Selecciones del 9 de abril
Ghostwriter de Raquel
No se crea tan listo. Soy feo y jorobado, sí, pero esos defectos jamás influyeron en mi vocación. Mi inteligencia y mi simpatía hacían olvidarlos a quienes me trataban. Nunca fui un resentido, tuve una infancia feliz y me inicié en el asesinato casi por azar. Tengo que confesar que el primero, el de mi compañerita de juegos, fue improvisado y chapucero, solo mi corta edad impidió que se me considerara sospechoso. A partir de ahí me dejé llevar por una tendencia innata al perfeccionismo, por la aspiración de convertirme en un auténtico artista, un virtuoso capaz de combinar en cada crimen la elegancia, la sutileza, la rapidez en la ejecución. Nunca dejé huellas y, si le he permitido descubrirme, es porque necesito que quede constancia de mi obra. Nadie mejor para ser testigo y reportero que un brillante detective. Anote, por favor, mi historial con diligencia y no se altere por la palidez y la transparencia de su mano. Con usted he conseguido mi mayor logro: que la propia víctima no acierte a darse cuenta de su propia muerte.
Rio Verde de Marta Hari
Otros hombres ya se habían ido antes, pero esta vez era diferente. Verlo marcharse de esa triste manera, tan despacio con rumbo al mar, me provocó zozobra. Aunque llegué a amarlo, se había vuelto imposible vivir un día más a su lado. Mientras yo esperaba que anocheciera pronto para que nadie notara su partida, el cuerpo hinchado y pestilente flotaba en el río, como si quisiera devolverme el pavor de la tortura.
Y la ganadora es... de Pingüino
La cinta revivía, con sorprendente realismo, aquella serie de asesinatos que cimbraron a la ciudad. Nunca imaginé que su impecable ejecución y dramatismo hicieran que fuera nominada en varias categorías a los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas.
Me costó admitir que era una locura acudir a la ceremonia para recibir alguno de esos Óscares y dar explicaciones sobre la ausencia de los demás actores, acerca de ciertos detalles de su filmación y de cómo había logrado filtrarse mi obra para llegar hasta ahí. Es una lástima que esa joya del séptimo arte y todo el elenco que dio su vida para hacerla realidad no obtengan el reconocimiento merecido.
Memorias de Jane Doe
Apenas tuve edad tomé clases de lucha. He practicado hasta el cansancio con indigentes, ebrios, callejeras... Nunca le di importancia al estrato social, edad, nivel educativo y esas cosas. Ellos me ayudaron a alcanzar tal perfección que pasé desapercibido para la sociedad y pude desenvolverme bien con todo el mundo.
Ahora que he envejecido y estas manos ya no son las mismas para ejercitar la actividad, he decidido escribir sobre mis experiencias. Recordar es volver a vivir, aseguran.
Mi agradecimiento primero será a la abuela Paz, que sin ella yo no sería lo que soy. Con ocho años cumplidos le metí el pie (accidentalmente), y cayó por las escaleras. ¡Uf! Ese crash en cada tumbo suyo me marcó.
¡Me fascina el crujido de un cuello al romperse!.
No se crea tan listo. Soy feo y jorobado, sí, pero esos defectos jamás influyeron en mi vocación. Mi inteligencia y mi simpatía hacían olvidarlos a quienes me trataban. Nunca fui un resentido, tuve una infancia feliz y me inicié en el asesinato casi por azar. Tengo que confesar que el primero, el de mi compañerita de juegos, fue improvisado y chapucero, solo mi corta edad impidió que se me considerara sospechoso. A partir de ahí me dejé llevar por una tendencia innata al perfeccionismo, por la aspiración de convertirme en un auténtico artista, un virtuoso capaz de combinar en cada crimen la elegancia, la sutileza, la rapidez en la ejecución. Nunca dejé huellas y, si le he permitido descubrirme, es porque necesito que quede constancia de mi obra. Nadie mejor para ser testigo y reportero que un brillante detective. Anote, por favor, mi historial con diligencia y no se altere por la palidez y la transparencia de su mano. Con usted he conseguido mi mayor logro: que la propia víctima no acierte a darse cuenta de su propia muerte.
Rio Verde de Marta Hari
Otros hombres ya se habían ido antes, pero esta vez era diferente. Verlo marcharse de esa triste manera, tan despacio con rumbo al mar, me provocó zozobra. Aunque llegué a amarlo, se había vuelto imposible vivir un día más a su lado. Mientras yo esperaba que anocheciera pronto para que nadie notara su partida, el cuerpo hinchado y pestilente flotaba en el río, como si quisiera devolverme el pavor de la tortura.
Y la ganadora es... de Pingüino
La cinta revivía, con sorprendente realismo, aquella serie de asesinatos que cimbraron a la ciudad. Nunca imaginé que su impecable ejecución y dramatismo hicieran que fuera nominada en varias categorías a los premios de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas.
Me costó admitir que era una locura acudir a la ceremonia para recibir alguno de esos Óscares y dar explicaciones sobre la ausencia de los demás actores, acerca de ciertos detalles de su filmación y de cómo había logrado filtrarse mi obra para llegar hasta ahí. Es una lástima que esa joya del séptimo arte y todo el elenco que dio su vida para hacerla realidad no obtengan el reconocimiento merecido.
Memorias de Jane Doe
Apenas tuve edad tomé clases de lucha. He practicado hasta el cansancio con indigentes, ebrios, callejeras... Nunca le di importancia al estrato social, edad, nivel educativo y esas cosas. Ellos me ayudaron a alcanzar tal perfección que pasé desapercibido para la sociedad y pude desenvolverme bien con todo el mundo.
Ahora que he envejecido y estas manos ya no son las mismas para ejercitar la actividad, he decidido escribir sobre mis experiencias. Recordar es volver a vivir, aseguran.
Mi agradecimiento primero será a la abuela Paz, que sin ella yo no sería lo que soy. Con ocho años cumplidos le metí el pie (accidentalmente), y cayó por las escaleras. ¡Uf! Ese crash en cada tumbo suyo me marcó.
¡Me fascina el crujido de un cuello al romperse!.
Lucía
01 de May de 2021 / 08:35
01 de May de 2021 / 08:35
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