctor
Los personajes estaban aburridos de repetir las mismas historias, contrastando con el título del libro que los albergaba: "Aventuras del viejo oeste". Cierta vez, luego de que el bibliotecario cerrara el local, John, protagonista de uno de los cuentos, salió a husmear por el estante. Le llamó la atención la novela "Convento de las monjas descarriadas" y, por curiosidad, se introdujo en ella. La madre superiora oyó pasos en un pasillo y preguntó "¿Quién anda ahí?". Dos monjas que se toparon con John, lo escondieron de inmediato en su cuarto. Después de dos noches de sudor sexual, como dios manda, el vaquero regresó a su libro y contó a sus compañeros las delicias del suceso. Los jinetes ansiosos querían visitar a las descarriadas, pero John los llamó a buen juicio diciendo que sólo podría llevar uno a la vez, ya que por las noches, la madre superiora fumaba marihuana en el patio. Los vaqueros salieron con sigilo para improvisar en lo ya escrito. El libro estaba con el lomo hacia la pared y, sin meditar, se colaron en su interior. El libro de las religiosas ya no estaba e invadieron otro por error: "Ejecuciones por concluír de los verdugos de la familia Sanson"..
Halló un libro en un sótano sombrío y húmedo. El libro, manchado con suciedad de ratas y espolvoreado con restos de insectos, prometía, en su prólogo, revelar los secretos más oscuros de quien lo leyera. Desafiando el asco que le provocaba su aspecto, lo tomó entre sus manos y comenzó a leer. Pasó horas devorando cada palabra, cada página, sin importarle el tiempo ni su entorno. Al terminar, descubrió que su mayor secreto era, en efecto, su adicción a los libros.
La venganza del lector lento - Edakos
Durante diez largos años, un caracol se arrastró lentamente sobre las letras de la novela. Con paciencia infinita, avanzó de palabra en palabra hasta terminarla. Con el corazón lleno de emoción, decidió buscar la segunda parte de la saga.
Deslizándose hasta la librería, preguntó por la continuación de la historia. El librero, apenado, le informó que el autor había fallecido antes de completar la saga.
De regreso a casa, el caracol decidió escribir su propia secuela. Usando su baba como tinta casi imperceptible, plasmó cada palabra con la misma lentitud con la que leía. Pero, al darse cuenta de que no podría terminar la novela en lo que le quedaba de vida, tomó una decisión audaz.
Un cuento menos - Héctor
Los personajes estaban aburridos de repetir las mismas historias, contrastando con el título del libro que los albergaba: "Aventuras del viejo oeste". Cierta vez, luego de que el bibliotecario cerrara el local, John, protagonista de uno de los cuentos, salió a husmear por el estante. Le llamó la atención la novela "Convento de las monjas descarriadas" y, por curiosidad, se introdujo en ella. La madre superiora oyó pasos en un pasillo y preguntó "¿Quién anda ahí?". Dos monjas que se toparon con John, lo escondieron de inmediato en su cuarto. Después de dos noches de sudor sexual, como dios manda, el vaquero regresó a su libro y contó a sus compañeros las delicias del suceso. Los jinetes ansiosos querían visitar a las descarriadas, pero John los llamó a buen juicio diciendo que sólo podría llevar uno a la vez, ya que por las noches, la madre superiora fumaba marihuana en el patio. Los vaqueros salieron con sigilo para improvisar en lo ya escrito. El libro estaba con el lomo hacia la pared y, sin meditar, se colaron en su interior. El libro de las religiosas ya no estaba e invadieron otro por error: "Ejecuciones por concluír de los verdugos de la familia Sanson"..
Daniel Frini
16 de June de 2023 / 13:42
16 de June de 2023 / 13:42
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