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Muestra del mes de junio de 2017
Tema: Patitos de goma
Jurado: David Vivancos Allepuz
Taller del día 1 de junio
Tallerista: Elisa de Armas
"Patitos de hule", de Black Dot
Desde que los patos se extinguieron la ciudad luce más limpia sin los excrementos semisólidos de estos animales. Los lagos y estanques se ven hermosos con las réplicas que flotan en el agua. En algunas ciudades los usan de diferentes colores y tamaños, como para distinguirse de otras en las que usan siempre los amarillos. Los únicos que tienen problemas con ellos son los restaurantes de chinos que, empeñados en servir estas aves, ocasionan malestar estomacal y dolorosas diarreas a sus comensales que no logran digerir el plástico.
"Descorazonado", de Malvadisco
Deseó con todas sus fuerzas ser de carne y hueso, y el patito de goma se transformó en un ave verdadera. De la tina de baño pasó a un gran estanque donde nadaban más de los suyos. Localizó una hembra que se bamboleaba insinuante con el vaivén del agua. Realizó un vuelo rasante y quiso copular, pero se resbalaba en el lustroso cuerpo de una sola pieza. En aquellos ojos estáticos delineados con primor, descubrió la ausencia de alma. Una bala de cazador en pleno corazón le hizo abrir las alas sobre el señuelo antes de deslizarse al fondo encenagado.
Taller del día 2 de junio
Tallerista: José Luis Velarde
"Patitos", de Spectrum
El patito era de goma, estaba sucio y tenía los ojos despintados. Sin saber por qué lo recogió del montón de basura y se lo llevó a su casa. Y lo lavó y le pintó los ojos. Al otro día, al sonar el despertador, sintió como unas manos lo agarraban del cuello, lo conducían fuera de la casa y lo dejaban quién sabe dónde. Se sentía sucio y no podía ver. Entonces quiso pedir ayuda, pero lo único que consiguió articular fue un triste y solitario “¡Cuac!”
"Octubre de 2087 " de Esleongo
La Biblia nada refiere sobre la afición de Noé por los patitos de goma. El patriarca, según la tradición oral, se dio mañas para colar en el Arca y esconder, no una pareja de amarillos hembra y macho, sino toda su colección que llegaba a más de 1000. De ahí que esta generación de ánades se haya reproducido tanto que hoy día pululan por todas partes. Ya no hay cupo en los escaparates de las tiendas y abundan las promociones: “Pague 1 y lleve 5”.
"2017 Banquete" de José Álvarez
Cuando el patito de goma conoció a Gepetto. Éste lo convirtió en un pato real, de carne y hueso. En forma de pago, por tal hazaña, el carpintero decidió salpimentarlo, bañarlo en aceite de olivo y luego introducirlo al horno.
"Área de flotación" de Chester Truman
En lo que va de mes, es la sexta persona que fallece ahogada en la bañera de la habitación 630 del Hotel Prixton. El inspector Flannagan husmea entre los botes de baño en busca de algún indicio. El patito de goma, meciéndose en el agua teñida de rojo, se limita a sonreír.
Taller del día 4 de junio
Tallerista: Marcial Fernández
"Flexiona anatis", por Black Dot
A las aves flexiona anatis sólo se les encontraban en las latitudes del norte de América. Con el tiempo terminaron por atravesar océanos en contenedores de buques cargueros. Así se dio su prodigiosa migración. Aunque nunca se han caracterizado por ser comestibles o graciosas, su apariencia tierna las ha hecho populares. Ahora se pueden adquirir por tan poco dinero que uno es capaz de ignorar la mano de obra infantil que produce esos hermosos patitos de hule.
Taller del día 6
Tallerista: Daniela Truman
"Juguete predilecto", de Black dot
Podrían haber escogido a la jirafa, después de todo estaba tan de moda, pero en su lugar decidieron comprar el patito de hule. Se convirtió en el favorito tan pronto como lo vio. Flotaba tierno en la tina mientras bañaban al pequeño o lo colocaban en la cuna. Con los primeros pasos del niño aparecía tirado en el suelo por todas las habitaciones de la casa o en el patio donde seguido lo encontraban. Esto último hasta el día en que ambos fueron hallados flotando inertes bajo el chorro de la fuente.
