FINALISTAS DE DICIEMBRE DE 2020
La Marina de Ficticia
MINIFICCIONES FINALISTAS DE DICIEMBRE DE 2020
Tema: El erotismo en la minificción
Día 1
Tallerista: Carmen Simón
Entelequia nocturna
la ausente
Cómo quisiera no tener que informarte sobre los expedientes en curso sino que supieras que anoche me dormí pensándote. Tu mirada es hoy tan distante como siempre; navegan tus pensamientos vaya a saber en qué universo desconocido.
Cómo desearía que lo supieras, te imaginé junto a mí, caminando la urbe mientras cantábamos nuestra melodía amorosa de gatos salvajes bajo la luna macilenta. Anoche sentí mi mano que no hubiera querido que fuera sino la tuya acariciando mi piel húmeda y deseosa.
Cómo decirte que esta mañana me lastima tu mirada en huida...
–¡Un café, por favor! –tu voz me penetra y siento un sol en mis entrañas.
***
Romance en blanco y negro
Pseudónimo
Cruza la puerta y entra en silencio a la habitación donde la espera. Desata la bufanda, suelta el abrigo y se sienta frente a él. Murmura palabras seductoras, palpa y coloca sus manos, hasta sentir la intimidad en sus yemas. La atmósfera tiñe el salón de rojos y anaranjados y las llamas de la chimenea dibujan dos siluetas. Comienza el ritual. El contacto de sus dedos ágiles lo hace vibrar, le arranca acordes de dulces notas, susurros y explosiones de júbilo en todos los tonos, al tiempo que ella se percibe transportada en éxtasis. Al calor del fuego que aviva el cortejo, los movimientos suaves, en contraste con otros firmes y decididos, los estremecen. Un encuentro de pasión y romance en perfecta armonía. Entrada la noche, excitada aún, lo acaricia y le obsequia un beso. Con una sonrisa maliciosa, camina lentamente hasta la recámara, se desnuda sin pudores, y entre risas, brinca juguetona en la cama, segura del éxito que tendrá en el concierto.
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La transferencia
Shooting Star
Con la insolencia de la juventud se lanza a la conquista de su primera experiencia. Recepciona con interés la mirada del elegido. Y alimenta el encuentro. Cuando las pasiones se desatan, surge la revelación.
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Día 2
Tallerista: Fernando Tamariz
Ventrílocuo
Pitágoras
Desde que obtuvo el empleo ha tratado de atraer su mirada, de desentrañar sus pensamientos y entender esa pose retadora cada vez que la ve. Todo en ella le provoca una variedad de emociones y sentimientos que van desde los celos hasta la alegría y de la soledad a la esperanza. Verla despierta su lujuria y un deseo incontenible de tenerla en los brazos y hacerla suya. No puede sustraerse al encanto de su cabello en el camino hasta la espalda, a la mirada ingenua de esos ojos zarcos o a la sonrisa traviesa envuelta en carmesí. Tampoco a los senos perfectos, del tamaño y forma que sus manos sueñan cada noche, ni a esas piernas, largas y bien torneadas, que asoman debajo de una breve falda ajustada. Su obsesión le hizo pedir que lo cambiaran de departamento para estar más cerca y, confiado, decidió quedarse a trabajar hasta tarde para abordarla y platicar, lejos de miradas y cuchicheos, invitarla a cenar, a bailar, confesarle sus sentimientos y el deseo de estar solos en la intimidad. Tras un diálogo en el que campeó la sinceridad, tomaron rumbo a la puerta, luego de una breve escala en el área de deportes del almacén. Afuera, la gente en la calle los miraba con curiosidad mientras se alejaban. Llamaba la atención ver a un hombre en animada charla con una atractiva maniquí parlante sobre patines.
***
El paciente
bebé
Soy tímido y poco romántico. Me paralizo ante una mujer que me atrae y no sé qué hacer. Me siento impotente o tal vez lo sea. He recurrido a sicólogos sin éxito, hasta que la conocí. Su inteligencia me sorprende y excita, no tanto como su cuerpo que merecería ser explorado por mis manos. Sueño con besarla, con acariciar sus rizos, sus pechos, sus caderas y el resto de la tersa envoltura de esa mujer que altera mis hormonas. Me consume el deseo, ansío conocer sus secretos y rincones, y adentrarme en la espesura de ese bosque, oculto y lejos de mi alcance, debajo de la bata blanca de Verónica, la sicóloga que más que curar mis males, me enloquece. Como su paciente, muero de impaciencia.
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Intento fallido
Shooting star
Sus ojos se entornan para enviar una mirada cargada de intenciones, hacia su ocasional destinatario. La prudencia del sujeto la mantiene indecisa, pero insiste en la conducta provocadora, a medida que se acerca con lentitud, hasta detenerse delante de él. Espera sin éxito, pues el joven se mantiene apático e ignora las insinuaciones y, sonriendo con desdén, toma la mano de un fulano cercano.
La princesa comprueba con pesar, que el novel caballero no ejerce su condición.
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Día 3
Tallerista: Jorge Oropeza
Fugitivos
Shooting Star
Avanzan abrazados luego de la fiesta, por la avenida despejada, se esconden de las miradas con la complicidad de la luna. Besos y caricias pueblan el trayecto, hasta llegar a destino. La alcoba los invita a consumar los hechos, para los que se prepararon durante varias horas.
Jadeantes, con los sudores de sus espaldas aún tibios, comienzan a planear con sigilo como harán para retirarse del hotel sin pagar.
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Nirvana
Black Dot
Mis manos te inventan en cada caricia, penetran a lugares secretos en tu cuerpo que solo se develan a mi tacto. Asciendo a tu reino, repto como una serpiente que encuentra tu forma con la lengua. En el precipicio de tus gemidos me despeño, rígido y entumecido. Tus muslos abiertos me invitan a entrar a tu húmedo reino, a ese tibio, mágico lugar en done pierdo toda conciencia. Tu sexo glorioso me envuelve, cobija mi miembro. Presiento los latidos de tu corazón, la sangre que circula en nuestras venas al tiempo que busca escapar. La pasión se funde en líquidos seminales en ese momento preciso en que no somos materiales sino energía pura en un estado de gloriosa divinidad.
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La conquista
Pseudónimo
Parado a tus pies, miré el largo camino por recorrer y sonreí. Haber llegado hasta ahí ya era un triunfo por sí mismo. Te admiré en la penumbra y emprendí el viaje hacia tus piernas. Al sentir mi presencia, me devolviste la sonrisa con un bello amanecer y se iluminó el horizonte. Palmo a palmo, fui subiendo lentamente con rumbo a tus rodillas y proseguí, procurando no caer en la tentación de asomarme y sucumbir en tus caderas, hasta llegar al vientre, donde me diste paz, abrigo y reconfortaste mi sed. Descansé aliviado mientras tú, esplendorosa, brillabas a la luz de la mañana. Escalé tus pechos, firmes y erguidos. ¡Qué maravilla!, ¡qué hermoso panorama! Los recorrí para hacerlos míos, impregnarme de ellos y que nunca me olvidaran. Sudoroso y cansado, llegué al mentón para alcanzar tu boca y te bese, como lo hice en aquellos rincones por donde antes había pasado. Ahora estaba en tu cabeza, como siempre habías estado tú, Iztaccíhuatl, en la mía.
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Día 4
Tallerista: Marcial Fernández
El coronel ya no tiene quien le escriba
Pseudónimo
La columna, comandada con habilidad por el coronel, fue recibida con júbilo; se abrió camino entre la tupida vegetación y penetró en el territorio desconocido y virgen sin encontrar oposición. La huella que dejó a su paso llevaría su apellido más tarde. Luego de una estadía de varios meses, otras aventuras y conquistas requirieron de su intervención y abandonó la plaza, mas nunca la olvidó. Aquel lugar le traía recuerdos imborrables: al sur, las dos hermosas pilastras, pórtico de entrada al cañón que recorría con asiduidad, el montículo y el bosque húmedo, pletórico de vida, tibio y acogedor lugar que frecuentaba a menudo; el valle, en donde tantas veces descansó su cabeza de preocupaciones y fatigas; las imponentes montañas con sus manantiales hacia el norte, por donde paseaba casi todas las noches. Durante años mantuvo correspondencia con la idea de volver algún día, para recorrer aquellas veredas entrañables, dar sosiego a sus inquietudes y saciar su sed, hasta que se enteró que por descuido, aquellos dominios que antes fueron suyos, estaban ahora en manos del enemigo.
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Día 5
Tallerista: Daniel Frini
Visiones encontradas
Volkandert
Tomó el lápiz y la dibujó. La mujer le hizo notar que sus senos y pubis eran más pequeños. El respondió con frialdad. Así era como le gustaría que fuese, y la retó a dibujarlo. Cuando terminó, el hombre prefirió no abrir la boca. Era obvio el mensaje. Para su gusto, algo en él debía ser de mayor tamaño: el corazón.
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Inoportunos
Shooting Star
Sus piernas en llamas, recibieron las ansiedades del jovenzuelo. Regodeados en la abundante entrega, festejaron largamente hasta hacer fundir la piel y los sentidos.
Con los labios, las manos y los ojos inflamados de gozo, se entregaron al descanso reparador.
Ninguno de ellos sospechó que serían sorprendidos por sus respectivas parejas, en el lugar del hecho.
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Extraños en la noche
Pitágoras
Llegaron por la frontera prohibida, como inmigrantes a territorios en guerra, escapando de otras. Entraron sin pasaporte, por la noche, sin saber, siquiera, que la habían franqueado. Un amanecer maravilloso los sorprendió cuando se encontraron de frente, desnudos e inermes, sin más escudo que la piel ni más aliento que el deseo, dispuestos a no dejarse vencer por el destino. Sin olvidar sus pasados, construyeron un presente sin futuro, donde cada día era inicio y final, puerta de entrada y salida a un mundo propio, exclusivo, sin hostilidades. Era un remanso compartido, puerto franco para la seducción de manos aventureras y el desafío de cuerpos ávidos de conquista, el oasis donde la sed y la pasión se mitigaban bajo el cobijo de una fresca sombra de complicidad y confianza; donde sueños y fantasías se hacían realidad al fusionarse carne y espíritu, en aquellos momentos sublimes cuando juntos, eran uno y mucho más que solo dos.
