1.- Coulrofobia / Gesel van God
No se escucharon disparos durante la persecución, pero cuando el hombre dobló la esquina, la súbita aparición del siniestro payaso bastó para fulminarlo.
2.- La memoria de Gilberto / Papalotl
Fue por 'ai del veintisiete cuando todo esto ocurrió y pa' cuando terminó la guerra, se olvidaron del padre Gil. Dos hombres corrieron al templo pa' decirle que iban por él, mientras le gritaban que corriera sin que olvidara el fusil. Pero les dijo que huyeran, porque su hora ya iba a llegar, y cuando apareció la tropa en el atrio, él los esperaba de pie. Lo lazaron como marrano antes de enfilar por la calzada, y al llegar a la orilla del río, muy cerca del robledal, le ordenaron que se encuerara, porque lo iban a desollar si no decía dónde carajos estaba lo que era nuestro cuartel. No dijo una sola palabra y solo se carcajeó; aguantó como los machos hasta que lo dejaron sin piel. Y así de breve es la historia de un hombre muy cabal, que era un santo con sotana y un  demonio pa' peliar, quien se rio de los pelones mandándolos mucho a chingar, y aunque lo dejaron bien muerto, nunca suplicó por piedad. Apenas era setiembre, a tres meses de Navidá...
3.- Testigo ocular / Humo blanco
El golpe de la roca lo sacó de la órbita. Mientras se alejaba dando tumbos, el ojo de vidrio era testigo del fin del incauto marinero, del robo de su billetera, del teléfono y de la fuga de su asesino.
4.- La Gran Manzana / Cicerón
Con dificultad logró escapar de sus captores. Su desnudez pasaba desapercibida ante el horror que su presencia provocaba en las calles donde el hambre y la sed lo hicieron matar al primero que se atravesó en su camino, mordisquearlo y beber su sangre ante quienes lo vieron. Corrió hasta Central Park, donde se refugió, y al amanecer, con la cabeza despejada, se observó en un estanque. Solo quedaban unos cuantos pelos en la cara y los brazos, y mientras iba recordando lo sucedido, entendió por qué lo llamaban El lobo de Wall Street.
5- Doscientos metros más abajo / Johnny Pinto
Cuando vi entrar a aquellos dos hombres al restaurante reconocí a ese artista peculiar, extravagante y vanguardista que, en su afán por innovar, creaba obras un tanto distópicas con materia orgánica y tintes naturales sobre granito, caliza, hormigón u otras superficies sólidas. Su plática durante la cena me pareció algo ríspida; discutían y en ocasiones manoteaban y, al terminar, los vi salir a la terraza que dominaba toda la ciudad mientras fumaban un habano y bebían coñac.
Minutos después, escuché al pintor exclamar: "¿Ahora lo ve?, se lo dije. ¡Es maravilloso, excelso!; ¡definitivamente insuperable!", a la vez que miraba extasiado hacia la avenida a sus pies para elevar después los brazos y voltear al cielo. Acababa de convertir a su acérrimo crítico en su última creación..
Víctor M. Campos: el tallerista de los días 13.
05 de September de 2022 / 16:49
Día 13, selección agosto: 05 de September de 2022 / 16:49
Víctor M. Campos: el tallerista de los días 13.
 

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