Taller de día 7
Tallerista: Sapo
"Concurso de disfraces", de esleongo
Su mamá lo disfrazó de patito de hule y lo llevó al bus escolar. Los compañeros no dudaron en estrujarlo, primero uno, luego otro y otro, sin conseguir oír el "cuac cuac" esperado. En clase pasaba lo mismo, y en los recreos. Al final del día recibió premio por su disfraz de papaya magullada.
Taller del día 8
Tallerista: Sapo
"Lengua de pato", de enigmática
Queridos amigos, antes no sabía de estanques dorados ni de oasis en los desiertos, pero ahora que paso la vida viajando conozco hasta los de siliconas de balnearios; entrañables vecinos de toda la vida tienen que saber de qué hablo.
Taller del día 9
Tallerista: Lucía Díaz
"Revelación", de Wolf
En el andén tomé asiento al lado de un hombre con una maleta. Hacía calor y el tren venía con demora. De repente, el hombre dejó la maleta sobre el banco y me pidió que se la guardase durante un instante. Asentí. Cinco minutos después, llegó el tren. Me puse de pie, caminé hasta la escalerilla del convoy y volví sobre mis pasos, varias veces. Por último, abordé el tren maleta en mano. Abandonarla hubiera sido una descortesía de mi parte; pero ahora me hallaba ante el problema de qué hacer para regresársela. Entonces oí un “¡Cuac, cuac!” que provenía de su interior. Y luego otro y otro. Disimuladamente miré a los demás pasajeros, pero nadie parecía haberse percatado del asunto, pese a que los “¡Cuac, cuac!” iban in crescendo. Acto seguido, abrí la maleta y la voz cesó. Dentro había una muda de ropa, un cepillo de dientes y un patito de goma. Tomé al patito y lo apreté, pero no emitió ningún sonido. Acalorado, me aflojé la corbata y abrí la ventanilla. El patito me miró, dijo “¡Cuac, Cuac!”, y salió volando. Tras cerrar la maleta, me hundí en mi asiento. Poco después el hombre de la maleta se sentó a mi lado.
—¡Gracias por guardármela! —dijo.
Iba a comentarle sobre mi indiscreción, cuando sacó el patito de goma de un bolsillo y lo volvió a la maleta. Al observar mi cara, dijo:
—No se preocupe, si no la hubiese abierto, nunca lo hubiera podido encontrar.
Coincidimos; y pensé en preguntarle cómo había abordado el tren, pero un último “¡Cuac, cuac!”, para mi sorpresa, me reveló el misterio.
"Nobleza", de Crispín
Los Duques de Canard celebraban el proyecto de unión con la noble familia alemana de los Wolf-Meyer, e incluso habían fantaseado con un escudo heráldico común en el que aparecerían las armas de ambas familias: un ánade y un lobo. Terminada la cena fueron al jardín en busca de sus respectivos vástagos, y se encontraron al perrito de peluche de la pequeña Katrina, pisando la cabeza del patito de goma del heredero. El acuerdo nunca llegó a firmarse.
"Mi juguete", de esleongo
Verlo flotar en mi bañera, chapotear con él y oír su “cuac cuac” cuando era estrujado por mi abuela, eran cosas que me extasiaban cuando niño. No había dicha igual, era como bañarme con el Pato Donald. Ahora, como ya no está mi vieja y como no tengo tina, al salir del trabajo siempre llevo mi patito de goma a nadar en la piscina del club. Cuando me ven con él, todos me miran extrañados no sé por qué.
Taller del día 10
Tallerista: Dakiny
"Un bulto", de Black dot
Los trabajadores vieron el patito de hule a un lado de un montón de andrajos y sábanas azules pero lo ignoraron. Solo Marco, uno de los carpinteros, meneó el bulto. Las ratas salieron corriendo a esconderse en la maleza. Los ojos pintados del juguete parecían mirar al hombre como las ratas, agazapadas entre la basura, a la espera de que se marchara para poder regresar a seguir devorando al pequeño.