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Día 6
Tallerista: Daniela Truman
Sin censura
Serpico
Su educación conservadora era motivo para no hablar de erotismo, sexo y todo aquello que desde la niñez le habían imbuido como impuro. En su lugar, simplemente se desnudaba, dejaba a un lado la ropa y los prejuicios y disfrutaba de su sexualidad, a solas o en compañía, en silencio.
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La “T” del ismo de Eros
Enigmática
¿Qué es erotismo? Erotismo eres tú, le respondió Placer a Deseo.
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El elegido
Pi
Afuera de la nave hacían todo lo posible para que la misión tuviera éxito. En el interior únicamente escuchábamos rumores, susurros y respiraciones entrecortadas en un ambiente de nerviosismo. Solo podíamos imaginar la escena mientras la tensión crecía. Sin entrenamiento previo, debíamos estar listos para entrar en acción en cualquier momento.
Al parecer, las gestiones diplomáticas surtían efecto, y cuando soltaron las amarras dejando en libertad a nuestro submarino, el comandante lo dirigió con precisión para alcanzar el primer objetivo: entrar por la bahía y atracar en el puerto fortificado.
Las defensas, que en otras condiciones se opondrían, estuvieron de nuestro lado gracias a las negociaciones que nos permitieron penetrar en la fortaleza sin resistencia. Una vez dentro hubo gran agitación, y luego de un breve zafarrancho vino la orden de desembarcar. Miles fuimos lanzados fuera del navío tras una andanada de disparos para buscar, a oscuras y nadando a contracorriente por un pasaje estrecho, una cita con el destino, que solo yo habría de conseguir a costa de dar la vida. Dudo si fue buena idea hacerlo, porque lo que empezó como un juego inocente tuvo una consecuencia que ahora se llama Arturo, quien temo que está a punto de repetir la historia.
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Precoz
Shooting Star
Se privó de sus delicias con honestidad. Nunca intentó seducirla y mucho menos perjudicarla. Escondió con amargura sus apetitos para no ser incorrecto. Jamás se hubiera perdonado inmolar a la adolescente, quince años más joven. Se reprimió todo lo que su fortaleza le permitió, hasta el día que experimentó las proezas de las que era capaz la jovencita.
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Día 7
Tallerista: Sapo (Cubierto por Josep M. Nuévlalos)
Urgencia
Shooting Star
Agobiada por la soledad, decidió hacer algo al respecto. En su alcoba elaboró planes de acción, enfocada en el éxito.
Salió en busca del destinatario de su corazón. Vestida de forma provocativa, develó sus atributos a la vista ajena y a los miedos propios. Invocó con fe a su Santo de confianza, y no se detuvo hasta ingresar con sigilo a la capilla, en busca del padre Daniel.
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Voyeur
Pi
Mientras esperaba en casa, una ráfaga de viento abrió las cortinas de la ventana donde, a trasluz, veía esa tarde las siluetas del vecino con su nueva conquista en intenso intercambio de placeres. La sucesión de felatios, cunnilingus, misioneros, vaqueras, cucharas y toda suerte de posturas despertó su lujuria y una envidia malsana ante el desinterés por el sexo y el desdén inexplicable de su mujer.
Los cuerpos, convertidos en carne y fuego, sudorosos y agitados, se materializaron en el instante cuando, en pleno éxtasis, de la boca de un rostro que le resultaba sumamente familiar, surgía un vibrante aullido de placer.
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Día 8
Tallerista: Tequila
El día que vimos The Outlaw
Erik Zapién
Un día de verano estábamos jugando en mi casa hasta que decidimos colocar una película en la videograbadora. Era un extraño western que descubrí entre las cosas de mi hermano mayor. A Jéssica y a mí no nos gustaban las películas de vaqueros, pero aquella en particular nos atrapó; además, no había otra cosa mejor que hacer.
Mientras las primeras escenas transcurrieron, los terrenos de la amistad y de la niñez comenzaron a difuminarse. Nos acercamos. Mis ojos exploraron en plano-secuencia el paisaje que las yemas de mis dedos explorarían con cautela, como caballos descubriendo un nuevo pastizal. Ella, sin dejar de mirar al televisor, sintió de pronto la estampida de aquellos potros salvajes que, desbocados, galopaban instintivamente en círculos. La película terminó y los caballos se esfumaron. Se puso de pie y se fue a su casa sin siquiera voltear. Días después, sin tocar el tema, pusimos de nuevo la cinta y, conforme la historia avanzaba, me ayudó a domesticar a los equinos.
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Día 9
Tallerista: Lucía Casas Rey
Rendezvous
Pseudónimo
Las franjas de luz y sombra dibujadas por la persiana sobre tu silueta le daban un aspecto cautivador a tu desnudez. Recostada en la cama, me observabas antes de que partiera. Yo tampoco podía dejar de verte, aun cuando poco antes, mis manos conquistaran esa piel mediterránea, mi boca saciara su sed con tus encantos, y dejara en ti todo mi aliento, cuando nuestros cuerpos enlazados se dieron cita más allá del paraíso. Era imposible no mirarte ni admirarme, mas debía irme. Tu boca me invitaba a besarte nuevamente, tus pechos palpitantes reclamaban más caricias, mientras tus ojos, seductores, sugerían entregarme a tus manos traviesas hasta llegar, una vez más, juntos a la cumbre.
Debo admitir que tu mirada fue más poderosa que mis intenciones, y hoy, al voltear atrás, celebro mi derrota sin reproche.
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Un nicho de mercado
Shooting Star
Llegó a ser una experta contable con alta reputación. Pero los éxitos en su profesión no lo eran todo: debió lidiar con su necesidad de ser amada.
Con el corazón roto por los desengaños y misterios del amor, un día tomó la decisión de dar un vuelco en su vida. Creía en Dios por lo que decidió apoyarse en la fe.
Su carrera la llevó a realizar un exhaustivo estudio de mercado y consideró con firmeza una clientela cautiva con una necesidad insatisfecha a la que ella se podría abocar.
De allí en más acudió con frecuencia a reunirse con el padre Andrés, después de misa, a contarle sus penas. Su desplazamiento seductor distraía la atención del hombre y sus labios voluptuosos que expresaban sus dudas con extraordinaria dulzura, lo volvían loco. Alguna que otra lágrima aportaron ternura a la escena y fue consolada por el sacerdote que se sentía abrumado ante la joven mujer.
Pero todo ello obró milagros porque consiguió su propósito: ser admitida como el ama de llaves del convento.
La comunidad residente se sintió en la gloria y ella en el paraíso.
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Día 10
Tallerista: Tomás del Rey
Observación, recolección de datos y variable experimental
Leonor
Escondida detrás de la estantería de poesía americana te contemplo en la biblioteca de la universidad: abstraído en el libro, siempre circunspecto. Aséptica apariencia la tuya con toques de castidad que intento imaginar en ritmo orgásmico y no lo consigo.
Hoy me atreví a preguntarle a la empleada sobre lo que lees con tanta fruición.
—El tema de su doctorado: “La poesía erótica del siglo de oro español”, así que…, infiera usted.
En un papel he escrito versos, que dicen son de Quevedo, y al pasar te los he dejado sobre al adusto escritorio de roble en el que trabajas.
Sorprendido miras cómo me alejo en contoneo insinuante.
«Y dijo entonces la fregona al conde,
alzándose las faldas hasta el rabo:
—Pues sople este tizón Vueseñoría».
Escondida detrás de la estantería de poesía americana, te espío divertida.
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Pole dancing
Pitecantropus
Cuando llegué con dos amigos a un bar en aquel pueblo había pocos clientes. En una mesa al otro extremo, una bella mujer charlaba con uno de ellos. Al verla, me regresó la mirada y sonrió. La ignoré. No quería meterme en problemas en un lugar extraño lejos de casa.
Poco después el hombre partió, ella me miró nuevamente, y mientras se acercaba a nuestra mesa, la testosterona hacía ebullición. Platicamos por largo rato tomando cerveza, hasta que externó su deseo de bailar. Le tendí la mano para complacerla y rio. Me explicó que era su primer día en ese lugar y que no había un tubo. Entendí. En broma le ofrecí servirle de poste para que bailara para nosotros… y aceptó.
Ver y sentir, inmóvil, a esa hembra audaz asirse de mí, recorriendo con sensualidad su cuerpo y el mío mientras su ropa caía, incitándome, envolviéndose en mí, palpando la protuberancia en mi entrepierna y ofreciendo a mis ojos sus pechos en flor, un pubis apenas poblado y sus apetecibles contornos, era más de lo que podía soportar.
Cuando terminó la música yo estaba tan rígido como los cuerpos cavernosos que irrigan la región por donde paseó. Mis acompañantes tuvieron que intervenir antes de que sufriera un paro cardiaco fulminante. Me inclinaron. Uno me tomó de los pies, el otro de la cabeza y me llevaron hasta el auto. Fue imposible introducirme y tras varios intentos, tuve que regresar en autobús, de pie.
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Día 11
Tallerista: Carlos Bortoni
Bruja
Black Dot
Fue el mío el trabajo más terrible. Después de descolgar el cuerpo desnudo y terso, trencé sus cabellos y le apliqué algo de color a sus mejillas y labios. La recosté, como a una muñeca, en un lecho de paja y contemplé aquella belleza perecedera. Debieron ser ciertas las acusaciones. Caí bajo su hechizo y no pude resistirme a poseerla antes de entregar ese cuerpo para siempre a la tierra.
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Fuera de lugar
Serpico
El verano lo trastorna. Cuando va de vacaciones al mar, prepara la escopeta y sale de cacería tras alguna presa. Le apetece la carne, como la que se exhibe en la playa. Al regresar a su pueblo en las montañas, lava y pule el anzuelo antes de salir en su auto deportivo para ver qué pesca en la ciudad por la noche.
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Desventajas del apremio
Pi
–No tengo tiempo para explicaciones –me dijo mientras entraba por sorpresa a la recámara y se metía al baño, sin voltear siquiera a verme sobre la cama. Cuando salió se quitó la ropa, me desnudó, tuvimos sexo y se retiró con prisa.
–Yo tampoco –respondí nerviosa mientras la cabeza de mi amante surgía con cautela desde el closet para continuar, con toda tranquilidad, lo que minutos antes estaba por dar comienzo.
