La columna, comandada con habilidad por el coronel, fue recibida con júbilo; se abrió camino entre la tupida vegetación y penetró en el territorio desconocido y virgen sin encontrar oposición. La huella que dejó a su paso llevaría su apellido más tarde. Luego de una estadía de varios meses, otras aventuras y conquistas requirieron de su intervención y abandonó la plaza, mas nunca la olvidó. Aquel lugar le traía recuerdos imborrables: al sur, las dos hermosas pilastras, pórtico de entrada al cañón que recorría con asiduidad, el montículo y el bosque húmedo, pletórico de vida, tibio y acogedor lugar que frecuentaba a menudo; el valle, en donde tantas veces descansó su cabeza de preocupaciones y fatigas; las imponentes montañas con sus manantiales hacia el norte, por donde paseaba casi todas las noches. Durante años mantuvo correspondencia con la idea de volver algún día, para recorrer aquellas veredas entrañables, dar sosiego a sus inquietudes y saciar su sed, hasta que se enteró que por descuido, aquellos dominios que antes fueron suyos, estaban ahora en manos del enemigo..
Marcial Fernández
25 de December de 2020 / 14:44
Sel. día 4: "El coronel ya no tiene quien le escriba", por Pseudónimo 25 de December de 2020 / 14:44
Marcial Fernández
 

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