Taller del día 11
Desierto
Taller del día 12
Desierto
Taller del día 13
Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
"La tienda", de esleongo
–¿Cuánto vale la jirafa de peluche?, está divina.
–Mi señora, solo treinta mil, tiene descuento del 10%.
–¡Ay! ¿y ese pingüino?, qué belleza, no lo había visto.
–Se lo puedo dejar en veinte mil.
–¿Y el patito de goma?
–No…ese no lo vendo. Yo chapoteo con él en mi bañera
"Cruce de patos", de Black dot
Los patos se habían posado a lo ancho de la avenida y el tráfico se detuvo. Hombres y mujeres en sus autos esperaban pacientemente hasta que las aves se decidieran a cruzar. Parecían polluelos, amarillos, de pico rojo y ojos negros. Descansaban sobre el pavimento que a esas horas estaba ya ardiendo por el sol inclemente. La gente empezó a bajarse de los carros y autobuses para poder observar el fenómeno nunca antes visto. Mientras tanto, al norte de la ciudad, el chofer de un camión de carga no alcanzaba a explicar qué había pasado con los malditos patitos de hule.
Taller del día 14
Tallerista: Mónica Brasca
"Hallazgo", de Marjorie
La ropita, la cuna, el cochecito, los juguetes... Todo salió de casa antes de que Irene volviera de la clínica, del estupor. También la bañera, que sustituí por un plato de ducha. Desde entonces nos convertimos en vagones empeñados en circular por un carril que ya no los admite. La cara del bebé, que aparecía de repente entre el tenedor y el cuchillo o dando vueltas en el tambor de la lavadora, denunciaba que, tras su silencio, Irene nunca olvidaría mi descuido. La idea del cachorro fue de la psicóloga. “Algo que cuidar”, dijo. Al principio Irene ni lo miraba, pero él, tozudo y cariñoso, la fue conquistando hasta dibujarle a veces un gesto parecido a su antigua sonrisa.
Tendíamos la ropa en la azotea y vimos a Tuno subir triunfante con el maldito pato de goma entre los dientes. De qué rincón pudo haberlo sacado no lo sé, porque yo había escudriñado hasta el último. El rostro del bebé, hinchado en la bañera, apareció de nuevo entre las sábanas húmedas. De una patada lancé a Tuno escaleras abajo. El gritó de Irene al verlo caer liberó todo el odio acumulado. Lo último que vi antes de marcharme para siempre fue el juguete, dos veces testigo de mi culpa, flotando en el charco de sangre que manaba de la boca del perro.
"Discriminación", de Esleongo
Para su convención anual, se reunieron todos los patos de la comarca, excepto los de goma. Nunca les avisaron por considerarlos muy infantiles, como de juguete.
"Amor animal", de Walkiria
Con el primer moratón pedí explicaciones a la niñera. Ella no recordaba ninguna caída ni golpe fortuito. Con los siguientes hablé con Pablito, que simplemente dijo «jugando». Acudí al colegio donde nadie sabía de peleas ni accidentes. La semana que tuvo fiebre y se quedó en cama los cardenales se multiplicaron. La niñera me juró una y otra vez que jamás podría hacerle daño. He instalado cámaras de seguridad por la casa y, pese a todo, su piel está llena de heridas. Por ley, el único lugar sin vigilancia es el baño. Decido entonces acompañarlo siempre y bañarlo yo misma con bálsamos de cúrcuma y sal marina. Él, preocupado, me pregunta si también voy a jugar a comerle a besos, como los patitos de goma, esos cuyos picos de plástico brillan en un rojo intenso.
Taller del día 16
Tallerista: José M. Nuévalos
"Impronta", de Noé
Tras el primer celo perdió aquel trotar de corza juguetona, se le hincharon los pezones como uvas maduras y empezó a caminar con una gravedad desconocida. Pronto volcó todo su afán en el deslucido patito de goma que apareció en el armario cuando Fran se emancipó. Lo apretaba contra su costado y lo trasladaba de un lugar a otro sosteniéndolo primorosa entre los dientes, los mismos dientes con que se revolvía si pensaba que alguien amenazaba al objeto de sus desvelos. Aunque el veterinario insistió en que debíamos hacerlo desaparecer, arrebatárselo nos partía el alma casi tanto como verla desplegar aquel esfuerzo inútil.