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Quiebre
Shooting Star
Él le había prometido aturdirla con sus gemidos de gozo, cada vez que la poseyera y eso no está ocurriendo actualmente. El estado de insatisfacción la tiene abatida.
John no colmó las expectativas; además se muestra inseguro todo el tiempo. Con preguntas que no se anima a dilucidar, entre otras debilidades sin resolver. Ya no es el seductor que supo ser, luce huidizo.
Nadie habría imaginado que una sola semana de crucero por el Mediterraneo, en compañía de su promoción de egresados del colegio de varones, le permitiera descubrir un abanico de excesos, que le provocaría la aparición de otros apetitos. A su retorno exhibe un rostro alegre y relajado, hasta con otra manera de vestir.
Se puede asegurar que nunca cumplirá su promesa, con ninguna mujer. Sus ansiedades miran para otro lado.
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Día 12
Tallerista: El águila descalza
Mucho más que dos
Big Brother
Inflamado por la poesía de Benedetti, convenció a Marcia de que realizarlo en la calle, codo a codo, era poco práctico. En casa comprobaron que su boca no se equivocaba y que era más placentero en la cama, cuerpo a cuerpo, entregados a los acordes y la melodía de un apasionado concierto a cuatro manos.
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Experiencias lingüísticas
Gesel van God
Con el correr del tiempo y a través del espacio, el dominio de la lengua nos ha llevado a ti y a mí por caminos insospechados, a placeres prohibidos y a hacer acopio de conocimientos y vivencias inéditos. Nos ha guiado hacia el saber y a una amplia comprensión de lo que más nos interesa y amamos. ¿Te parece bien si dejamos que el deseo y nuestros cuerpos dialoguen esta noche? No dudo que nuestras lenguas, vivas y ardientes, darían paso a un debate acalorado y lleno de pasión, entre sábanas de satín, a la luz de las velas, música suave y champaña. Voudrais-tu essayer, mon cher?
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Día 13:
Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
Secretos acuáticos
bebé
Su pulso se volvía taquicardia cuando ella entraba a la bañera. La inmersión en la tibieza del agua y las burbujas eran lo más excitante Y si había música, la experiencia se tornaba inolvidable. Disfrutaba de navegar por sus contornos y del roce con esa piel de ensueño, de la exploración de sus secretos y de hacer travesuras entre sus piernas o en sus pechos; en tanto ella, en otro nivel y en pleno disfrute del momento, se relajaba. Mientras duró, fue fantástico para él. Todo terminó cuando los niños crecieron y la madre, dueña de ese soberbio cuerpo que tanto admiraba, tiro al patito de hule a la basura.
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Ixchel
Pseudónimo
Temía no llegar a ser el primero en tocar ese cuerpo albo y virgen, en surcar sus relieves y acariciarlo, en posarse suavemente sobre él hasta hacerlo suyo. En sueños imaginaba su encuentro íntimo, una cita inolvidable en un lugar apartado, lejos del mundo. Atormentado por las dudas, llegó a pensar que conquistarla era una fantasía, una quimera. Inspiración de artistas y deseada por tantos hombres, le parecía inalcanzable. No cedió; mantuvo la esperanza, perseveró y, un 21 de julio de 1969, Neil Armstrong conseguía ser el primer hombre en encontrarse con la luna.
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Día 14
Tallerista: Mónica Brasca
Fuera de control
Pepe Le Pew
Nunca estuvo en sus planes acompañarla a tomar el taxi aquella tarde, ni invitarle a tomar un café al día siguiente. Sin advertirlo, cruzó el umbral de aquella puerta entreabierta y se vio envuelto por el hechizo de una charla hasta después de la medianoche, sin sospechar del efecto de un roce casual que culminó en el primer beso. Atrapados por el deseo, el fuego pronto devino en un incendio que se aviva cada noche, sin que haya manera, ni motivo, para apagarlo.
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Día 15
Tallerista: Patricia Mejías
Liberación
Pseudónimo
Ahí estaba, por fin, inmóvil delante de él después de una larga espera. La contempló desde todos los ángulos para familiarizarse con ella. Percibió sus contornos y relieves mientras paseaba la vista con deleite. Imaginándola desnuda, admitió que era perfecta y apremiado por el deseo, fue descubriendo con delicadeza, palmo a palmo, de la cabeza a los pies, cada parte de su cuerpo. En su recorrido, los senos núbiles, pequeños y firmes, brotaron ante sus ojos; después los brazos y unas manos delicadas que procuraban cubrir con pudor los senos y el pubis. No se detuvo hasta terminar de develar sus piernas y fue entonces cuando, excitado, pudo admirarla y entregarse con placer hasta la consumación de la empresa. Al terminar, Menofanto elevó los ojos al cielo y agradeció a los dioses aquellos dones que le permitieron desnudar la piedra y liberar a Afrodita de su encierro.
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En la lluvia
Black Dot
Entonces una gota te encuentra y dibuja con humedad el nacimiento de tus cabellos, tus ojos altivos que no la ven, tu cuello de reina, el principio de tus pechos, protuberantes pezones. Desciende lenta, como si no quisiera evaporarse, mientras acaricia el entorno de tu vientre. Se sumerge en tu ombligo y juguetona resbala a la negrura de tu pubis. Se entretiene en tu frondoso vello. Parte tus labios y de ahí se desprende a la entrepierna. Se embelesa en la firmeza de tu muslo. Lenta, pero segura, escurre a tu rodilla, se solaza en el tobillo. Y antes de desvanecerse en la tristeza de abandonar tu ser, esta simplísima gota, se torna lágrima.
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Día 16
Tallerista: Josep M. Nuévalos
En el nuevo mundo
Isishayo
Los ojos de Cristóbal vislumbraron a través del catalejo un territorio vasto y virgen, accesible y listo para ser conquistado por un hombre como él, aventurero y emprendedor, dispuesto al riesgo y al sacrificio por un futuro prometedor. Descendió del barco al bote que lo llevó a la orilla, caminó unos pasos hasta plantarse en tierra, avanzó un poco más, y tras hincarse, la besó.
Sorprendida, la chica tendida al sol en la playa solo acertó a cubrirse y dirigirle una mirada de desprecio y desaprobación que, ante las disculpas caballerosas por el atrevimiento y sus obsequios, pronto se tornó en una sonrisa tímida. —Soy América —le dijo —, ¿y tú?
Más tarde, luego de aperitivos y entremeses bajo un palmar, paladearon y conocieron de manjares, carnes, frutos y dulces postres desconocidos, placeres mundanos que jamás habían probado, en un prolongado festín que, entre romance, amoríos, divorcios y reconciliaciones, es ya historia más que conocida.
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Trashumantes
Simbad
Sus encuentros en diversos escenarios avivaron el deseo e hicieron renacer la pasión dormida. Cada noche era inolvidable cuando, sudorosos y exhaustos tras el último acto, descansaban lado a lado antes de despedirse con un abrazo y un beso. Meses después, tras un riguroso examen, ella recibió la noticia que cambiaría su vida. Se anunciaba su debut como prima ballerina del Ballet Bolshoi.
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Incómodo
Shooting Star
Avanza despreocupado por la vida. Con distracción adolescente, aborda el tren que lo llevará hasta su refugio. El transporte serpentea muy cerca de la playa, donde la desnudez es la regla.
Un calor extra, lo cubre hasta sofocarlo. Una sucesión de imágenes lo ahogan y lo sumergen en una evocación vívida de las noches en Río de Janeiro. El ritmo de una samba lo envuelve hasta maniatarlo y exponerlo a la voluntad de un puñado de garotas, que balbucean casi inaudibles mientras practican delicias manuales, que lo excitan notablemente. Sudores de piel femenina le inundan los labios. Cabellos enmarañados le azotan delicadamente. Desprovisto de toda firmeza cede una y otra vez.
El bullicio de la estación de destino, lo vuelve a la realidad y al agobio de una notable erección que se ve obligado a disimular.
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La Religiosa
Enigmática
Si es hábito del Señor el venir a socorrer mis deseos, mi vocación será complacerlo.
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Día 17
Tallerista: Carlos Martín Briceño
Aquí
Fernando Ira
La fila del banco era larga. Esperábamos sentados cuando Ana me apretó la mano con fuerza y yo sentí un hormigueo por todo el cuerpo. Me miró a la cara y me dijo: aquí. Y solo con observar cómo mordía su labio inferior mi sexo se transformó. Al ver mi bulto sonrió, dejó su silla y se sentó en mis piernas sin importarle las miradas que de inmediato se quedaron fijas en nuestros cuerpos. Se movía lentamente, ora hacia adelante, ora hacia atrás, como si las olas de un mar invisible la mecieran. Ella me había prohibido tocarla. Era ella quien hacía y yo quien se dejaba hacer. Y todo esto me excitaba aún más. Sentí su pelo en mi cara, ese olor a bamboo fresco que había conocido diez años atrás, en un bar del centro de la ciudad... esa noche se acercó a mi mesa y mientras sonreía dijo: aquí.
El francotirador
Simbad
Observó desde la azotea lo que ocurría detrás de la ventana. Con aplomo, puso el ojo en la mira, ubicó al objetivo y apuntó al corazón. Lentamente acercó el dedo al gatillo hasta hacer contacto y sentir el punto exacto que marcaría el final. El pulso se aceleró cuando ella empezó a desnudarse. Quiso darse un momento para disfrutar de aquel cuerpo que pronto estaría inerte, de su torso sin amarras, de esos pechos expresivos que hacían temblar su mano. Vio su cara inocente y ajena a lo que estaba por ocurrir y le concedió el plazo necesario para deshacerse del pantalón y de la minúscula prenda debajo de él. Una gota de sudor resbaló de su frente. Atónito ante lo que veía, se lamentó de su pasado y del futuro, de no haberla conocido antes y de acabar con ella sin compartir un momento, sin abrazarla ni recibir sus besos, sin probar sus delicias ni escuchar su voz y sintió envidia por quien disfrutaba de sus favores. Antes de arrepentirse, apuntó de nuevo, apretó con fuerza y cerró los ojos. Fue más fácil matar a su padre que privarse de intentar gozar a la que iba a ser su madrastra.
