Mis apuestas para la Porra
Mi pueblo
Per CEO
Sembrado en medio de la serranía, es un sitio hermoso y pintoresco. Tiene tres estaciones: la de lluvias, la de invierno y la del ferrocarril. Fue apenas el año pasado cuando vimos por primera vez a ese extraño visitante. Recuerdo que era un jueves. Vino por el oriente una soleada mañana. Hizo un lento paseo en silencio por las plazas y callejuelas empedradas, mientras acariciaba las fachadas con el deseo de impregnarse de sus colores. Se detuvo un momento frente al pórtico de la iglesia y subió al campanario; exploró los tejados, escudriñando con curiosidad cada rincón hasta llegar al bosque. Continuó su andar y fue alejándose hasta perderse por la tarde entre las montañas para nunca más volver. Al igual que a otros turistas ocasionales, mucho me temo que al verano no le acomodó bien el clima de este lugar.
***
Epitafio para un verano ausente
Simbad
Desde niño hasta bien entrado en años vivió en una eterna primavera. El otoño arribó por sorpresa sin que hubiera madurado. Las canas, arrugas y achaques lo despertaron, pero era tarde. El invierno, frío y desolador, llegó pronto. Así murió, abandonado en medio de su miedo a crecer. Adiós Peter Pan, los niños te van a extrañar.
Aquel verano
Rioplatense
La playa era un gentío, pero éramos vos y yo, por fin. Hiciste una montañita de arena y en la cima colocaste la pelota. Retrocediste cinco pasos, demasiada carrera para patearle a un chico. Hoy entiendo que querías alargar el momento. Jugábamos poco, siempre estabas trabajando, no tenías tiempo. Me clavaste los ojos con media sonrisa, también de niño. No sé qué cantidad de cosas habrás querido decirme con esa mirada, yo traté de concentrarme en la pelota. Un instante antes de pegarle, te detuviste. Desaparecieron las olas y la gente. En esa intimidad, dejaste que el tiempo tomara una foto de la escena. Supiste, quizás, que ya no habría otras similares. De haber sospechado, también te habría mirado a los ojos..
Per CEO
Sembrado en medio de la serranía, es un sitio hermoso y pintoresco. Tiene tres estaciones: la de lluvias, la de invierno y la del ferrocarril. Fue apenas el año pasado cuando vimos por primera vez a ese extraño visitante. Recuerdo que era un jueves. Vino por el oriente una soleada mañana. Hizo un lento paseo en silencio por las plazas y callejuelas empedradas, mientras acariciaba las fachadas con el deseo de impregnarse de sus colores. Se detuvo un momento frente al pórtico de la iglesia y subió al campanario; exploró los tejados, escudriñando con curiosidad cada rincón hasta llegar al bosque. Continuó su andar y fue alejándose hasta perderse por la tarde entre las montañas para nunca más volver. Al igual que a otros turistas ocasionales, mucho me temo que al verano no le acomodó bien el clima de este lugar.
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Epitafio para un verano ausente
Simbad
Desde niño hasta bien entrado en años vivió en una eterna primavera. El otoño arribó por sorpresa sin que hubiera madurado. Las canas, arrugas y achaques lo despertaron, pero era tarde. El invierno, frío y desolador, llegó pronto. Así murió, abandonado en medio de su miedo a crecer. Adiós Peter Pan, los niños te van a extrañar.
Aquel verano
Rioplatense
La playa era un gentío, pero éramos vos y yo, por fin. Hiciste una montañita de arena y en la cima colocaste la pelota. Retrocediste cinco pasos, demasiada carrera para patearle a un chico. Hoy entiendo que querías alargar el momento. Jugábamos poco, siempre estabas trabajando, no tenías tiempo. Me clavaste los ojos con media sonrisa, también de niño. No sé qué cantidad de cosas habrás querido decirme con esa mirada, yo traté de concentrarme en la pelota. Un instante antes de pegarle, te detuviste. Desaparecieron las olas y la gente. En esa intimidad, dejaste que el tiempo tomara una foto de la escena. Supiste, quizás, que ya no habría otras similares. De haber sospechado, también te habría mirado a los ojos..
Carmen Simón
06 de August de 2020 / 12:22
06 de August de 2020 / 12:22
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