Seleccionadas del 10 de abril (perdón por el retraso): Perdido, de Héctor; La cronósfera, de Pseudónimo, Escritor inédito, de Serpico y Olas, de Laffite
PERDIDO, de Héctor
Soy solo un cigarrillo que está fumando el tiempo. Mientras me acerco al filtro, hago señales de humo.
LA CRONÓSFERA, de Pseudónimo
El anciano platica con el discípulo mientras caminan:
—El fin está cerca, Zef, lo presiento. Pero antes de mi partida te revelaré la naturaleza del tiempo y de la vida.
—¿Adónde irá, maestro?
—A comprobarlo.
—¿Qué quiere decir?.
—Verás: el tiempo es una inmensa burbuja, una esfera hueca. La vida, íntimamente ligada a él, solo existe en su interior, donde nacemos, en algún punto al azar. Vivimos ahí dentro hasta chocar con la pared. Ese encuentro es la muerte. Nadie escapa de encontrarse, algún día, con ella; por eso unos mueren antes que otros. Al ser un espacio cerrado, la vida es finita, como sabes.
De pronto, el viejo se detiene en seco y sonríe. Sus manos palpan algo en el aire, como si un muro se alzara frente a él . Mientras su figura parece desvanecerse por momentos, continúa hablando:
—Aquí lo fascinante: la pared es permeable; una parte nuestra la cruza al morir y emerge a la superficie, que no es otra que la eternidad. ¿Cuánto tiempo puedes dar vueltas sobre una esfera sin hallar obstáculos, bordes o un final?
—Miles, millones tal vez. Una infinidad.
—Así es, muchacho; adiós. Llegó mi tiempo Te veo cuando la encuentres, o ella a ti
En ese momento un resplandor surge de entre su ropa y se pierde detrás del aire. La sonrisa permanece en el rostro mientras, inerte, su cuerpo cae lentamente.
ESCRITOR INÉDITO, de Serpico
Sin duda era un gran escritor. Lo suyo era la calidad y el estilo, no la cantidad. En su búsqueda de la perfección, cuidaba cada detalle sin importar el tiempo que le tomara. Por eso nadie pudo nunca llegar a leer ninguna de sus obras.
OLAS, de Laffite
El tiempo le parecía un inmenso océano agitado y profundo que, sin dejar de contener sus recuerdos, lo abrumaba por su vastedad, aquella en la que él navegaba sobre una cáscara de nuez. Los viejos tiempos de la niñez y la juventud; las escapadas con amigas y amigos, esas fiestas que duraban hasta el amanecer, las fogatas a la luz de la luna o sus conquistas eran cada vez más lejanos e indistinguibles. Sus hijos se habían ido ya y los amigos, partían uno a uno. De pronto, sintió un gran alivio cuando divisó tierra en la distancia y, poco después, al percibir el empuje del oleaje hacia la costa, todo empezó a aclararse. Fue cuando se percató de que se trataba de un tsunami..
Soy solo un cigarrillo que está fumando el tiempo. Mientras me acerco al filtro, hago señales de humo.
LA CRONÓSFERA, de Pseudónimo
El anciano platica con el discípulo mientras caminan:
—El fin está cerca, Zef, lo presiento. Pero antes de mi partida te revelaré la naturaleza del tiempo y de la vida.
—¿Adónde irá, maestro?
—A comprobarlo.
—¿Qué quiere decir?.
—Verás: el tiempo es una inmensa burbuja, una esfera hueca. La vida, íntimamente ligada a él, solo existe en su interior, donde nacemos, en algún punto al azar. Vivimos ahí dentro hasta chocar con la pared. Ese encuentro es la muerte. Nadie escapa de encontrarse, algún día, con ella; por eso unos mueren antes que otros. Al ser un espacio cerrado, la vida es finita, como sabes.
De pronto, el viejo se detiene en seco y sonríe. Sus manos palpan algo en el aire, como si un muro se alzara frente a él . Mientras su figura parece desvanecerse por momentos, continúa hablando:
—Aquí lo fascinante: la pared es permeable; una parte nuestra la cruza al morir y emerge a la superficie, que no es otra que la eternidad. ¿Cuánto tiempo puedes dar vueltas sobre una esfera sin hallar obstáculos, bordes o un final?
—Miles, millones tal vez. Una infinidad.
—Así es, muchacho; adiós. Llegó mi tiempo Te veo cuando la encuentres, o ella a ti
En ese momento un resplandor surge de entre su ropa y se pierde detrás del aire. La sonrisa permanece en el rostro mientras, inerte, su cuerpo cae lentamente.
ESCRITOR INÉDITO, de Serpico
Sin duda era un gran escritor. Lo suyo era la calidad y el estilo, no la cantidad. En su búsqueda de la perfección, cuidaba cada detalle sin importar el tiempo que le tomara. Por eso nadie pudo nunca llegar a leer ninguna de sus obras.
OLAS, de Laffite
El tiempo le parecía un inmenso océano agitado y profundo que, sin dejar de contener sus recuerdos, lo abrumaba por su vastedad, aquella en la que él navegaba sobre una cáscara de nuez. Los viejos tiempos de la niñez y la juventud; las escapadas con amigas y amigos, esas fiestas que duraban hasta el amanecer, las fogatas a la luz de la luna o sus conquistas eran cada vez más lejanos e indistinguibles. Sus hijos se habían ido ya y los amigos, partían uno a uno. De pronto, sintió un gran alivio cuando divisó tierra en la distancia y, poco después, al percibir el empuje del oleaje hacia la costa, todo empezó a aclararse. Fue cuando se percató de que se trataba de un tsunami..
Tomás del Rey
10 de May de 2022 / 01:59
10 de May de 2022 / 01:59
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