Ayer nos despertó una agitación inusitada. Gala avanzaba por el pasillo con aire de matrona. La seguía el patito sobre sus nuevos pies palmeados. Revoleaba una cola de aspecto perruno y lanzaba, desde su pico abierto, un alegre "Guau, guau".
"Reencuentro", de Malvadisco
Lo intentaron con las migas de pan remojadas en mercurio, la vela encendida a flote en un platillo para localizarlo. Pero al final, de entre sus pertenencias, eligieron al patito de goma que tanto quería. Con lágrimas en los ojos, colocaron al ave en el cauce de agua. Seguido por una multitud, el juguete subió, contra todo pronóstico, río arriba. Se detuvo en una zona pantanosa y giró en círculos señalando el sitio con graznidos. En el fondo de aquella ciénaga, encontraron el cuerpo del niño ahogado.
Taller del día 18
Tallerista: Carmen Simón
"El pato de la fortuna", de Malvadisco
Mientras los demás heredaron obras de arte y antigüedades, el hermano menor recibió un viejo patito de goma como recuerdo de su padre muerto. Furioso, quiso deshacerse del objeto, pero el ave lo detuvo: "¡Dueño mío, no me hagas daño y te colmaré de riquezas! Toma un saco y una pala y sígueme”. Llegaron a una gruta repleta de pepitas de oro. Pero antes de que el hombre pudiera recogerlas, el guardián del tesoro le dio una paliza. Entretanto, el patito de goma huía, silencioso, sin mirar atrás. A su regreso, agarró al ave por el pescuezo. El pato sonrió y, dos hileras de piezas de oro asomaron de su boca.
"En la mira", Liquidambar
A los trece años, muerto de amor por mi prima Magda, le presté la familia de patitos que me había acompañado en la bañera durante mi infancia. Mi tío los descubrió y, sospechando del brillo en la mirada del más grande de todos, dio justo en el blanco en la cabeza de papá pato, el que ocultaba la microfilmadora.
"Versus", de Spectrum
Mamá dice que tengo pájaros en la cabeza, pero no es cierto. Tengo patitos; patitos de goma que juegan conmigo en la bañera, en los charcos o en el lavamanos. Creía que nadie más que yo podía verlos, hasta que, el otro día, Esteban metió la mano en mi cabeza y me sacó a uno de ellos. Dejé que jugara con él y, cuando le pedí que me lo devolviera, se negó. Entonces le dije a mamá que me daba miedo que a Esteban se le echara a volar mi patito. Ella cerró la notebook, y le ordenó, a la vez que le guiñaba un ojo:
—¡Regresale a tu hermana el patito!
Y al contrario de lo que yo esperaba, él ni siquiera protestó. Pero de repente, mamá, bajo la influencia de su condición de escritora realista, me dijo:
—Cariño, ¿entendés que lo de pajaritos en la cabeza…
—¡Patitos, yo tengo patitos!
—… bueno, patitos, es sólo una metáfora?... Amén de que si fueran de goma, ¡no podrían estar vivos!
—Sí, mamá —le respondí, apretando las manos, mientras Esteban se jactaba del huevo que había puesto mi patito.
Taller del día 19
Desierto
Taller del día 20
Tallerista: El águila descalza
"Adicción", de Malvadisco
Una vez más, la madre lo pilló en la ducha entretenido con el patito de goma y le recordó, con exaltada devoción, la boda al día siguiente y sus obligaciones como marido. Avergonzado, el hombre fingió deshacerse del juguete, pero escondió al patito de goma en una maleta, y, cuando se marchó de casa, se lo llevó consigo a su nueva vida. En esta ocasión, fue su esposa quien acudió al ruido de los graznidos y encontró al hombre naufragando dentro del agujero del patito de goma.
