Selección Noviembre, día 19
Ladrón de Confidente
En Villa X, cuando el reloj está a punto de dar las tres de la mañana y los durmientes sufren sueño intranquilo, el viento comienza a correr. Es diferente, tiene vida propia. Se cuela por rendijas, ventanas abiertas, agujeros mal tapados, recorre las habitaciones en pequeños remolinos. En su misteriosa voz susurra: “Secretos: robos, trampas, chismes, infidelidades, crímenes… secretos. Secretos que ya no quieran…”. Estremece cuerpos, conciencias que dudan, temen; se resisten a soltar el yugo. Como Sabina, que se revuelve en su lecho, inquieta. En un soplo besa su frente húmeda. Descubre lo que guarda su alma: Su marido no la toca y, ansiosa, se auto erotiza. Él la considera fea, incapaz de despertar pasión. Su secreto le pesa, la avergüenza y llena de culpa.
Una brisa tibia suaviza su ceño: “Tranquila”, suspira a su oído. La libera de tensiones: “Eres hermosa, no creas otra cosa”. Vuelve su corazón a ritmo: “Él es un estúpido y no sabe de lo que se pierde”.
El céfiro arrastra consigo cual fríos fantasmas, el peso de cargarlo: “Déjalo”. La angustia de saberlo: “No te hace falta”. Las ganas de gritarlo: “¡Vive!”..
En Villa X, cuando el reloj está a punto de dar las tres de la mañana y los durmientes sufren sueño intranquilo, el viento comienza a correr. Es diferente, tiene vida propia. Se cuela por rendijas, ventanas abiertas, agujeros mal tapados, recorre las habitaciones en pequeños remolinos. En su misteriosa voz susurra: “Secretos: robos, trampas, chismes, infidelidades, crímenes… secretos. Secretos que ya no quieran…”. Estremece cuerpos, conciencias que dudan, temen; se resisten a soltar el yugo. Como Sabina, que se revuelve en su lecho, inquieta. En un soplo besa su frente húmeda. Descubre lo que guarda su alma: Su marido no la toca y, ansiosa, se auto erotiza. Él la considera fea, incapaz de despertar pasión. Su secreto le pesa, la avergüenza y llena de culpa.
Una brisa tibia suaviza su ceño: “Tranquila”, suspira a su oído. La libera de tensiones: “Eres hermosa, no creas otra cosa”. Vuelve su corazón a ritmo: “Él es un estúpido y no sabe de lo que se pierde”.
El céfiro arrastra consigo cual fríos fantasmas, el peso de cargarlo: “Déjalo”. La angustia de saberlo: “No te hace falta”. Las ganas de gritarlo: “¡Vive!”..
Eliana Soza
29 de November de 2022 / 10:55
29 de November de 2022 / 10:55
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