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Transformers
Pepe Le Pew
Es en la intimidad donde las manos hablan, la lengua palpa mientras el cuerpo escucha y sueña inventándose a sí mismo. Es el momento donde nos desdoblamos para asumir nuevas formas, convertidos en esencia y realidad. Surge el lobo, aparece un león, ruge el tigre al tiempo que la oveja se convierte en águila, en pantera, en la serpiente que me envuelve hasta la asfixia. Ahí, tú y yo somos materia incandescente, deseo, carne y sudor, historia y mito, pasado, futuro y presente. Ahí existimos, sobre y debajo de la piel. Somos sinfonía y concierto, poesía en movimiento, pasión, éxtasis, vida plena y la muerte recurrente.
Al cerrar cada capítulo, volvemos a la normalidad, ataviados con el cotidiano disfraz de nadie; somos anónimos e invisibles, mimetizados en la multitud de rostros de la jungla, criaturas indómitas al acecho, latentes, agazapadas entre el follaje de las horas en espera del encuentro, para despertar de nueva cuenta del letargo, renacer y reinventarnos cada vez.
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Fin de ciclo
Shooting Star
La robusta mujercita, junto con sus compañeros, se divierte en su último año de estudios. Experimentar con los sentidos a partir del tacto, los induce a jugar de manera incansable con los límites fumar, beber, reír, sentir. Una secuencia que los jóvenes tratan de vivir cada vez que pueden. Ensayar con los cuerpos está reservado para los más osados. Martina se anota cada vez que surge un nuevo intento exploratorio y termina por ser la destinataria de casi todas las incursiones. Y como buena anfitriona, en poco tiempo está altamente calificada para absorber un caudal importante de conocimiento. Al final del ciclo académico, sus papás preparan con resignación y recato una nueva habitación que adornan con motivos infantiles.
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Día 18
Tallerista: Elisa de Armas
Pronto alivio
Lafitte
El largo padecimiento me obligó a solicitar una consulta con esa doctora, considerada milagrosa por sus terapias poco convencionales. Era mi última esperanza. Cuando llegué, la sala de espera estaba abarrotada. Minutos después, una cautivadora mujer cubierta por una túnica azul surgió del ascensor. Contoneándose entre nosotros, parecía flotar sobre los zapatos altos de los que surgían unas piernas de ensueño, envueltas en medias de seda. Mientras avanzaba al ritmo de la música, aquella silueta curvilínea saludaba con una sonrisa a cada paciente, hacía un diagnóstico rápido y, si el caso era grave, se desprendía de una prenda y se la entregaba con un beso. —Aquí está su medicina —le decía con gracia antes de atender al siguiente. Cuando llegó a la puerta del consultorio levantó los brazos en señal de victoria y, mientras aplaudíamos a rabiar, nos regaló una inolvidable panorámica de sus atributos antes de desaparecer. Todos los que hasta poco antes sufríamos de la desoladora disfunción nos empezamos a retirar, satisfechos por el inusual tratamiento y orgullosos de la ostensible prominencia que los más recatados procuraban disimular al llegar a la calle.
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Seducción
Pseudónimo
Abro tu ventana y me deslizo. En silencio me introduzco en tu sueño. Mojo un dedo con saliva y emprendo la ruta por tu brazo. A mitad del camino sonríes sin abrir los ojos. Te engaño; es la punta de mi lengua la que ahora continúa hasta el hombro para conquistar tu cuello. Tu piel reacciona y se eriza levemente; lo percibo en ese aroma que huele a deseo. Acaricio el pelo, te acurrucas. Salto a la oreja y la atrapo entre los labios; la saboreo. Te encoges, suspiras y me atraes. Acudo a la cita; volteas y me besas. Te abrazo y me pides ir juntos más allá. Accedo con gusto y desciendo por tus pechos con mi boca, desde el norte, hasta el ecuador y hacia el sur, con las manos, con mis ojos, con todos mis sentidos y mi ser; por tus caderas y muslos, por el vientre, en todas direcciones y en contrasentido. Me buscas y te busco, para encontrarnos en el centro de nuestros universos, y me das la bienvenida. Siento tu hospitalidad húmeda y tibia; tú mi calor, que te invade con ese cosquilleo y la grata sensación de tener visita en casa; gimes. La senda es larga y gratificante, tan placentera como el destino. Alternamos el ritmo, vamos al paso, en cadencioso vaivén o a galope, disfrutando cada momento. Pronto llegaremos al amanecer que veo en el horizonte por la ventana. Me resisto a aceptar su arribo. Nos engañamos; cierro la cortina para prolongar el sueño y tú los párpados para secuestrarlo.
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Inspiración
Tangó
De repente nos miramos y noto que por tus ojos acecha el arrabal.
—¿Cómo te llamás? —Me atrevo a preguntar.
—Malena. —Me sorprende tu voz de alondra.
Como un destello íntimo, como un espasmo lírico se deprende de mí la melodía y se introduce en el escote de tu blusa, huele en tus pechos el olor a madreselvas, se adhiere a tu piel, resbala por la seda de las medias y acompasa tu paso presuroso.
Aligero el andar pero vas tomando distancia envuelta en la neblina de una llovizna gris. No pude alcanzarte. No quise alcanzarte.
Tu nombre será canción.
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En el principio
Black Dot
De esta manera habló: «Andad por el mundo y multiplicaos.» Y nosotros obedecimos. Nos reprodujimos, pero no encontrábamos el gozo en la tarea. No sabíamos del placer ni las caricias. Éramos simples animales rudimentarios que obedecían al instinto. He aquí que un día uno de nosotros dejó de ser simple bestia y descubrió las formas del tacto, el gozo en los gemidos y la fantasía oculta en un cuerpo desnudo. En los albores del sexo encontró el soplo del erotismo. Dicen los que no saben de eso que fuimos expulsados del paraíso. ¡No es cierto! Así fue como encontramos lo divino.
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Día 19
Tallerista: Paola Tena
Terapia intensiva
Simbad
Nuestras miradas cruzan la habitación como flechas y dan en el blanco. No se detienen en la coraza que nos envuelve y llegan al fondo, hasta el fondo del deseo. Imagino ver cómo tu sangre, roja como esos labios, escurre como quisiera que mis manos lo hicieran por tu pecho. Resbala por tu piel y se ramifica como mis dedos por tu cintura, por el vientre, se detiene por momentos y vuelve a fluir por tus caderas, por el monte y la floresta hasta el humedal, lo inunda y corre por tus piernas, como quisieras hacerlo tú a mis brazos, en tanto yo, aturdido, me desangro, viéndome morir por ti, con la razón perdida y el anhelo expuesto.
En el borde de la agonía, sin saber si vivo o sueño, te veo a mi lado mientras, entre besos y caricias, nos reanima la terapia. El pulso sube, se acelera y la cama se estremece; entramos en resonancia, las venas revientan, explotamos, te abrazo y me aferras para que la muerte, al venir, nos alcance al mismo tiempo.
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Deseos y placeres prohibidos
Pseudónimo
–Bonsoir, monsieur Des Trampes, es un placer verlo otra vez. ¿Desea lo de siempre?
–Por supuesto, lo acostumbrado. Y supongo, si comprendí bien su pregunta, que el placer será mío.
–Sí, sí, entiendo, Monsieur: lo habitual. Mismos deseos, suite, chicas, champagne. Solo veo un pequeño problema, si me lo permite.
–¿Si? ¿Cuál es?
–Que usted no es el mismo Armand Des Trampes y…
–¡Cómo se atreve, Gervasio! Es usted un insolente.
–Lo siento, señor, pero el que conocí tenía una esposa, que nunca vi, varios guardaespaldas y llevaba un estilo de vida, digamos… extravagante y disipado; pero no llegaba con esposas, custodiado por agentes ni medio narcotizado con una pijama a rayas puesta. Extraño esa joie de vivre tan suya y ese discreto encanto, el sutil erotismo que transpiraba por sus poros.
–¡Qué descaro el suyo! ¿Qué más bromas me tiene?
–Decirle que no estamos donde lo recibía desde hace años.
–¿No? Entonces, ¿dónde es aquí?
–El lobby del penal de Almoloya.
–¿Está seguro? ¿Qué hacemos en este sitio?
–Yo trabajo aquí como celador, digamos… una especie de concierge. Perdí mi empleo cuando el hotel cerró por la pandemia, ¿y usted? Me disculpo de antemano. A lo mucho podré conseguirle el mismo número de celda, unos calendarios con chicas desnudas que introduciré de contrabando y una botella de agua gaseosa. Feliz y placentera estancia, Monsieur. Que la fuerza lo acompañe. Adieu.
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Crimen y sentencia
Murata
Seducido por la sonrisa en tu mirada, tuve la osadía de robarte un beso. Durante las pesquisas caí en la trampa en medio de tus brazos, cuando me seguías de cerca hasta descubrirme plenamente. Lo sabía, no podría ser de otra manera. Desnudo y con las manos ocupadas, fui capturado en emboscada entre tus piernas. Tras el arresto, fui llevado por el placer hasta tu pecho, donde quedé preso de tus curvas. Desde ahí, admito la intención y me declaro culpable mientras el tribunal de tu piel en llamas delibera. No existen atenuantes ante la evidente flagrancia del delito, ni cabe apelación al fallo de la corte. El resto de mis días los pasaré a la sombra, cautivo del deseo por ti que me consume.
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“Los amantes”, concierto en pasión sostenida a cuatro manos, para flautín y electrocardiógrafo
Serpico
I Adagio: bip… bip… bip
II Andante moderato: bip; bip; bip
III Scherzo: bip, bip, bip, bip
IV Allegro molto vivace con tutti: ¡bip bip bip bip bip bip!
V Finale - Largo: B i i i i i p
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Pequeño deseo
Shooting Star
Escasamente vestida se dirige a la feria del puerto, en busca de víveres y algo para aliviar su actual soledad. No se sorprende de ver cuantos pretendientes florecen a la vera de su trayecto, pero ella quiere una mínima ceremonia que le provoque un exiguo temblor en alguna parte de su anatomía. No es tan descabellado su deseo. Casi lo normal de alguien que supo de amores intensos. El joven rubio que desciende del barco ruso, la mira encandilado y solo le sonríe; no atina a emitir palabras que ella ni siquiera entendería. El gesto angelical del muchacho la predispone y le devuelve la sonrisa. Sabe que el lenguaje universal del amor, comunica mucho mejor que los idiomas.
¡Y vaya comunicación tan fluida que están teniendo!
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Día 20
Tallerista: El último Abencerraje
Desierto.