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Tema: Patitos de goma
Jurado: David Vivancos Allepuz
Taller del día 1 de junio
Tallerista: Elisa de Armas
"Patitos de hule", de Black Dot
Desde que los patos se extinguieron la ciudad luce más limpia sin los excrementos semisólidos de estos animales. Los lagos y estanques se ven hermosos con las réplicas que flotan en el agua. En algunas ciudades los usan de diferentes colores y tamaños, como para distinguirse de otras en las que usan siempre los amarillos. Los únicos que tienen problemas con ellos son los restaurantes de chinos que, empeñados en servir estas aves, ocasionan malestar estomacal y dolorosas diarreas a sus comensales que no logran digerir el plástico.
"Descorazonado", de Malvadisco
Deseó con todas sus fuerzas ser de carne y hueso, y el patito de goma se transformó en un ave verdadera. De la tina de baño pasó a un gran estanque donde nadaban más de los suyos. Localizó una hembra que se bamboleaba insinuante con el vaivén del agua. Realizó un vuelo rasante y quiso copular, pero se resbalaba en el lustroso cuerpo de una sola pieza. En aquellos ojos estáticos delineados con primor, descubrió la ausencia de alma. Una bala de cazador en pleno corazón le hizo abrir las alas sobre el señuelo antes de deslizarse al fondo encenagado.
Taller del día 2 de junio
Tallerista: José Luis Velarde
"Patitos", de Spectrum
El patito era de goma, estaba sucio y tenía los ojos despintados. Sin saber por qué lo recogió del montón de basura y se lo llevó a su casa. Y lo lavó y le pintó los ojos. Al otro día, al sonar el despertador, sintió como unas manos lo agarraban del cuello, lo conducían fuera de la casa y lo dejaban quién sabe dónde. Se sentía sucio y no podía ver. Entonces quiso pedir ayuda, pero lo único que consiguió articular fue un triste y solitario “¡Cuac!”
"Octubre de 2087 " de Esleongo
La Biblia nada refiere sobre la afición de Noé por los patitos de goma. El patriarca, según la tradición oral, se dio mañas para colar en el Arca y esconder, no una pareja de amarillos hembra y macho, sino toda su colección que llegaba a más de 1000. De ahí que esta generación de ánades se haya reproducido tanto que hoy día pululan por todas partes. Ya no hay cupo en los escaparates de las tiendas y abundan las promociones: “Pague 1 y lleve 5”.
"2017 Banquete" de José Álvarez
Cuando el patito de goma conoció a Gepetto. Éste lo convirtió en un pato real, de carne y hueso. En forma de pago, por tal hazaña, el carpintero decidió salpimentarlo, bañarlo en aceite de olivo y luego introducirlo al horno.
"Área de flotación" de Chester Truman
En lo que va de mes, es la sexta persona que fallece ahogada en la bañera de la habitación 630 del Hotel Prixton. El inspector Flannagan husmea entre los botes de baño en busca de algún indicio. El patito de goma, meciéndose en el agua teñida de rojo, se limita a sonreír.
Taller del día 4 de junio
Tallerista: Marcial Fernández
"Flexiona anatis", por Black Dot
A las aves flexiona anatis sólo se les encontraban en las latitudes del norte de América. Con el tiempo terminaron por atravesar océanos en contenedores de buques cargueros. Así se dio su prodigiosa migración. Aunque nunca se han caracterizado por ser comestibles o graciosas, su apariencia tierna las ha hecho populares. Ahora se pueden adquirir por tan poco dinero que uno es capaz de ignorar la mano de obra infantil que produce esos hermosos patitos de hule.
Taller del día 6
Tallerista: Daniela Truman
"Juguete predilecto", de Black dot
Podrían haber escogido a la jirafa, después de todo estaba tan de moda, pero en su lugar decidieron comprar el patito de hule. Se convirtió en el favorito tan pronto como lo vio. Flotaba tierno en la tina mientras bañaban al pequeño o lo colocaban en la cuna. Con los primeros pasos del niño aparecía tirado en el suelo por todas las habitaciones de la casa o en el patio donde seguido lo encontraban. Esto último hasta el día en que ambos fueron hallados flotando inertes bajo el chorro de la fuente.
