Seleccionadas del 16 de Marzo: "E de estéril y errata" de Edakos y "La canción de la verdad" de Urraca
"E de estéril y errata" de Edakos
A medida que avanzaba la trama, la menopáusica escritora comenzó a sentir que algo estaba mal. Los personajes "femninos" donde se había reflejado semejarían estar incompletos.
"La canción de la verdad" de Urraca
(A Anna Politkóvskaya, in memoriam).
Tanto le hablaba el preceptor de la prosperidad que gozaba el reino tras las conquistas de su padre que, una tarde, la princesa escapó, deseosa de contemplarla. Días más tarde fue encontrada, hambrienta y ojerosa, y devuelta a palacio por la guardia real. Desde entonces no quiso más clases, ni bailes, ni banquetes sino que, encerrada en sus aposentos, se dedicó describir lo que había visto.
No tardó el rey en conocer la naturaleza de los escritos de su hija. Preso de la furia, ordenó que le cortasen la mano derecha y, más tarde, también la izquierda, pues la joven aprendió a escribir con ella. Fue inútil: cada vez que se las cercenaban, nuevas manos surgían de sus muñones para poder seguir dando testimonio, hasta que al fin su padre la mandó decapitar.
Y allá, en el lugar donde enterraron su cuerpo, brotó un árbol con cinco ramas ágiles como dedos cuyas hojas, al danzar con el viento, aún susurran historias de guerras y miseria, de mutilados, huérfanos y viudas..
A medida que avanzaba la trama, la menopáusica escritora comenzó a sentir que algo estaba mal. Los personajes "femninos" donde se había reflejado semejarían estar incompletos.
"La canción de la verdad" de Urraca
(A Anna Politkóvskaya, in memoriam).
Tanto le hablaba el preceptor de la prosperidad que gozaba el reino tras las conquistas de su padre que, una tarde, la princesa escapó, deseosa de contemplarla. Días más tarde fue encontrada, hambrienta y ojerosa, y devuelta a palacio por la guardia real. Desde entonces no quiso más clases, ni bailes, ni banquetes sino que, encerrada en sus aposentos, se dedicó describir lo que había visto.
No tardó el rey en conocer la naturaleza de los escritos de su hija. Preso de la furia, ordenó que le cortasen la mano derecha y, más tarde, también la izquierda, pues la joven aprendió a escribir con ella. Fue inútil: cada vez que se las cercenaban, nuevas manos surgían de sus muñones para poder seguir dando testimonio, hasta que al fin su padre la mandó decapitar.
Y allá, en el lugar donde enterraron su cuerpo, brotó un árbol con cinco ramas ágiles como dedos cuyas hojas, al danzar con el viento, aún susurran historias de guerras y miseria, de mutilados, huérfanos y viudas..
José M. Nuévalos
25 de March de 2023 / 04:29
25 de March de 2023 / 04:29
Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.