MINIFICCIONES FINALISTAS DE DICIEMBRE DE 2020
Tema: El erotismo en la minificción
Día 1
Tallerista: Carmen Simón
Entelequia nocturna
la ausente
Cómo quisiera no tener que informarte sobre los expedientes en curso sino que supieras que anoche me dormí pensándote. Tu mirada es hoy tan distante como siempre; navegan tus pensamientos vaya a saber en qué universo desconocido.
Cómo desearía que lo supieras, te imaginé junto a mí, caminando la urbe mientras cantábamos nuestra melodía amorosa de gatos salvajes bajo la luna macilenta. Anoche sentí mi mano que no hubiera querido que fuera sino la tuya acariciando mi piel húmeda y deseosa.
Cómo decirte que esta mañana me lastima tu mirada en huida...
–¡Un café, por favor! –tu voz me penetra y siento un sol en mis entrañas.
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Romance en blanco y negro
Pseudónimo
Cruza la puerta y entra en silencio a la habitación donde la espera. Desata la bufanda, suelta el abrigo y se sienta frente a él. Murmura palabras seductoras, palpa y coloca sus manos, hasta sentir la intimidad en sus yemas. La atmósfera tiñe el salón de rojos y anaranjados y las llamas de la chimenea dibujan dos siluetas. Comienza el ritual. El contacto de sus dedos ágiles lo hace vibrar, le arranca acordes de dulces notas, susurros y explosiones de júbilo en todos los tonos, al tiempo que ella se percibe transportada en éxtasis. Al calor del fuego que aviva el cortejo, los movimientos suaves, en contraste con otros firmes y decididos, los estremecen. Un encuentro de pasión y romance en perfecta armonía. Entrada la noche, excitada aún, lo acaricia y le obsequia un beso. Con una sonrisa maliciosa, camina lentamente hasta la recámara, se desnuda sin pudores, y entre risas, brinca juguetona en la cama, segura del éxito que tendrá en el concierto.
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La transferencia
Shooting Star
Con la insolencia de la juventud se lanza a la conquista de su primera experiencia. Recepciona con interés la mirada del elegido. Y alimenta el encuentro. Cuando las pasiones se desatan, surge la revelación.
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Día 2
Tallerista: Fernando Tamariz
Ventrílocuo
Pitágoras
Desde que obtuvo el empleo ha tratado de atraer su mirada, de desentrañar sus pensamientos y entender esa pose retadora cada vez que la ve. Todo en ella le provoca una variedad de emociones y sentimientos que van desde los celos hasta la alegría y de la soledad a la esperanza. Verla despierta su lujuria y un deseo incontenible de tenerla en los brazos y hacerla suya. No puede sustraerse al encanto de su cabello en el camino hasta la espalda, a la mirada ingenua de esos ojos zarcos o a la sonrisa traviesa envuelta en carmesí. Tampoco a los senos perfectos, del tamaño y forma que sus manos sueñan cada noche, ni a esas piernas, largas y bien torneadas, que asoman debajo de una breve falda ajustada. Su obsesión le hizo pedir que lo cambiaran de departamento para estar más cerca y, confiado, decidió quedarse a trabajar hasta tarde para abordarla y platicar, lejos de miradas y cuchicheos, invitarla a cenar, a bailar, confesarle sus sentimientos y el deseo de estar solos en la intimidad. Tras un diálogo en el que campeó la sinceridad, tomaron rumbo a la puerta, luego de una breve escala en el área de deportes del almacén. Afuera, la gente en la calle los miraba con curiosidad mientras se alejaban. Llamaba la atención ver a un hombre en animada charla con una atractiva maniquí parlante sobre patines.
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El paciente
bebé
Soy tímido y poco romántico. Me paralizo ante una mujer que me atrae y no sé qué hacer. Me siento impotente o tal vez lo sea. He recurrido a sicólogos sin éxito, hasta que la conocí. Su inteligencia me sorprende y excita, no tanto como su cuerpo que merecería ser explorado por mis manos. Sueño con besarla, con acariciar sus rizos, sus pechos, sus caderas y el resto de la tersa envoltura de esa mujer que altera mis hormonas. Me consume el deseo, ansío conocer sus secretos y rincones, y adentrarme en la espesura de ese bosque, oculto y lejos de mi alcance, debajo de la bata blanca de Verónica, la sicóloga que más que curar mis males, me enloquece. Como su paciente, muero de impaciencia.
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Intento fallido
Shooting star
Sus ojos se entornan para enviar una mirada cargada de intenciones, hacia su ocasional destinatario. La prudencia del sujeto la mantiene indecisa, pero insiste en la conducta provocadora, a medida que se acerca con lentitud, hasta detenerse delante de él. Espera sin éxito, pues el joven se mantiene apático e ignora las insinuaciones y, sonriendo con desdén, toma la mano de un fulano cercano.
La princesa comprueba con pesar, que el novel caballero no ejerce su condición.
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Día 3
Tallerista: Jorge Oropeza
Fugitivos
Shooting Star
Avanzan abrazados luego de la fiesta, por la avenida despejada, se esconden de las miradas con la complicidad de la luna. Besos y caricias pueblan el trayecto, hasta llegar a destino. La alcoba los invita a consumar los hechos, para los que se prepararon durante varias horas.
Jadeantes, con los sudores de sus espaldas aún tibios, comienzan a planear con sigilo como harán para retirarse del hotel sin pagar.
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Nirvana
Black Dot
Mis manos te inventan en cada caricia, penetran a lugares secretos en tu cuerpo que solo se develan a mi tacto. Asciendo a tu reino, repto como una serpiente que encuentra tu forma con la lengua. En el precipicio de tus gemidos me despeño, rígido y entumecido. Tus muslos abiertos me invitan a entrar a tu húmedo reino, a ese tibio, mágico lugar en done pierdo toda conciencia. Tu sexo glorioso me envuelve, cobija mi miembro. Presiento los latidos de tu corazón, la sangre que circula en nuestras venas al tiempo que busca escapar. La pasión se funde en líquidos seminales en ese momento preciso en que no somos materiales sino energía pura en un estado de gloriosa divinidad.
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La conquista
Pseudónimo
Parado a tus pies, miré el largo camino por recorrer y sonreí. Haber llegado hasta ahí ya era un triunfo por sí mismo. Te admiré en la penumbra y emprendí el viaje hacia tus piernas. Al sentir mi presencia, me devolviste la sonrisa con un bello amanecer y se iluminó el horizonte. Palmo a palmo, fui subiendo lentamente con rumbo a tus rodillas y proseguí, procurando no caer en la tentación de asomarme y sucumbir en tus caderas, hasta llegar al vientre, donde me diste paz, abrigo y reconfortaste mi sed. Descansé aliviado mientras tú, esplendorosa, brillabas a la luz de la mañana. Escalé tus pechos, firmes y erguidos. ¡Qué maravilla!, ¡qué hermoso panorama! Los recorrí para hacerlos míos, impregnarme de ellos y que nunca me olvidaran. Sudoroso y cansado, llegué al mentón para alcanzar tu boca y te bese, como lo hice en aquellos rincones por donde antes había pasado. Ahora estaba en tu cabeza, como siempre habías estado tú, Iztaccíhuatl, en la mía.
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Día 4
Tallerista: Marcial Fernández
El coronel ya no tiene quien le escriba
Pseudónimo
La columna, comandada con habilidad por el coronel, fue recibida con júbilo; se abrió camino entre la tupida vegetación y penetró en el territorio desconocido y virgen sin encontrar oposición. La huella que dejó a su paso llevaría su apellido más tarde. Luego de una estadía de varios meses, otras aventuras y conquistas requirieron de su intervención y abandonó la plaza, mas nunca la olvidó. Aquel lugar le traía recuerdos imborrables: al sur, las dos hermosas pilastras, pórtico de entrada al cañón que recorría con asiduidad, el montículo y el bosque húmedo, pletórico de vida, tibio y acogedor lugar que frecuentaba a menudo; el valle, en donde tantas veces descansó su cabeza de preocupaciones y fatigas; las imponentes montañas con sus manantiales hacia el norte, por donde paseaba casi todas las noches. Durante años mantuvo correspondencia con la idea de volver algún día, para recorrer aquellas veredas entrañables, dar sosiego a sus inquietudes y saciar su sed, hasta que se enteró que por descuido, aquellos dominios que antes fueron suyos, estaban ahora en manos del enemigo.
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Día 5
Tallerista: Daniel Frini
Visiones encontradas
Volkandert
Tomó el lápiz y la dibujó. La mujer le hizo notar que sus senos y pubis eran más pequeños. El respondió con frialdad. Así era como le gustaría que fuese, y la retó a dibujarlo. Cuando terminó, el hombre prefirió no abrir la boca. Era obvio el mensaje. Para su gusto, algo en él debía ser de mayor tamaño: el corazón.
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Inoportunos
Shooting Star
Sus piernas en llamas, recibieron las ansiedades del jovenzuelo. Regodeados en la abundante entrega, festejaron largamente hasta hacer fundir la piel y los sentidos.
Con los labios, las manos y los ojos inflamados de gozo, se entregaron al descanso reparador.
Ninguno de ellos sospechó que serían sorprendidos por sus respectivas parejas, en el lugar del hecho.
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Extraños en la noche
Pitágoras
Llegaron por la frontera prohibida, como inmigrantes a territorios en guerra, escapando de otras. Entraron sin pasaporte, por la noche, sin saber, siquiera, que la habían franqueado. Un amanecer maravilloso los sorprendió cuando se encontraron de frente, desnudos e inermes, sin más escudo que la piel ni más aliento que el deseo, dispuestos a no dejarse vencer por el destino. Sin olvidar sus pasados, construyeron un presente sin futuro, donde cada día era inicio y final, puerta de entrada y salida a un mundo propio, exclusivo, sin hostilidades. Era un remanso compartido, puerto franco para la seducción de manos aventureras y el desafío de cuerpos ávidos de conquista, el oasis donde la sed y la pasión se mitigaban bajo el cobijo de una fresca sombra de complicidad y confianza; donde sueños y fantasías se hacían realidad al fusionarse carne y espíritu, en aquellos momentos sublimes cuando juntos, eran uno y mucho más que solo dos.