Taller de día 7
Tallerista: Sapo
"Concurso de disfraces", de esleongo
Su mamá lo disfrazó de patito de hule y lo llevó al bus escolar. Los compañeros no dudaron en estrujarlo, primero uno, luego otro y otro, sin conseguir oír el "cuac cuac" esperado. En clase pasaba lo mismo, y en los recreos. Al final del día recibió premio por su disfraz de papaya magullada.
Taller del día 8
Tallerista: Sapo
"Lengua de pato", de enigmática
Queridos amigos, antes no sabía de estanques dorados ni de oasis en los desiertos, pero ahora que paso la vida viajando conozco hasta los de siliconas de balnearios; entrañables vecinos de toda la vida tienen que saber de qué hablo.
Taller del día 9
Tallerista: Lucía Díaz
"Revelación", de Wolf
En el andén tomé asiento al lado de un hombre con una maleta. Hacía calor y el tren venía con demora. De repente, el hombre dejó la maleta sobre el banco y me pidió que se la guardase durante un instante. Asentí. Cinco minutos después, llegó el tren. Me puse de pie, caminé hasta la escalerilla del convoy y volví sobre mis pasos, varias veces. Por último, abordé el tren maleta en mano. Abandonarla hubiera sido una descortesía de mi parte; pero ahora me hallaba ante el problema de qué hacer para regresársela. Entonces oí un “¡Cuac, cuac!” que provenía de su interior. Y luego otro y otro. Disimuladamente miré a los demás pasajeros, pero nadie parecía haberse percatado del asunto, pese a que los “¡Cuac, cuac!” iban in crescendo. Acto seguido, abrí la maleta y la voz cesó. Dentro había una muda de ropa, un cepillo de dientes y un patito de goma. Tomé al patito y lo apreté, pero no emitió ningún sonido. Acalorado, me aflojé la corbata y abrí la ventanilla. El patito me miró, dijo “¡Cuac, Cuac!”, y salió volando. Tras cerrar la maleta, me hundí en mi asiento. Poco después el hombre de la maleta se sentó a mi lado.
—¡Gracias por guardármela! —dijo.
Iba a comentarle sobre mi indiscreción, cuando sacó el patito de goma de un bolsillo y lo volvió a la maleta. Al observar mi cara, dijo:
—No se preocupe, si no la hubiese abierto, nunca lo hubiera podido encontrar.
Coincidimos; y pensé en preguntarle cómo había abordado el tren, pero un último “¡Cuac, cuac!”, para mi sorpresa, me reveló el misterio.
"Nobleza", de Crispín
Los Duques de Canard celebraban el proyecto de unión con la noble familia alemana de los Wolf-Meyer, e incluso habían fantaseado con un escudo heráldico común en el que aparecerían las armas de ambas familias: un ánade y un lobo. Terminada la cena fueron al jardín en busca de sus respectivos vástagos, y se encontraron al perrito de peluche de la pequeña Katrina, pisando la cabeza del patito de goma del heredero. El acuerdo nunca llegó a firmarse.
"Mi juguete", de esleongo
Verlo flotar en mi bañera, chapotear con él y oír su “cuac cuac” cuando era estrujado por mi abuela, eran cosas que me extasiaban cuando niño. No había dicha igual, era como bañarme con el Pato Donald. Ahora, como ya no está mi vieja y como no tengo tina, al salir del trabajo siempre llevo mi patito de goma a nadar en la piscina del club. Cuando me ven con él, todos me miran extrañados no sé por qué.
Taller del día 10
Tallerista: Dakiny
"Un bulto", de Black dot
Los trabajadores vieron el patito de hule a un lado de un montón de andrajos y sábanas azules pero lo ignoraron. Solo Marco, uno de los carpinteros, meneó el bulto. Las ratas salieron corriendo a esconderse en la maleza. Los ojos pintados del juguete parecían mirar al hombre como las ratas, agazapadas entre la basura, a la espera de que se marchara para poder regresar a seguir devorando al pequeño.
