SELECCIONES DE ABRIL 2023

Día 1 - Tallerista: Carmen Simón
DESIERTA

Día 2 - Tallerista: Daniela Truman (en sustitución de “Alférez”)
Olfato, de Carabela
Después de tanto tiempo de vivir en la ciudad, el ciego se fue a la costa con el afán de chambear. Para su viaje, buscó al mejor guía entre los perros de la perrera hasta dar con uno que perteneció a un pescador. El perro guía avanzaba con firmeza, seguido por su amo invidente. De repente, el perro se paró como maceta y se puso a oler chido. El hombre sonrió, reconociendo el olor a mar, a mariscos bien fresones, aromas sepultados bajo el olor a basura y smog de la urbe.

Día 3 - Tallerista: Jorge Oropeza
DESIERTA

Día 4 - Tallerista: Marcial Fernández
DESIERTA

Día 5 - Tallerista: Daniel Frini

Hongo de Oldupai, de Aleksei
Aquel exótico hongo sacudió mi cerebro, cual golpe de boxeador mal intencionado, cachetada doble de irrealidad. ¡Achis achis!, el color amarillo me sabía a queso cheddar con un ligero aroma a toronja. Alcé la mirada y leí en mi librero la palabra psicología, percibí una complejidad de olores, mezcla de sudor, cabello mojado y pollo rostizado. Miré mis manos, froté las yemas de los dedos y olfateé un fósforo encendido, el calor me invadió. Todo yo en pirotecnia inversa; implosiones de colores absorbidas en un cohete cayendo al centro de la Tierra. Pronuncio la palabra Tierra y no expele el petricor característico, más bien huele a sangre e historia, a incienso de cempasúchil en ceremonia mexica.
Me miré en el espejo: el iris de mi ojo evocó el aroma del ristretto en las nevadas del Nepal, a madera quemada —madera de roble del Pleistoceno inferior—, a fogata de manada de Homo habilis. Me concentré en la pupila: percibí el olor del color negro, del enigma, de la mirada del hombre que contempla el firmamento, absorto e intoxicado de galaxia y de hongos de los pastos de Oldupai.

Día 6 - Tallerista: Patricia Dagatti

Las orejas calientes, de J.R. Spinoza

Una de las grandes desventajas de ser gordo es que cuando alguien se tira un pedo, pasas a ser el sospechoso número uno. En ese momento debes probar tu inocencia con velocidad. Esa tarde íbamos al cine en grupo, éramos seis, entre ellos Gaby "La fresa" con sus ojos cafés y pecas adornándole los hombros. Ser el pedorro frente a ella eliminaría cualquier oportunidad de noviazgo. Me estresé tanto que detuve el tiempo. Caminé alrededor de todos hasta dar con el culpable. Usando mi nariz detecté la fuente de aquel olor a huevo podrido. Regresé a mi sitio y el tiempo corrió de nuevo.
—Fui yo —mentí.
Soporté las burlas con estoicismo.
Los demás se adelantaron, en parte porque la película ya iba a empezar, en parte para alejarse de mí. Sólo se quedó Gaby.
Yo la miré a los ojos sin vergüenza y ella, con ese sexto sentido que tienen las mujeres, descubrió la verdad.
—Gracias —me dijo con la cara enrojecida.
Yo la tomé de la mano y ella no me soltó.
De último momento, decidimos no entrar a ver la película.

Día 7 - Tallerista: Sara Coca
DESIERTA.

Día 8 - Tallerista: Dolores “Tequila” Díaz

Sueños de agua, de Héctor

Mientras camina, el hombre percibe un olor antiguo que le abre una herida en la memoria. Siguiendo la estela, llega a un tianguis donde éste se mezcla y hace un nudo con otros. Compra la esencia. Ahora, antes de acostarse, vierte un poquito en el lado vacío de su cama y se abraza a la almohada hasta quedar dormido.