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Día 6
Tallerista: Daniela Truman
Sin censura
Serpico
Su educación conservadora era motivo para no hablar de erotismo, sexo y todo aquello que desde la niñez le habían imbuido como impuro. En su lugar, simplemente se desnudaba, dejaba a un lado la ropa y los prejuicios y disfrutaba de su sexualidad, a solas o en compañía, en silencio.
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La “T” del ismo de Eros
Enigmática
¿Qué es erotismo? Erotismo eres tú, le respondió Placer a Deseo.
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El elegido
Pi
Afuera de la nave hacían todo lo posible para que la misión tuviera éxito. En el interior únicamente escuchábamos rumores, susurros y respiraciones entrecortadas en un ambiente de nerviosismo. Solo podíamos imaginar la escena mientras la tensión crecía. Sin entrenamiento previo, debíamos estar listos para entrar en acción en cualquier momento.
Al parecer, las gestiones diplomáticas surtían efecto, y cuando soltaron las amarras dejando en libertad a nuestro submarino, el comandante lo dirigió con precisión para alcanzar el primer objetivo: entrar por la bahía y atracar en el puerto fortificado.
Las defensas, que en otras condiciones se opondrían, estuvieron de nuestro lado gracias a las negociaciones que nos permitieron penetrar en la fortaleza sin resistencia. Una vez dentro hubo gran agitación, y luego de un breve zafarrancho vino la orden de desembarcar. Miles fuimos lanzados fuera del navío tras una andanada de disparos para buscar, a oscuras y nadando a contracorriente por un pasaje estrecho, una cita con el destino, que solo yo habría de conseguir a costa de dar la vida. Dudo si fue buena idea hacerlo, porque lo que empezó como un juego inocente tuvo una consecuencia que ahora se llama Arturo, quien temo que está a punto de repetir la historia.
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Precoz
Shooting Star
Se privó de sus delicias con honestidad. Nunca intentó seducirla y mucho menos perjudicarla. Escondió con amargura sus apetitos para no ser incorrecto. Jamás se hubiera perdonado inmolar a la adolescente, quince años más joven. Se reprimió todo lo que su fortaleza le permitió, hasta el día que experimentó las proezas de las que era capaz la jovencita.
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Día 7
Tallerista: Sapo (Cubierto por Josep M. Nuévlalos)
Urgencia
Shooting Star
Agobiada por la soledad, decidió hacer algo al respecto. En su alcoba elaboró planes de acción, enfocada en el éxito.
Salió en busca del destinatario de su corazón. Vestida de forma provocativa, develó sus atributos a la vista ajena y a los miedos propios. Invocó con fe a su Santo de confianza, y no se detuvo hasta ingresar con sigilo a la capilla, en busca del padre Daniel.
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Voyeur
Pi
Mientras esperaba en casa, una ráfaga de viento abrió las cortinas de la ventana donde, a trasluz, veía esa tarde las siluetas del vecino con su nueva conquista en intenso intercambio de placeres. La sucesión de felatios, cunnilingus, misioneros, vaqueras, cucharas y toda suerte de posturas despertó su lujuria y una envidia malsana ante el desinterés por el sexo y el desdén inexplicable de su mujer.
Los cuerpos, convertidos en carne y fuego, sudorosos y agitados, se materializaron en el instante cuando, en pleno éxtasis, de la boca de un rostro que le resultaba sumamente familiar, surgía un vibrante aullido de placer.
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Día 8
Tallerista: Tequila
El día que vimos The Outlaw
Erik Zapién
Un día de verano estábamos jugando en mi casa hasta que decidimos colocar una película en la videograbadora. Era un extraño western que descubrí entre las cosas de mi hermano mayor. A Jéssica y a mí no nos gustaban las películas de vaqueros, pero aquella en particular nos atrapó; además, no había otra cosa mejor que hacer.
Mientras las primeras escenas transcurrieron, los terrenos de la amistad y de la niñez comenzaron a difuminarse. Nos acercamos. Mis ojos exploraron en plano-secuencia el paisaje que las yemas de mis dedos explorarían con cautela, como caballos descubriendo un nuevo pastizal. Ella, sin dejar de mirar al televisor, sintió de pronto la estampida de aquellos potros salvajes que, desbocados, galopaban instintivamente en círculos. La película terminó y los caballos se esfumaron. Se puso de pie y se fue a su casa sin siquiera voltear. Días después, sin tocar el tema, pusimos de nuevo la cinta y, conforme la historia avanzaba, me ayudó a domesticar a los equinos.
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Día 9
Tallerista: Lucía Casas Rey
Rendezvous
Pseudónimo
Las franjas de luz y sombra dibujadas por la persiana sobre tu silueta le daban un aspecto cautivador a tu desnudez. Recostada en la cama, me observabas antes de que partiera. Yo tampoco podía dejar de verte, aun cuando poco antes, mis manos conquistaran esa piel mediterránea, mi boca saciara su sed con tus encantos, y dejara en ti todo mi aliento, cuando nuestros cuerpos enlazados se dieron cita más allá del paraíso. Era imposible no mirarte ni admirarme, mas debía irme. Tu boca me invitaba a besarte nuevamente, tus pechos palpitantes reclamaban más caricias, mientras tus ojos, seductores, sugerían entregarme a tus manos traviesas hasta llegar, una vez más, juntos a la cumbre.
Debo admitir que tu mirada fue más poderosa que mis intenciones, y hoy, al voltear atrás, celebro mi derrota sin reproche.
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Un nicho de mercado
Shooting Star
Llegó a ser una experta contable con alta reputación. Pero los éxitos en su profesión no lo eran todo: debió lidiar con su necesidad de ser amada.
Con el corazón roto por los desengaños y misterios del amor, un día tomó la decisión de dar un vuelco en su vida. Creía en Dios por lo que decidió apoyarse en la fe.
Su carrera la llevó a realizar un exhaustivo estudio de mercado y consideró con firmeza una clientela cautiva con una necesidad insatisfecha a la que ella se podría abocar.
De allí en más acudió con frecuencia a reunirse con el padre Andrés, después de misa, a contarle sus penas. Su desplazamiento seductor distraía la atención del hombre y sus labios voluptuosos que expresaban sus dudas con extraordinaria dulzura, lo volvían loco. Alguna que otra lágrima aportaron ternura a la escena y fue consolada por el sacerdote que se sentía abrumado ante la joven mujer.
Pero todo ello obró milagros porque consiguió su propósito: ser admitida como el ama de llaves del convento.
La comunidad residente se sintió en la gloria y ella en el paraíso.
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Día 10
Tallerista: Tomás del Rey
Observación, recolección de datos y variable experimental
Leonor
Escondida detrás de la estantería de poesía americana te contemplo en la biblioteca de la universidad: abstraído en el libro, siempre circunspecto. Aséptica apariencia la tuya con toques de castidad que intento imaginar en ritmo orgásmico y no lo consigo.
Hoy me atreví a preguntarle a la empleada sobre lo que lees con tanta fruición.
—El tema de su doctorado: “La poesía erótica del siglo de oro español”, así que…, infiera usted.
En un papel he escrito versos, que dicen son de Quevedo, y al pasar te los he dejado sobre al adusto escritorio de roble en el que trabajas.
Sorprendido miras cómo me alejo en contoneo insinuante.
«Y dijo entonces la fregona al conde,
alzándose las faldas hasta el rabo:
—Pues sople este tizón Vueseñoría».
Escondida detrás de la estantería de poesía americana, te espío divertida.
***
Pole dancing
Pitecantropus
Cuando llegué con dos amigos a un bar en aquel pueblo había pocos clientes. En una mesa al otro extremo, una bella mujer charlaba con uno de ellos. Al verla, me regresó la mirada y sonrió. La ignoré. No quería meterme en problemas en un lugar extraño lejos de casa.
Poco después el hombre partió, ella me miró nuevamente, y mientras se acercaba a nuestra mesa, la testosterona hacía ebullición. Platicamos por largo rato tomando cerveza, hasta que externó su deseo de bailar. Le tendí la mano para complacerla y rio. Me explicó que era su primer día en ese lugar y que no había un tubo. Entendí. En broma le ofrecí servirle de poste para que bailara para nosotros… y aceptó.
Ver y sentir, inmóvil, a esa hembra audaz asirse de mí, recorriendo con sensualidad su cuerpo y el mío mientras su ropa caía, incitándome, envolviéndose en mí, palpando la protuberancia en mi entrepierna y ofreciendo a mis ojos sus pechos en flor, un pubis apenas poblado y sus apetecibles contornos, era más de lo que podía soportar.
Cuando terminó la música yo estaba tan rígido como los cuerpos cavernosos que irrigan la región por donde paseó. Mis acompañantes tuvieron que intervenir antes de que sufriera un paro cardiaco fulminante. Me inclinaron. Uno me tomó de los pies, el otro de la cabeza y me llevaron hasta el auto. Fue imposible introducirme y tras varios intentos, tuve que regresar en autobús, de pie.
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Día 11
Tallerista: Carlos Bortoni
Bruja
Black Dot
Fue el mío el trabajo más terrible. Después de descolgar el cuerpo desnudo y terso, trencé sus cabellos y le apliqué algo de color a sus mejillas y labios. La recosté, como a una muñeca, en un lecho de paja y contemplé aquella belleza perecedera. Debieron ser ciertas las acusaciones. Caí bajo su hechizo y no pude resistirme a poseerla antes de entregar ese cuerpo para siempre a la tierra.
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Fuera de lugar
Serpico
El verano lo trastorna. Cuando va de vacaciones al mar, prepara la escopeta y sale de cacería tras alguna presa. Le apetece la carne, como la que se exhibe en la playa. Al regresar a su pueblo en las montañas, lava y pule el anzuelo antes de salir en su auto deportivo para ver qué pesca en la ciudad por la noche.
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Desventajas del apremio
Pi
–No tengo tiempo para explicaciones –me dijo mientras entraba por sorpresa a la recámara y se metía al baño, sin voltear siquiera a verme sobre la cama. Cuando salió se quitó la ropa, me desnudó, tuvimos sexo y se retiró con prisa.
–Yo tampoco –respondí nerviosa mientras la cabeza de mi amante surgía con cautela desde el closet para continuar, con toda tranquilidad, lo que minutos antes estaba por dar comienzo.
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Quiebre
Shooting Star
Él le había prometido aturdirla con sus gemidos de gozo, cada vez que la poseyera y eso no está ocurriendo actualmente. El estado de insatisfacción la tiene abatida.
