Este es el veredicto que nos envía David Vivancos Allepuz, a quien agradecemos su colaboración con el taller.

Mi ganador es Amor animal, de Walkiria. Una historia breve que comparte la idea del patito agresivo de apariencia inocente con Área de flotación, de Chester Truman, otro texto sencillo que también me ha agradado. La prosa de Walkiria, al menos en este microrrelato, es fácil, amena y ágil, sin alardes. Creo que es algo que favorece a un texto como el que nos ocupa. Me ha encantado su inicio: “Con el primer moratón pedí explicaciones a la niñera. Ella no recordaba ninguna caída ni golpe fortuito. Con los siguientes hablé con Pablito, que simplemente dijo “jugando””. Un arranque de manual, de ésos que captan la atención del lector, quien se ve obligado a proseguir la lectura con interés. Ese mismo manual habla de que, una vez conseguida la atención de quien lee, el autor ha de conseguir que éste se deje llevar plácidamente hasta un final sorprendente. El mazazo. Y Walkiria lo logra con esos patitos que se comen al niño a besos, esos patitos “cuyos picos de plástico brillan en un rojo intenso”. Consigue sacudirnos sin decirnos, en realidad, nada atroz. Cuando la idea del cuento lo es. Un final acertadísimo para un microrrelato que ha sido, en definitiva, clave para su elección como ganador de esta convocatoria.

El primer accésit recaería en Hallazgo, de Marjorie. En un principio era, para mí, el mejor relato pero tras varias relecturas (ay, siempre las relecturas, tan necesarias), cambié de opinión. Me gusta la historia en sí y también su redacción, que quien lo ha escrito ha disfrutado con la misma. Se nota en la imagen de los vagones circulando por el carril, quizás innecesaria para los puristas del microrrelato, pero de un buen gusto que yo, como lector, he agradecido. Se nota en el “dos veces testigo de mi culpa”, tan literario como necesario para comprender el completo sentido de la narración. Quizás aquí voy en contra de la mayoritaria opinión de mis colegas, quienes sostienen que menos es más. Personalmente, no creo que un texto de ciento cuatro palabras sea mejor que uno de ciento once, así que aplaudo que Marjorie haya desarrollado su historia del modo en que lo ha hecho. Debo decir que he detectado, en líneas generales, precipitación en los microrrelatos que he leído en la convocatoria: se han desaprovechado excelentes ideas, siempre bajo mi punto de vista, en aras de un final abrupto. Como si la convocatoria fuera de nanorrelatos. Y no.
Me ha confundido la aparición del cachorro en un momento en el que me ha costado discernir si obedecía a la secuencia lineal de la narración o si se estaba volviendo atrás para contar el inicio del trágico ahogamiento del niño. No sé si era la intención de quien lo ha escrito pero me ha obligado a proseguir la lectura con mayor atención. Es algo que he agradecido: un poco de esfuerzo suplementario, en el microrrelato, nunca está de más. No me ha gustado, y de ahí que haya acabado decantándome por Amor animal, el final. A mí me estropea el conjunto porque encuentro exagerada, inverosímil, la frase que cierra el microrrelato. Me cuesta imaginar el pato “flotando” en un charco de sangre que mana de la boca de un cachorro. Por fuerte que haya sido la patada y violenta la caída, ese gigantismo oceánico me hace saltar las alarmas y alzar la ceja de la incredulidad. Comprendo que el pato nadando buscaba cerrar perfectamente la historia pero, para mi gusto, no resulta acertada.

Por lo mismo, más o menos, es por lo que he descartado como ganador a Impronta, de Noé, que sería mi segundo accésit. El primer párrafo es maravilloso en su redacción: la corza juguetona, las uvas maduras, la gravedad desconocida para una perra, son una delicia para un lector que disfruta de la singular relación establecida entre perra y pato de goma en una introducción necesaria para el desenlace que viene a continuación. Vuelvo al gusto por el desarrollo en la narración. No debemos asustarnos si la historia nos demanda una descripción. Hay que hacer caso al propio texto: él manda. Marjorie y Noé asumen el dictado de la narración y no les tiembla el pulso al usar el adjetivo cuando deben. Aunque la cosa se alargue algo. Bravo.
Estropea el microrrelato, en mi opinión, la cola de aspecto perruno a la que no encuentro explicación. Tenemos un patito de goma “deslucido”, cuidado por Gala, y sabemos de él que cobra vida y anadea sobre sus “nuevos pies palmeados” y tiene su “pico abierto”. Un pato, pato que dice “guau, guau”. ¿No sería éste un final fantástico? El pato físico con alma canina por obra y gracia del amor de Gala. ¿Por qué esa “cola de aspecto perruno”? ¿Significa algo que se me escapa, acaso no es suficiente impronta el ladrido? No lo acabo de entender y es una lástima porque el relato estaba muy bien construido.

Felicidades a los tres por sus textos y mi ánimo a todos los participantes para que sigan trabajando y trasladando sus ideas al papel para que todos podamos compartirlas y mejorar.
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Taller Marina
12 de August de 2017 / 10:21
VEREDICTO DE JUNIO 12 de August de 2017 / 10:21
Taller Marina
Enhorabuena 12 de August de 2017 / 16:52
Yonosoykafka
Gracias 13 de August de 2017 / 13:32
Walkiria
Gracias, Miriam, por estar siempre presente. 15 de August de 2017 / 15:40
Mónica Brasca
Felicidades a Walkiria, Marjorie y Noé!!... 15 de August de 2017 / 18:13
Gata Blues
 

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