Ética criminal - Pseudónimo
Como ilusionista, mago y maestro del escapismo, todo el tiempo gocé de una notoria (y alevosa, lo reconozco) ventaja sobre mis víctimas. Mientras les hacía creer, según las circunstancias, que era un caballeroso príncipe austriaco, un famoso actor de cine o un acaudalado playboy, me apoderaba (literalmente) de su corazón y abusaba de ellas para después cortarlas en trozos e introducirlas en mi chistera. Acto seguido, desaparecía de la escena sin dejar rastro. Con los hombres era más sencillo. De ellos solo me interesaban su cartera, el reloj (siempre y cuando fuera de buena marca) y charlar amigablemente antes de asestarles un tiro en la cabeza y escapar. Siempre actué con cortesía y amabilidad, jamás con violencia. Me parecía de pésimo gusto amargarle el día a alguien y despacharlo a la otra vida con un mal sabor de boca.

Yo, asesino - Jane Doe
Las drogas despertaron mis instintos desde muy joven. Perros, gatos y cualquier animalejo que se me cruzara fueron mis primeras víctimas. Luego, en el matadero, perfeccioné mi técnica: degollación limpia. Poco después de casarme fui fletero y allí comencé mi carrera en forma. Por cinco años aterroricé la frontera y el sur de los states. Ahora, aguardo ser achicharrado en la silla, pero creo que no les daré gusto; un curita me obsequió su crucifijo y he terminado de afilarlo.
Justo a mi yugular: qué placer..
Daniel Frini
06 de May de 2021 / 15:47
Selección 5/4/2021 (II) 06 de May de 2021 / 15:47
Daniel Frini
 

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