John no colmó las expectativas; además se muestra inseguro todo el tiempo. Con preguntas que no se anima a dilucidar, entre otras debilidades sin resolver. Ya no es el seductor que supo ser, luce huidizo.
Nadie habría imaginado que una sola semana de crucero por el Mediterraneo, en compañía de su promoción de egresados del colegio de varones, le permitiera descubrir un abanico de excesos, que le provocaría la aparición de otros apetitos. A su retorno exhibe un rostro alegre y relajado, hasta con otra manera de vestir.
Se puede asegurar que nunca cumplirá su promesa, con ninguna mujer. Sus ansiedades miran para otro lado.
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Día 12
Tallerista: El águila descalza
Mucho más que dos
Big Brother
Inflamado por la poesía de Benedetti, convenció a Marcia de que realizarlo en la calle, codo a codo, era poco práctico. En casa comprobaron que su boca no se equivocaba y que era más placentero en la cama, cuerpo a cuerpo, entregados a los acordes y la melodía de un apasionado concierto a cuatro manos.
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Experiencias lingüísticas
Gesel van God
Con el correr del tiempo y a través del espacio, el dominio de la lengua nos ha llevado a ti y a mí por caminos insospechados, a placeres prohibidos y a hacer acopio de conocimientos y vivencias inéditos. Nos ha guiado hacia el saber y a una amplia comprensión de lo que más nos interesa y amamos. ¿Te parece bien si dejamos que el deseo y nuestros cuerpos dialoguen esta noche? No dudo que nuestras lenguas, vivas y ardientes, darían paso a un debate acalorado y lleno de pasión, entre sábanas de satín, a la luz de las velas, música suave y champaña. Voudrais-tu essayer, mon cher?
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Día 13:
Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno
Secretos acuáticos
bebé
Su pulso se volvía taquicardia cuando ella entraba a la bañera. La inmersión en la tibieza del agua y las burbujas eran lo más excitante Y si había música, la experiencia se tornaba inolvidable. Disfrutaba de navegar por sus contornos y del roce con esa piel de ensueño, de la exploración de sus secretos y de hacer travesuras entre sus piernas o en sus pechos; en tanto ella, en otro nivel y en pleno disfrute del momento, se relajaba. Mientras duró, fue fantástico para él. Todo terminó cuando los niños crecieron y la madre, dueña de ese soberbio cuerpo que tanto admiraba, tiro al patito de hule a la basura.
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Ixchel
Pseudónimo
Temía no llegar a ser el primero en tocar ese cuerpo albo y virgen, en surcar sus relieves y acariciarlo, en posarse suavemente sobre él hasta hacerlo suyo. En sueños imaginaba su encuentro íntimo, una cita inolvidable en un lugar apartado, lejos del mundo. Atormentado por las dudas, llegó a pensar que conquistarla era una fantasía, una quimera. Inspiración de artistas y deseada por tantos hombres, le parecía inalcanzable. No cedió; mantuvo la esperanza, perseveró y, un 21 de julio de 1969, Neil Armstrong conseguía ser el primer hombre en encontrarse con la luna.
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Día 14
Tallerista: Mónica Brasca
Fuera de control
Pepe Le Pew
Nunca estuvo en sus planes acompañarla a tomar el taxi aquella tarde, ni invitarle a tomar un café al día siguiente. Sin advertirlo, cruzó el umbral de aquella puerta entreabierta y se vio envuelto por el hechizo de una charla hasta después de la medianoche, sin sospechar del efecto de un roce casual que culminó en el primer beso. Atrapados por el deseo, el fuego pronto devino en un incendio que se aviva cada noche, sin que haya manera, ni motivo, para apagarlo.
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Día 15
Tallerista: Patricia Mejías
Liberación
Pseudónimo
Ahí estaba, por fin, inmóvil delante de él después de una larga espera. La contempló desde todos los ángulos para familiarizarse con ella. Percibió sus contornos y relieves mientras paseaba la vista con deleite. Imaginándola desnuda, admitió que era perfecta y apremiado por el deseo, fue descubriendo con delicadeza, palmo a palmo, de la cabeza a los pies, cada parte de su cuerpo. En su recorrido, los senos núbiles, pequeños y firmes, brotaron ante sus ojos; después los brazos y unas manos delicadas que procuraban cubrir con pudor los senos y el pubis. No se detuvo hasta terminar de develar sus piernas y fue entonces cuando, excitado, pudo admirarla y entregarse con placer hasta la consumación de la empresa. Al terminar, Menofanto elevó los ojos al cielo y agradeció a los dioses aquellos dones que le permitieron desnudar la piedra y liberar a Afrodita de su encierro.
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En la lluvia
Black Dot
Entonces una gota te encuentra y dibuja con humedad el nacimiento de tus cabellos, tus ojos altivos que no la ven, tu cuello de reina, el principio de tus pechos, protuberantes pezones. Desciende lenta, como si no quisiera evaporarse, mientras acaricia el entorno de tu vientre. Se sumerge en tu ombligo y juguetona resbala a la negrura de tu pubis. Se entretiene en tu frondoso vello. Parte tus labios y de ahí se desprende a la entrepierna. Se embelesa en la firmeza de tu muslo. Lenta, pero segura, escurre a tu rodilla, se solaza en el tobillo. Y antes de desvanecerse en la tristeza de abandonar tu ser, esta simplísima gota, se torna lágrima.
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Día 16
Tallerista: Josep M. Nuévalos
En el nuevo mundo
Isishayo
Los ojos de Cristóbal vislumbraron a través del catalejo un territorio vasto y virgen, accesible y listo para ser conquistado por un hombre como él, aventurero y emprendedor, dispuesto al riesgo y al sacrificio por un futuro prometedor. Descendió del barco al bote que lo llevó a la orilla, caminó unos pasos hasta plantarse en tierra, avanzó un poco más, y tras hincarse, la besó.
Sorprendida, la chica tendida al sol en la playa solo acertó a cubrirse y dirigirle una mirada de desprecio y desaprobación que, ante las disculpas caballerosas por el atrevimiento y sus obsequios, pronto se tornó en una sonrisa tímida. —Soy América —le dijo —, ¿y tú?
Más tarde, luego de aperitivos y entremeses bajo un palmar, paladearon y conocieron de manjares, carnes, frutos y dulces postres desconocidos, placeres mundanos que jamás habían probado, en un prolongado festín que, entre romance, amoríos, divorcios y reconciliaciones, es ya historia más que conocida.
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Trashumantes
Simbad
Sus encuentros en diversos escenarios avivaron el deseo e hicieron renacer la pasión dormida. Cada noche era inolvidable cuando, sudorosos y exhaustos tras el último acto, descansaban lado a lado antes de despedirse con un abrazo y un beso. Meses después, tras un riguroso examen, ella recibió la noticia que cambiaría su vida. Se anunciaba su debut como prima ballerina del Ballet Bolshoi.
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Incómodo
Shooting Star
Avanza despreocupado por la vida. Con distracción adolescente, aborda el tren que lo llevará hasta su refugio. El transporte serpentea muy cerca de la playa, donde la desnudez es la regla.
Un calor extra, lo cubre hasta sofocarlo. Una sucesión de imágenes lo ahogan y lo sumergen en una evocación vívida de las noches en Río de Janeiro. El ritmo de una samba lo envuelve hasta maniatarlo y exponerlo a la voluntad de un puñado de garotas, que balbucean casi inaudibles mientras practican delicias manuales, que lo excitan notablemente. Sudores de piel femenina le inundan los labios. Cabellos enmarañados le azotan delicadamente. Desprovisto de toda firmeza cede una y otra vez.
El bullicio de la estación de destino, lo vuelve a la realidad y al agobio de una notable erección que se ve obligado a disimular.
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La Religiosa
Enigmática
Si es hábito del Señor el venir a socorrer mis deseos, mi vocación será complacerlo.
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Día 17
Tallerista: Carlos Martín Briceño
Aquí
Fernando Ira
La fila del banco era larga. Esperábamos sentados cuando Ana me apretó la mano con fuerza y yo sentí un hormigueo por todo el cuerpo. Me miró a la cara y me dijo: aquí. Y solo con observar cómo mordía su labio inferior mi sexo se transformó. Al ver mi bulto sonrió, dejó su silla y se sentó en mis piernas sin importarle las miradas que de inmediato se quedaron fijas en nuestros cuerpos. Se movía lentamente, ora hacia adelante, ora hacia atrás, como si las olas de un mar invisible la mecieran. Ella me había prohibido tocarla. Era ella quien hacía y yo quien se dejaba hacer. Y todo esto me excitaba aún más. Sentí su pelo en mi cara, ese olor a bamboo fresco que había conocido diez años atrás, en un bar del centro de la ciudad... esa noche se acercó a mi mesa y mientras sonreía dijo: aquí.
El francotirador
Simbad
Observó desde la azotea lo que ocurría detrás de la ventana. Con aplomo, puso el ojo en la mira, ubicó al objetivo y apuntó al corazón. Lentamente acercó el dedo al gatillo hasta hacer contacto y sentir el punto exacto que marcaría el final. El pulso se aceleró cuando ella empezó a desnudarse. Quiso darse un momento para disfrutar de aquel cuerpo que pronto estaría inerte, de su torso sin amarras, de esos pechos expresivos que hacían temblar su mano. Vio su cara inocente y ajena a lo que estaba por ocurrir y le concedió el plazo necesario para deshacerse del pantalón y de la minúscula prenda debajo de él. Una gota de sudor resbaló de su frente. Atónito ante lo que veía, se lamentó de su pasado y del futuro, de no haberla conocido antes y de acabar con ella sin compartir un momento, sin abrazarla ni recibir sus besos, sin probar sus delicias ni escuchar su voz y sintió envidia por quien disfrutaba de sus favores. Antes de arrepentirse, apuntó de nuevo, apretó con fuerza y cerró los ojos. Fue más fácil matar a su padre que privarse de intentar gozar a la que iba a ser su madrastra.
