Omnis universum
Pseudónimo

Relataba mi abuelo que en los sesentas del siglo pasado, después de haber vivido la experiencia de ver aquel Aleph –esa maravilla incomprensible donde cabe el universo entero– por el que su amigo confesó haber pagado una fortuna, quedo sorprendido y sin palabras para describirlo. Decía que no tuvo más alternativa que sentir una envidia profunda e insana, y desprecio por el poseedor de aquella joya. Luego de luchar contra él durante varios meses, el sentimiento desapareció, justo cuando tuvo la oportunidad de comprar su propio televisor a colores.

Sororidad
La ausente

En la soledad de la estancia, sin que nadie estuviera pendiente de ella se dispuso a hurgar con cautela en el cofre prohibido. Le asombró ver en su interior un fruto que desprendía aromas y mieles que la incitaron al mordisco. Temblorosa y con él ya cerca de su boca percibió el raro brillo que desprendía.

Allí estaba en sus manos irradiando un fulgor extraño que, de repente, se encendió en torbellino de imágenes. Y vio un inmenso mar y un cielo limpio, y arboledas frondosas y arroyos templados. A un Dios encolerizado expulsar del paraíso a la primera mujer y a un Adán pusilánime. Vio el desatino y el miedo. A muchachas en esclavitud y varones poderosos, a brujas morir en la hoguera. Vio la insensibilidad de los hombres y a toda la descendencia de Eva padecer el exterminio provocado por el hambre y las guerras.

Entonces, en un acto de hermandad, Pandora mordió la manzana.

El titán arrepentido
Simbad

Lo que Prometeo entregó a los mortales fue el Aleph original.

Era el primer paso para que la humanidad dominara a la naturaleza. Surgieron copias, unas auténticas, otras apócrifas y se propagaron por el mundo desde la antigüedad en diversos lugares y épocas, desde el lejano oriente hasta el Mediterráneo, a Mesoamérica y al Perú. En tiempos más recientes se tiene noticia de su aparición en varias ciudades de Europa occidental, Nueva York, Moscú, Tokio y Beiging. Un cuento de Borges ubica también un ejemplar extraviado en un sótano de Buenos Aires.

Bajo la influencia de aquella visión portentosa, que revela la grandeza y pequeñez del universo y del ser humano y hace surgir de éste lo mejor y lo peor de su espíritu, florecieron grandes civilizaciones. Enormes imperios tuvieron su origen y, finalmente, su caída. Lo cierto es que después de milenios, la humanidad no ha sido capaz de dominar a la naturaleza, ni siquiera la propia. Entretanto, Prometeo se pregunta si valió la pena el sacrificio..
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18 de November de 2020 / 08:51
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