Taller del día 11
Desierto
Taller del día 12
Desierto
Taller del día 13
Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
"La tienda", de esleongo
–¿Cuánto vale la jirafa de peluche?, está divina.
–Mi señora, solo treinta mil, tiene descuento del 10%.
–¡Ay! ¿y ese pingüino?, qué belleza, no lo había visto.
–Se lo puedo dejar en veinte mil.
–¿Y el patito de goma?
–No…ese no lo vendo. Yo chapoteo con él en mi bañera
"Cruce de patos", de Black dot
Los patos se habían posado a lo ancho de la avenida y el tráfico se detuvo. Hombres y mujeres en sus autos esperaban pacientemente hasta que las aves se decidieran a cruzar. Parecían polluelos, amarillos, de pico rojo y ojos negros. Descansaban sobre el pavimento que a esas horas estaba ya ardiendo por el sol inclemente. La gente empezó a bajarse de los carros y autobuses para poder observar el fenómeno nunca antes visto. Mientras tanto, al norte de la ciudad, el chofer de un camión de carga no alcanzaba a explicar qué había pasado con los malditos patitos de hule.
Taller del día 14
Tallerista: Mónica Brasca
"Hallazgo", de Marjorie
La ropita, la cuna, el cochecito, los juguetes... Todo salió de casa antes de que Irene volviera de la clínica, del estupor. También la bañera, que sustituí por un plato de ducha. Desde entonces nos convertimos en vagones empeñados en circular por un carril que ya no los admite. La cara del bebé, que aparecía de repente entre el tenedor y el cuchillo o dando vueltas en el tambor de la lavadora, denunciaba que, tras su silencio, Irene nunca olvidaría mi descuido. La idea del cachorro fue de la psicóloga. “Algo que cuidar”, dijo. Al principio Irene ni lo miraba, pero él, tozudo y cariñoso, la fue conquistando hasta dibujarle a veces un gesto parecido a su antigua sonrisa.
Tendíamos la ropa en la azotea y vimos a Tuno subir triunfante con el maldito pato de goma entre los dientes. De qué rincón pudo haberlo sacado no lo sé, porque yo había escudriñado hasta el último. El rostro del bebé, hinchado en la bañera, apareció de nuevo entre las sábanas húmedas. De una patada lancé a Tuno escaleras abajo. El gritó de Irene al verlo caer liberó todo el odio acumulado. Lo último que vi antes de marcharme para siempre fue el juguete, dos veces testigo de mi culpa, flotando en el charco de sangre que manaba de la boca del perro.
"Discriminación", de Esleongo
Para su convención anual, se reunieron todos los patos de la comarca, excepto los de goma. Nunca les avisaron por considerarlos muy infantiles, como de juguete.
"Amor animal", de Walkiria
Con el primer moratón pedí explicaciones a la niñera. Ella no recordaba ninguna caída ni golpe fortuito. Con los siguientes hablé con Pablito, que simplemente dijo «jugando». Acudí al colegio donde nadie sabía de peleas ni accidentes. La semana que tuvo fiebre y se quedó en cama los cardenales se multiplicaron. La niñera me juró una y otra vez que jamás podría hacerle daño. He instalado cámaras de seguridad por la casa y, pese a todo, su piel está llena de heridas. Por ley, el único lugar sin vigilancia es el baño. Decido entonces acompañarlo siempre y bañarlo yo misma con bálsamos de cúrcuma y sal marina. Él, preocupado, me pregunta si también voy a jugar a comerle a besos, como los patitos de goma, esos cuyos picos de plástico brillan en un rojo intenso.
Taller del día 16
Tallerista: José M. Nuévalos
"Impronta", de Noé
Tras el primer celo perdió aquel trotar de corza juguetona, se le hincharon los pezones como uvas maduras y empezó a caminar con una gravedad desconocida. Pronto volcó todo su afán en el deslucido patito de goma que apareció en el armario cuando Fran se emancipó. Lo apretaba contra su costado y lo trasladaba de un lugar a otro sosteniéndolo primorosa entre los dientes, los mismos dientes con que se revolvía si pensaba que alguien amenazaba al objeto de sus desvelos. Aunque el veterinario insistió en que debíamos hacerlo desaparecer, arrebatárselo nos partía el alma casi tanto como verla desplegar aquel esfuerzo inútil.
