SELECCIONADAS DÍA 7 DE ABRIL (en sustitución de SAPO)
Veni, vidi, vici
Bebé
Los contendientes se preparaban cada día mejor y la competencia era reñida. Las marcas se batían constantemente mientras el mundo, atónito, observaba. Mi incursión en el ámbito deportivo fue todo un éxito. En tan solo una semana coseché más de trescientas medallas de oro, plata y bronce y un récord mundial. Pasados estos años, la policía todavía se quiebra la cabeza para averiguar cómo fue posible que ocurrieran aquellas muertes en serie en la Villa Olímpica.
Impresiones dactilares
Volkandert
Quienes vieron mi cuchillo antes de cortarles el cuello, estaban escogidos al azar. Creí que la nula relación entre ellos, además de su silencio, era mi seguro de vida. Nunca pensé que fuera el arma la que hablaría para delatarme. Sospecho que se cansó de que abusara de ella o de que jamás le concediera ningún crédito por mi fama. No sé dónde ni cuándo escapó subrepticiamente sin dejar huella. En un descarado acto de traición se las llevó todas consigo. Supongo que tras una denuncia anónima supieron establecer la conexión e interpretar todo aquel mutismo.
Elegancia
Simbad
En todos los casos dejé una flor y un sentido poema al lado de quienes vi exhalar su último aliento en mis manos. Nunca faltó una elegía con el sincero pésame a sus deudos, acompañado de la atenta recomendación de guardar respetuoso silencio por la víctima a cambio de mi olvido y mis mejores intenciones por el bienestar futuro de sus allegados. He sido un creyente de que la Muerte no tiene que ser algo trágico ni doloroso y que, con el lenguaje apropiado, siempre es posible llegar a acuerdos entre gente civilizada.
Cuestión de Higiene
Pi
Elegía a las víctimas por Internet. El catálogo de candidatas parecía ser inagotable. El anonimato era mi cómplice; la búsqueda de satisfacción mutua, el pretexto; un cuchillo, el arma predilecta y la sorpresa, mi principal aliada. Lo hice por varios años hasta descubrir que se había convertido en una adicción, más poderosa que cualquier droga y que, por su bajo costo, sería difícil de erradicar. Frente a la posibilidad de ser catalogado como un asqueroso asesino serial y un inmundo adicto, no me quedó más opción que contratar a dos sicarios que, tras la consumación de los actos amorosos, se encargaran del trabajo sucio para mantener mis manos limpias..
Bebé
Los contendientes se preparaban cada día mejor y la competencia era reñida. Las marcas se batían constantemente mientras el mundo, atónito, observaba. Mi incursión en el ámbito deportivo fue todo un éxito. En tan solo una semana coseché más de trescientas medallas de oro, plata y bronce y un récord mundial. Pasados estos años, la policía todavía se quiebra la cabeza para averiguar cómo fue posible que ocurrieran aquellas muertes en serie en la Villa Olímpica.
Impresiones dactilares
Volkandert
Quienes vieron mi cuchillo antes de cortarles el cuello, estaban escogidos al azar. Creí que la nula relación entre ellos, además de su silencio, era mi seguro de vida. Nunca pensé que fuera el arma la que hablaría para delatarme. Sospecho que se cansó de que abusara de ella o de que jamás le concediera ningún crédito por mi fama. No sé dónde ni cuándo escapó subrepticiamente sin dejar huella. En un descarado acto de traición se las llevó todas consigo. Supongo que tras una denuncia anónima supieron establecer la conexión e interpretar todo aquel mutismo.
Elegancia
Simbad
En todos los casos dejé una flor y un sentido poema al lado de quienes vi exhalar su último aliento en mis manos. Nunca faltó una elegía con el sincero pésame a sus deudos, acompañado de la atenta recomendación de guardar respetuoso silencio por la víctima a cambio de mi olvido y mis mejores intenciones por el bienestar futuro de sus allegados. He sido un creyente de que la Muerte no tiene que ser algo trágico ni doloroso y que, con el lenguaje apropiado, siempre es posible llegar a acuerdos entre gente civilizada.
Cuestión de Higiene
Pi
Elegía a las víctimas por Internet. El catálogo de candidatas parecía ser inagotable. El anonimato era mi cómplice; la búsqueda de satisfacción mutua, el pretexto; un cuchillo, el arma predilecta y la sorpresa, mi principal aliada. Lo hice por varios años hasta descubrir que se había convertido en una adicción, más poderosa que cualquier droga y que, por su bajo costo, sería difícil de erradicar. Frente a la posibilidad de ser catalogado como un asqueroso asesino serial y un inmundo adicto, no me quedó más opción que contratar a dos sicarios que, tras la consumación de los actos amorosos, se encargaran del trabajo sucio para mantener mis manos limpias..
José M. Nuévalos
01 de May de 2021 / 15:10
01 de May de 2021 / 15:10
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