CUARTA SELECCIONADA DEL DÍA VEINTE :
La gruta
Una extraña fuerza lo guio hasta el agujero, otra más lo tiró hacia el interior y cayó. Estaba en una caverna estrecha y larga. Al caer la noche, notó que del fondo de aquel pasadizo provenía un ligero resplandor que aumentaba al acercarse, hasta que llegó a un borde donde vio que se abría una pequeña cámara donde flotaba una esfera deslumbrante que se transformó en una nube luminosa mientras aquel espacio se expandía hasta el infinito. En ella estaba el universo, las nebulosas, galaxias, supernovas y quásares, los soles y planetas. En un instante vio todo y entendió el misterio de la eternidad. Era el cosmos dentro de sí mismo, el tiempo y el espacio, la materia y la energía en continua transmutación, reinventándose. Percibió con claridad que ahí estaba él y la humanidad, como reflejados en un espejo. Ahí estaban también la historia y el porvenir, el génesis como metáfora del inicio de un nuevo ciclo y el apocalipsis como su fin.
Comprendió que para entonces una nueva creación vendría. Al regresar a la superficie vio el cielo, la luna, las estrellas y la nada llenando los intersticios. Todo lucía distinto a pesar de ser igual. Fue en ese instante cuando entendió la fragilidad de los hilos que mantienen el equilibrio en el universo.
Humo blanco.
Una extraña fuerza lo guio hasta el agujero, otra más lo tiró hacia el interior y cayó. Estaba en una caverna estrecha y larga. Al caer la noche, notó que del fondo de aquel pasadizo provenía un ligero resplandor que aumentaba al acercarse, hasta que llegó a un borde donde vio que se abría una pequeña cámara donde flotaba una esfera deslumbrante que se transformó en una nube luminosa mientras aquel espacio se expandía hasta el infinito. En ella estaba el universo, las nebulosas, galaxias, supernovas y quásares, los soles y planetas. En un instante vio todo y entendió el misterio de la eternidad. Era el cosmos dentro de sí mismo, el tiempo y el espacio, la materia y la energía en continua transmutación, reinventándose. Percibió con claridad que ahí estaba él y la humanidad, como reflejados en un espejo. Ahí estaban también la historia y el porvenir, el génesis como metáfora del inicio de un nuevo ciclo y el apocalipsis como su fin.
Comprendió que para entonces una nueva creación vendría. Al regresar a la superficie vio el cielo, la luna, las estrellas y la nada llenando los intersticios. Todo lucía distinto a pesar de ser igual. Fue en ese instante cuando entendió la fragilidad de los hilos que mantienen el equilibrio en el universo.
Humo blanco.
El último Abencerraje
25 de October de 2020 / 13:20
25 de October de 2020 / 13:20
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