A la Porra mis votos
El ojo en el cielo
Simbad
Recibía críticas constantes de su familia en aquel remoto sitio a donde había migrado tiempo antes. Desde millones de kilómetros de distancia, entre otros asuntos más, sus padres le reprochaban haberse unido a esa especie de secta secreta y la mala costumbre de dormir de día y vivir de noche. Sin reparar en las consecuencias, al día siguiente, el roce del primer rayo solar del esplendoroso amanecer en Mercurio fue más que suficiente para aniquilarlo.
***
Confesiones ateas
Enigmática
Porque no era día laboral y el traje de domingo estaba sin usar, nos hacían ir a misa. Con el tiempo, nos consagramos a Dios, por siempre jamás.
Fernando Tamariz tallerista
Secretos de familia
Pseudónimo
Como era costumbre en la familia López de la Rueda y Gómez, el primogénito del primer hijo varón se llamaría José Everardo. El apellido materno era irrelevante y por tanto no debería aparecer en los registros, según la usanza de aquella estirpe de rancio abolengo que se remonta al siglo XVII, cuando se plantó en la Nueva España la semilla del que sería un exhuberante árbol genealógico. Sin embargo, aquella tradición se vería trastocada por la ciencia moderna. El recién nacido no era hijo de quien se decía su padre, que a su vez no era descendiente del abuelo, en quien tampoco corría sangre del bisabuelo. El frondoso árbol quedó reducido a un modesto arbusto, cuando el análisis del ADN sacó a la luz esta otra costumbre ancestral..
Simbad
Recibía críticas constantes de su familia en aquel remoto sitio a donde había migrado tiempo antes. Desde millones de kilómetros de distancia, entre otros asuntos más, sus padres le reprochaban haberse unido a esa especie de secta secreta y la mala costumbre de dormir de día y vivir de noche. Sin reparar en las consecuencias, al día siguiente, el roce del primer rayo solar del esplendoroso amanecer en Mercurio fue más que suficiente para aniquilarlo.
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Confesiones ateas
Enigmática
Porque no era día laboral y el traje de domingo estaba sin usar, nos hacían ir a misa. Con el tiempo, nos consagramos a Dios, por siempre jamás.
Fernando Tamariz tallerista
Secretos de familia
Pseudónimo
Como era costumbre en la familia López de la Rueda y Gómez, el primogénito del primer hijo varón se llamaría José Everardo. El apellido materno era irrelevante y por tanto no debería aparecer en los registros, según la usanza de aquella estirpe de rancio abolengo que se remonta al siglo XVII, cuando se plantó en la Nueva España la semilla del que sería un exhuberante árbol genealógico. Sin embargo, aquella tradición se vería trastocada por la ciencia moderna. El recién nacido no era hijo de quien se decía su padre, que a su vez no era descendiente del abuelo, en quien tampoco corría sangre del bisabuelo. El frondoso árbol quedó reducido a un modesto arbusto, cuando el análisis del ADN sacó a la luz esta otra costumbre ancestral..
Alux
14 de October de 2020 / 03:22
14 de October de 2020 / 03:22
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