Día 9 - Tallerista: Lucía Casas Rey
DESIERTA

Día 10 - Tallerista: Tomás del Rey
DESIERTA

Día 11 - Tallerista: Carlos Bortoni

El catador, de Héctor

Rafael entró temblando al edificio en busca de refugio por la tormenta.Tras su paso, el guardia cerró la puerta bajo llave. En el lugar había una mesa llena de botellas de vino.
—¡Bienvenido!— le dijo un hombre que estaba reunido con otros tres, al tiempo que destapaba una de las botellas sirviéndole una copa. "Tanto se me nota", pensó el tembloroso. Se la tomó en el primer intento.
—¡Sin olerla siquiera, wow!— dijo uno de ellos y preguntó:
—¿Qué le parece?
—A ver, sírveme otra— pidió Rafael. Esta vez movió la copa en círculos oliendo el vino antes de tragárselo.
—¿Qué tal?— inquirió otro.
—Está medio seco...,pero si amarra — respondió con seriedad.
Luego de varias botellas de prueba en copas diferentes, le sirvieron otra en espera del siguiente veredicto. Esta vez, Rafael, luego de aspirar, vació el etílico en su boca, hizo gárgaras, se pasaba el líquido de una mejilla a otra como si fuera un enjuague bucal, antes de bebérselo. El cuarteto de hombres se quedaba viendo entre sí, asombrados por la técnica rudimentaria de la cual eran testigos.
—Los catadores de campo son los más capaces— le participó uno de ellos a otro, en voz baja.
—Y bueno ¿entonces qué?— saltó la pregunta.
—¿Neta, güey, neta? Sólo faltan unas botanitas— dijo Rafael, ya sin temblar.
Los hombres rieron. Rafael se tambaleaba buscando la puerta de salida.
—Hasta mañana— añadió.
—¿Quiere que lo lleve a su casa, maestro?— se ofreció uno.
—No, gracias, mi limusina me espera— dijo.
Cuando el guardia abrió la puerta de salida y se alejó de él por el tufo, Rafael se volteó y dijo:
—Se echaron uno ¿verdad?
Los hombres se vieron entre sí y alguien contestó:
—No, maestro.
—No mames, güey...me usaron de mula y ahora se lo dejo al guardia de souvenir.
Abrió la puerta y buscó un lugar donde pasar la noche, mientras guardaba en un bolsillo la tarjeta que le dio uno de los vinicultores.

El enigma, de Carabela

La curiosidad llevó a la gente a caminar por la playa, siguiendo el rastro de la fragancia. Nadie había olido nada parecido. Fue entonces cuando un anciano aspiró el aire y lo paladeó chasqueando su lengua. "Eso es la flor del mar", dijo, "solo florece en la barriga de las bestias marinas". Todos miraron al anciano con asombro. ¿Cómo podría saberlo? El viejo se acercó a un montículo y retiró las algas, para descubrir una gran roca de color negro de la que se desprendía esa fragancia dulzona y exquisita que les deparó miles de dólares al vender el ámbar gris a la industria perfumera.

Día 12 - Tallerista: José Luis “águila descalza” Sandín

Terminal, de Ingrid

Ahorita que las piernas no lo sostienen y el viejo yace ciego y sordo en la cama, solo el olfato le permite ubicarse. El olor a desinfectante golpea su nariz cuando llega el practicante cargando el maletín con todo y sueros. Al pinche de su hijo lo delata el tufo a tequila y a la hija, que siempre tiró a puta, el perfume empalagoso y barato. Pero por más que husmea como un desesperado, no logra reconocer a su mujer entre quienes, de tanto en tanto, se acercan remolones a aliviar sus miserias. Y es que, desde hace un tiempo, ella ha dejado de apestar a miedo.


Día 13 - Tallerista: Víctor M. Campos

Quiebre, de Kyo

"Me cansé de olfatear el trasero de otros perros, de oler la misma marca de croqueta barata. Desprecié el apestoso celo de mis congéneres, la fragancia de las farolas, la mezcla de lavanda con heces, el orín en las llantas de los autos o el hedor de cualquier chunche. Preferí, en cambio, el olor de los humanos, absurdo y complejo a la vez. Me gusta, por ejemplo, percibir el aroma a menstruación de la mujer madura o la culpa honesta del borracho.
¡Ah! ¡Humanos! Me fascinan y al mismo tiempo les compadezco. Son cortos de nariz, se conforman con tan poco. Por ejemplo, con el aroma de la cerveza artesanal o el obvio cítrico de sus perfumes. Preocupados constantemente por su mal aliento o por la humedad de sus axilas, pero no se percatan del incipiente olor a cáncer de próstata o el hedor de las mentiras.
Tan solo miren —o más bien olfateen — a mis dos amos, sentados ahí en la banca del parque. A simple nariz son una pareja desdichada, emitiendo el rancio olor del resentimiento y de la súplica desesperada. Sin embargo, sus olores se corresponden: la lencería de ella en el cuello de él; los besos de él en el pubis de ella.
Olorosos y confundidos, discuten. Me acerco pero es vano intervenir, ni siquiera un chillido lastimero podrá detener los reproches mutuos. En un arrebato de orgullo, él se levanta y nos da la espalda. Ambas lo vemos marcharse.
Estaremos bien sin él —dice mientras me acaricia el lomo—. Aquí nadie es la perra de nadie.
Se le quiebra la voz. Hoy descubrí el olor de las lágrimas".