Ayer nos despertó una agitación inusitada. Gala avanzaba por el pasillo con aire de matrona. La seguía el patito sobre sus nuevos pies palmeados. Revoleaba una cola de aspecto perruno y lanzaba, desde su pico abierto, un alegre "Guau, guau".
"Reencuentro", de Malvadisco
Lo intentaron con las migas de pan remojadas en mercurio, la vela encendida a flote en un platillo para localizarlo. Pero al final, de entre sus pertenencias, eligieron al patito de goma que tanto quería. Con lágrimas en los ojos, colocaron al ave en el cauce de agua. Seguido por una multitud, el juguete subió, contra todo pronóstico, río arriba. Se detuvo en una zona pantanosa y giró en círculos señalando el sitio con graznidos. En el fondo de aquella ciénaga, encontraron el cuerpo del niño ahogado.
Taller del día 18
Tallerista: Carmen Simón
"El pato de la fortuna", de Malvadisco
Mientras los demás heredaron obras de arte y antigüedades, el hermano menor recibió un viejo patito de goma como recuerdo de su padre muerto. Furioso, quiso deshacerse del objeto, pero el ave lo detuvo: "¡Dueño mío, no me hagas daño y te colmaré de riquezas! Toma un saco y una pala y sígueme”. Llegaron a una gruta repleta de pepitas de oro. Pero antes de que el hombre pudiera recogerlas, el guardián del tesoro le dio una paliza. Entretanto, el patito de goma huía, silencioso, sin mirar atrás. A su regreso, agarró al ave por el pescuezo. El pato sonrió y, dos hileras de piezas de oro asomaron de su boca.
"En la mira", Liquidambar
A los trece años, muerto de amor por mi prima Magda, le presté la familia de patitos que me había acompañado en la bañera durante mi infancia. Mi tío los descubrió y, sospechando del brillo en la mirada del más grande de todos, dio justo en el blanco en la cabeza de papá pato, el que ocultaba la microfilmadora.
"Versus", de Spectrum
Mamá dice que tengo pájaros en la cabeza, pero no es cierto. Tengo patitos; patitos de goma que juegan conmigo en la bañera, en los charcos o en el lavamanos. Creía que nadie más que yo podía verlos, hasta que, el otro día, Esteban metió la mano en mi cabeza y me sacó a uno de ellos. Dejé que jugara con él y, cuando le pedí que me lo devolviera, se negó. Entonces le dije a mamá que me daba miedo que a Esteban se le echara a volar mi patito. Ella cerró la notebook, y le ordenó, a la vez que le guiñaba un ojo:
—¡Regresale a tu hermana el patito!
Y al contrario de lo que yo esperaba, él ni siquiera protestó. Pero de repente, mamá, bajo la influencia de su condición de escritora realista, me dijo:
—Cariño, ¿entendés que lo de pajaritos en la cabeza…
—¡Patitos, yo tengo patitos!
—… bueno, patitos, es sólo una metáfora?... Amén de que si fueran de goma, ¡no podrían estar vivos!
—Sí, mamá —le respondí, apretando las manos, mientras Esteban se jactaba del huevo que había puesto mi patito.
Taller del día 19
Desierto
Taller del día 20
Tallerista: El águila descalza
"Adicción", de Malvadisco
Una vez más, la madre lo pilló en la ducha entretenido con el patito de goma y le recordó, con exaltada devoción, la boda al día siguiente y sus obligaciones como marido. Avergonzado, el hombre fingió deshacerse del juguete, pero escondió al patito de goma en una maleta, y, cuando se marchó de casa, se lo llevó consigo a su nueva vida. En esta ocasión, fue su esposa quien acudió al ruido de los graznidos y encontró al hombre naufragando dentro del agujero del patito de goma.
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Taller Marina
26 de July de 2017 / 12:25
26 de July de 2017 / 12:25
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