Pronto alivio
Lafitte

El largo padecimiento me obligó a solicitar una consulta con esa doctora, considerada milagrosa por sus terapias poco convencionales. Era mi última esperanza. Cuando llegué, la sala de espera estaba abarrotada. Minutos después, una cautivadora mujer cubierta por una túnica azul surgió del ascensor. Contoneándose entre nosotros, parecía flotar sobre los zapatos altos de los que surgían unas piernas de ensueño, envueltas en medias de seda. Mientras avanzaba al ritmo de la música, aquella silueta curvilínea saludaba con una sonrisa a cada paciente, hacía un diagnóstico rápido y, si el caso era grave, se desprendía de una prenda y se la entregaba con un beso. —Aquí está su medicina —le decía con gracia antes de atender al siguiente. Cuando llegó a la puerta del consultorio levantó los brazos en señal de victoria y, mientras aplaudíamos a rabiar, nos regaló una inolvidable panorámica de sus atributos antes de desaparecer. Todos los que hasta poco antes sufríamos de la desoladora disfunción nos empezamos a retirar, satisfechos por el inusual tratamiento y orgullosos de la ostensible prominencia que los más recatados procuraban disimular al llegar a la calle.

Crimen y sentencia
Murata

Seducido por la sonrisa en tu mirada, tuve la osadía de robarte un beso. Durante las pesquisas caí en la trampa en medio de tus brazos, cuando me seguías de cerca hasta descubrirme plenamente. Lo sabía, no podría ser de otra manera. Desnudo y con las manos ocupadas, fui capturado en emboscada entre tus piernas. Tras el arresto, fui llevado por el placer hasta tu pecho, donde quedé preso de tus curvas. Desde ahí, admito la intención y me declaro culpable mientras el tribunal de tu piel en llamas delibera. No existen atenuantes ante la evidente flagrancia del delito, ni cabe apelación al fallo de la corte. El resto de mis días los pasaré a la sombra, cautivo del deseo por ti que me consume.

Inspiración
Tangó

De repente nos miramos y noto que por tus ojos acecha el arrabal.
—¿Cómo te llamás? —Me atrevo a preguntar.
—Malena. —Me sorprende tu voz de alondra.
Como un destello íntimo, como un espasmo lírico se deprende de mí la melodía y se introduce en el escote de tu blusa, huele en tus pechos el olor a madreselvas, se adhiere a tu piel, resbala por la seda de las medias y acompasa tu paso presuroso.
Aligero el andar pero vas tomando distancia envuelta en la neblina de una llovizna gris. No pude alcanzarte. No quise alcanzarte.
Tu nombre será canción..
Busterkeaton
07 de January de 2021 / 07:40
Porraaaa!!! 07 de January de 2021 / 07:40
Busterkeaton
 

Para poder escribir en la Marina, tienes que registrarte como usuario o ingresa.