Día 14 - Tallerista: Mónica Brasca

Destino, de Carabela

Podía localizarla en el patio de juego siguiendo ese aroma a palomitas de maíz y sirope de fresa que anidaba entre sus sus trenzas. Una tarde, ella no volvió. Seguí esa fragancia durante años por parques y avenidas como si fuera el hilo rojo que me atara al amor de mi vida. La búsqueda me llevó hasta una mujer en el tianguis. Sentada en un banquillo, le lustraba el calzado a un cliente que se mantenía absorto en el vaivén de sus ubres gigantescas, mientras ella rumiaba que su expareja le había puesto un par de cuernos en la mollera.
Como si sintiera mi presencia, la mujer levantó la mirada.
—Jefecito, ¿le boleo los zapatos? Se los dejo bien chidos, mi rey —dijo sonriendo. ¡Era ella, y estaba chimuela!
Di una vuelta y corrí desandando el camino, alejándome de su hedor a pañales sucios, platos sin lavar y sábanas sudadas y empapadas en alcohol.

Día 15 - Tallerista: Aída López Sosa
DESIERTA.

Día 16 - Tallerista: Josep M. Nuévalos

El final, de Ara

Sabíamos que ocurriría tarde o temprano. No fue ni un meteorito ni una guerra nuclear. Sucedió poco después de terminar la pandemia. Se pensó que sería algo pasajero, pero el don del olfato huyó de nuestras narices. Al principio, solo fueron insignificancias como un postre arruinado por una leche ahumada. Luego, los bomberos no paraban de ir y venir apagando incendios. Seguido, la economía se resintió al cerrar las cocinas, los restaurantes, las vinotecas, las perfumerías... Antes del colapso, la policía ya no se molestó en apresar a los criminales. Ninguna era víctima, todos culpables. Desde la madre estranguladora de su propia progenie hasta los niños parricidas o los amantes caníbales. El motivo de los asesinatos, según sus palabras, era que nadie olía a persona, a ser humano, ni siquiera al excavar en busca de algún olor dentro del cuerpo. Solo la sensación de aire frío. La humanidad había perdido la capacidad de percibir el aroma de la vida.

Día 17 - Tallerista: Carlos Martín Briceño
DESIERTA.

Día 18 - Tallerista: Elisa Armas

Aroma a fracaso, de Edakos

Durante años, el perfumista trabajó con ingredientes exóticos: la frescura efímera del lirio del valle, el susurro avainillado de las orquídeas negras de Madagascar, y la misteriosa profundidad del ámbar gris. De esta alquimia surgió una fragancia que, para él, era amor encapsulado.
Orgulloso de su creación, se roció con ella y fue a buscar a su amada. Pero al llegar descubrió que la bonita se había casado con el taquero de la esquina, conquistada por el aroma inconfundible de sus tacos al pastor.


Día 19 - Tallerista: Eliana Soza Martínez

RECUERDOS ENVASADOS, de Alameda

Que sea lo que Dios quiera, pensé. Me persigné y toqué el timbre.
Cuando se abrió la puerta, me recibió un exquisito olor a lomo al champiñón, el menú prometido. El dueño de casa me hizo pasar. Dejamos atrás un living moderno, avanzamos por el comedor; alcancé a ver, a un costado, una cocina impecable. La mesa para dos estaba dispuesta en el jardín, con velas, flores, delicada vajilla, copones y un decantador de vino. Se había esmerado mucho en agasajarme; tanto como yo había dudado en aceptar la primera cita desde mi divorcio.
—Está todo perfecto —dije.
—Falta un detalle para que podamos cenar en paz —dijo él.
Y encendió varias antorchas estratégicamente ubicadas en el patio. Me llegó un aroma fresco y cítrico. Era el olor a citronela predominante en el hotel de playa donde pasamos las últimas vacaciones en familia, para siempre impregnado en mi memoria junto con el mensaje que encontré en el celular de mi marido, el día antes de volver.
En toda la noche no hubo halagos ni champán que pudieran recuperar la magia que la citronela había ahuyentado, además de los mosquitos.

Día 20 - Tallerista: José “El último Abencerraje” Espinosa-Jácome
DESIERTA.
Mónica Brasca
16 de May de 2023 / 23:35
SELECCIONES DE ABRIL 2023 16 de May de 2023 / 23:35
Mónica Brasca
 

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