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Transformers
Pepe Le Pew
Es en la intimidad donde las manos hablan, la lengua palpa mientras el cuerpo escucha y sueña inventándose a sí mismo. Es el momento donde nos desdoblamos para asumir nuevas formas, convertidos en esencia y realidad. Surge el lobo, aparece un león, ruge el tigre al tiempo que la oveja se convierte en águila, en pantera, en la serpiente que me envuelve hasta la asfixia. Ahí, tú y yo somos materia incandescente, deseo, carne y sudor, historia y mito, pasado, futuro y presente. Ahí existimos, sobre y debajo de la piel. Somos sinfonía y concierto, poesía en movimiento, pasión, éxtasis, vida plena y la muerte recurrente.
Al cerrar cada capítulo, volvemos a la normalidad, ataviados con el cotidiano disfraz de nadie; somos anónimos e invisibles, mimetizados en la multitud de rostros de la jungla, criaturas indómitas al acecho, latentes, agazapadas entre el follaje de las horas en espera del encuentro, para despertar de nueva cuenta del letargo, renacer y reinventarnos cada vez.
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Fin de ciclo
Shooting Star
La robusta mujercita, junto con sus compañeros, se divierte en su último año de estudios. Experimentar con los sentidos a partir del tacto, los induce a jugar de manera incansable con los límites fumar, beber, reír, sentir. Una secuencia que los jóvenes tratan de vivir cada vez que pueden. Ensayar con los cuerpos está reservado para los más osados. Martina se anota cada vez que surge un nuevo intento exploratorio y termina por ser la destinataria de casi todas las incursiones. Y como buena anfitriona, en poco tiempo está altamente calificada para absorber un caudal importante de conocimiento. Al final del ciclo académico, sus papás preparan con resignación y recato una nueva habitación que adornan con motivos infantiles.
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Día 18
Tallerista: Elisa de Armas
Pronto alivio
Lafitte
El largo padecimiento me obligó a solicitar una consulta con esa doctora, considerada milagrosa por sus terapias poco convencionales. Era mi última esperanza. Cuando llegué, la sala de espera estaba abarrotada. Minutos después, una cautivadora mujer cubierta por una túnica azul surgió del ascensor. Contoneándose entre nosotros, parecía flotar sobre los zapatos altos de los que surgían unas piernas de ensueño, envueltas en medias de seda. Mientras avanzaba al ritmo de la música, aquella silueta curvilínea saludaba con una sonrisa a cada paciente, hacía un diagnóstico rápido y, si el caso era grave, se desprendía de una prenda y se la entregaba con un beso. —Aquí está su medicina —le decía con gracia antes de atender al siguiente. Cuando llegó a la puerta del consultorio levantó los brazos en señal de victoria y, mientras aplaudíamos a rabiar, nos regaló una inolvidable panorámica de sus atributos antes de desaparecer. Todos los que hasta poco antes sufríamos de la desoladora disfunción nos empezamos a retirar, satisfechos por el inusual tratamiento y orgullosos de la ostensible prominencia que los más recatados procuraban disimular al llegar a la calle.
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Seducción
Pseudónimo
Abro tu ventana y me deslizo. En silencio me introduzco en tu sueño. Mojo un dedo con saliva y emprendo la ruta por tu brazo. A mitad del camino sonríes sin abrir los ojos. Te engaño; es la punta de mi lengua la que ahora continúa hasta el hombro para conquistar tu cuello. Tu piel reacciona y se eriza levemente; lo percibo en ese aroma que huele a deseo. Acaricio el pelo, te acurrucas. Salto a la oreja y la atrapo entre los labios; la saboreo. Te encoges, suspiras y me atraes. Acudo a la cita; volteas y me besas. Te abrazo y me pides ir juntos más allá. Accedo con gusto y desciendo por tus pechos con mi boca, desde el norte, hasta el ecuador y hacia el sur, con las manos, con mis ojos, con todos mis sentidos y mi ser; por tus caderas y muslos, por el vientre, en todas direcciones y en contrasentido. Me buscas y te busco, para encontrarnos en el centro de nuestros universos, y me das la bienvenida. Siento tu hospitalidad húmeda y tibia; tú mi calor, que te invade con ese cosquilleo y la grata sensación de tener visita en casa; gimes. La senda es larga y gratificante, tan placentera como el destino. Alternamos el ritmo, vamos al paso, en cadencioso vaivén o a galope, disfrutando cada momento. Pronto llegaremos al amanecer que veo en el horizonte por la ventana. Me resisto a aceptar su arribo. Nos engañamos; cierro la cortina para prolongar el sueño y tú los párpados para secuestrarlo.
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Inspiración
Tangó
De repente nos miramos y noto que por tus ojos acecha el arrabal.
—¿Cómo te llamás? —Me atrevo a preguntar.
—Malena. —Me sorprende tu voz de alondra.
Como un destello íntimo, como un espasmo lírico se deprende de mí la melodía y se introduce en el escote de tu blusa, huele en tus pechos el olor a madreselvas, se adhiere a tu piel, resbala por la seda de las medias y acompasa tu paso presuroso.
Aligero el andar pero vas tomando distancia envuelta en la neblina de una llovizna gris. No pude alcanzarte. No quise alcanzarte.
Tu nombre será canción.
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En el principio
Black Dot
De esta manera habló: «Andad por el mundo y multiplicaos.» Y nosotros obedecimos. Nos reprodujimos, pero no encontrábamos el gozo en la tarea. No sabíamos del placer ni las caricias. Éramos simples animales rudimentarios que obedecían al instinto. He aquí que un día uno de nosotros dejó de ser simple bestia y descubrió las formas del tacto, el gozo en los gemidos y la fantasía oculta en un cuerpo desnudo. En los albores del sexo encontró el soplo del erotismo. Dicen los que no saben de eso que fuimos expulsados del paraíso. ¡No es cierto! Así fue como encontramos lo divino.
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Día 19
Tallerista: Paola Tena
Terapia intensiva
Simbad
Nuestras miradas cruzan la habitación como flechas y dan en el blanco. No se detienen en la coraza que nos envuelve y llegan al fondo, hasta el fondo del deseo. Imagino ver cómo tu sangre, roja como esos labios, escurre como quisiera que mis manos lo hicieran por tu pecho. Resbala por tu piel y se ramifica como mis dedos por tu cintura, por el vientre, se detiene por momentos y vuelve a fluir por tus caderas, por el monte y la floresta hasta el humedal, lo inunda y corre por tus piernas, como quisieras hacerlo tú a mis brazos, en tanto yo, aturdido, me desangro, viéndome morir por ti, con la razón perdida y el anhelo expuesto.
En el borde de la agonía, sin saber si vivo o sueño, te veo a mi lado mientras, entre besos y caricias, nos reanima la terapia. El pulso sube, se acelera y la cama se estremece; entramos en resonancia, las venas revientan, explotamos, te abrazo y me aferras para que la muerte, al venir, nos alcance al mismo tiempo.
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Deseos y placeres prohibidos
Pseudónimo
–Bonsoir, monsieur Des Trampes, es un placer verlo otra vez. ¿Desea lo de siempre?
–Por supuesto, lo acostumbrado. Y supongo, si comprendí bien su pregunta, que el placer será mío.
–Sí, sí, entiendo, Monsieur: lo habitual. Mismos deseos, suite, chicas, champagne. Solo veo un pequeño problema, si me lo permite.
–¿Si? ¿Cuál es?
–Que usted no es el mismo Armand Des Trampes y…
–¡Cómo se atreve, Gervasio! Es usted un insolente.
–Lo siento, señor, pero el que conocí tenía una esposa, que nunca vi, varios guardaespaldas y llevaba un estilo de vida, digamos… extravagante y disipado; pero no llegaba con esposas, custodiado por agentes ni medio narcotizado con una pijama a rayas puesta. Extraño esa joie de vivre tan suya y ese discreto encanto, el sutil erotismo que transpiraba por sus poros.
–¡Qué descaro el suyo! ¿Qué más bromas me tiene?
–Decirle que no estamos donde lo recibía desde hace años.
–¿No? Entonces, ¿dónde es aquí?
–El lobby del penal de Almoloya.
–¿Está seguro? ¿Qué hacemos en este sitio?
–Yo trabajo aquí como celador, digamos… una especie de concierge. Perdí mi empleo cuando el hotel cerró por la pandemia, ¿y usted? Me disculpo de antemano. A lo mucho podré conseguirle el mismo número de celda, unos calendarios con chicas desnudas que introduciré de contrabando y una botella de agua gaseosa. Feliz y placentera estancia, Monsieur. Que la fuerza lo acompañe. Adieu.
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Crimen y sentencia
Murata
Seducido por la sonrisa en tu mirada, tuve la osadía de robarte un beso. Durante las pesquisas caí en la trampa en medio de tus brazos, cuando me seguías de cerca hasta descubrirme plenamente. Lo sabía, no podría ser de otra manera. Desnudo y con las manos ocupadas, fui capturado en emboscada entre tus piernas. Tras el arresto, fui llevado por el placer hasta tu pecho, donde quedé preso de tus curvas. Desde ahí, admito la intención y me declaro culpable mientras el tribunal de tu piel en llamas delibera. No existen atenuantes ante la evidente flagrancia del delito, ni cabe apelación al fallo de la corte. El resto de mis días los pasaré a la sombra, cautivo del deseo por ti que me consume.
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“Los amantes”, concierto en pasión sostenida a cuatro manos, para flautín y electrocardiógrafo
Serpico
I Adagio: bip… bip… bip
II Andante moderato: bip; bip; bip
III Scherzo: bip, bip, bip, bip
IV Allegro molto vivace con tutti: ¡bip bip bip bip bip bip!
V Finale - Largo: B i i i i i p
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Pequeño deseo
Shooting Star
Escasamente vestida se dirige a la feria del puerto, en busca de víveres y algo para aliviar su actual soledad. No se sorprende de ver cuantos pretendientes florecen a la vera de su trayecto, pero ella quiere una mínima ceremonia que le provoque un exiguo temblor en alguna parte de su anatomía. No es tan descabellado su deseo. Casi lo normal de alguien que supo de amores intensos. El joven rubio que desciende del barco ruso, la mira encandilado y solo le sonríe; no atina a emitir palabras que ella ni siquiera entendería. El gesto angelical del muchacho la predispone y le devuelve la sonrisa. Sabe que el lenguaje universal del amor, comunica mucho mejor que los idiomas.
¡Y vaya comunicación tan fluida que están teniendo!
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Día 20
Tallerista: El último Abencerraje
Desierto.
Coordinación de La Marina 2020.
05 de January de 2021 / 18:10
05 de January de 2021 / 18:10
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