Inspiración felina por Telares

De noche salía a cazarlos por el barrio, usando de señuelo trozos de hígado y una bolsa de arpillera para esconderlos. El primero fue blanco, irascible como el Beppo de Borges. Después le siguieron dos negros, similares al que Cortázar bautizó Adorno. Los siguientes le recordaron a los atigrados de Hemingway y Capote. Sin proponérselo, llegó al centenar que aconsejaba Bukowski. Ahora los gatos se pasean sensualmente por toda la casa, desordenando aquí y allá los borradores de su novela inconclusa, mientras que, debajo de la puerta, se amontonan las denuncias por malos olores y ruidos molestos.

El gato de Bordeaux por Lafitte

El vinatero está muy contento con Merlot, su gato, quien todos los días le lleva algunas de las ratas que caza en las bodegas del sótano. Por su parte, el felino está feliz con el empleo y la paga. Mientras realiza sus rondines entre las barricas, atrapa a uno que otro roedor empeñado en emular a Baco, para convertirlo en desayuno o comida. Por la tarde, Tras sorprender in fraganti a otro, lo remata, sube la escalera y, orgullosamente, lo presenta como ofrenda a los pies de su amo, en tanto espera con impaciencia a que este termine de destazar el pescado o el ave que le servirá como cena, acompañada con la copa de la reserva de la casa que, generosamente, siempre le convida.

Esta noche, mientras se da la gran vida, Merlot no sospecha lo que ocurre abajo. Reunidas en asamblea, las ratas acaban de acordar un boicot: ingresarán a Alcohólicos Anónimos al tiempo que se mudan a la carpintería donde construyen los toneles para toda la región.

Identidad de especie por Big Brother

Apenas nació, fue a parar a la casa de aquella numerosa familia que tenía desde canarios hasta serpientes, pero ningún gato. Ante el desprecio de los humanos, una cabra lo amamantó, dormía con los patos, comía y se revolcaba en el lodo con los cerdos, perseguía a las gallinas y jugaba con los perros. Jamás supo qué animal era; simplemente era diferente al resto.

Cuando los ratones empezaron a proliferar, los Sánchez esperaban que entrara en acción. Para su sorpresa, fiel a su formación, hizo lo que aprendió: empezó a balar y a dar saltitos antes de tirarse boca arriba y jugar con ellos.

Miuty por Pitecantropus

—¿Has visto al gato, amor? —preguntó la mujer entre sollozos.— Desde ayer no lo encuentro por ningún lado.
—Si, cariño, acabo de verlo por última vez en el sótano mientras le confería el estatus que le corresponde.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Que cumplí sus aspiraciones. Lo embalsamé y le di un funeral digno de deidad egipcia. Se lo merecía ese maldito animal engreído.
—No tienes corazón. ¿Cómo pudiste hacer eso?
—¿Cómo?, muy sencillo. Aproveché su curiosidad y glotonería. Puse un poco de pescado en el horno de microondas y... voilà. Ya transformado en difunto, lo demás fue fácil.

LA VENTANA INDISCRETA POR EL PUÑAL DEL GODO
Distinguida vecina :

Me dirijo a usted para rogarle de manera encarecida que lleve a su cándida y fisgona mascota al veternario o a una escuela de entrenamiento gatuno, a fin de que aprenda a no atisbar a los moradores de los espacios contiguos desde el alfeizar de su balcón, que, para infortunio de este servidor da a la ventana de mis aposentos.

Para mi desgracia, en múltiples ocasiones, feliz por los placeres del baño, salgo de la ducha canturreando y como dios me trajo al mundo. Me ruboriza descubrir la mirada tan inquisitiva del minino.

Con la seguridad de mis consideraciones,

su muy pudoroso vecino


La dama, después de mucho cavilar, le escribe una frase lacónica,

NO TENGO GATO

Estado de sitio por Isishayo

Era muy juguetón y cariñoso; la compañía ideal para alguien que vive en un sitio tan apartado. Aún extraño los sillones desgarrados y las marcas con lodo de sus patitas sobre el piso de la entrada antes de su desaparición, dos años atrás. Hoy las noticias no son alentadoras. Desde hace días, los rumores de desapariciones en la comarca y las huellas ensangrentadas de las enormes patas que veo alrededor de la casa me dicen que Tigrito ya volvió.

Nunca digas nunca por Camaleón

Ayer me negaba a tener una mascota en casa, no solo por la responsabilidad que implica atenderla y cuidarla sino, también, por los destrozos que causan. Hoy no puedo resistirme a esa mirada impaciente, al verde amarillo de sus ojos, a esa pose de reina del Nilo ni al embrujo del roce de su piel contra la mía. Es inútil intentar llevarle la contraria. Uno de sus maullidos basta para doblegarme. No digamos un zarpazo. Por eso y por su paladar exigente, mañana le prepararé su platillo predilecto: salmón relleno de pechugas de codorniz. Yo tendré que conformarme con un emparedado de jamón..
Eliana Soza
30 de May de 2022 / 11:44
Seleccionados del día 19 de Mayo 30 de May de 2022 / 11:44
Eliana Soza
 

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