MINIFICCIONES FINALISTAS DE JUNIO 2020- DÍA 1 AL 20 - (Para revisión)
Invitamos a los talleristas y participantes a revisar esta lista y notificar cualquier error u omisión (involuntaria) a la Coordinación antes de ser enviada al juez en turno. 

Día 1 de junio
Tallerista: Carmen Simón

Distancia social
Chester Truman
Es un hombre sumamente precavido: desde que comenzó la cuarentena, guarda un metro y medio de distancia consigo mismo.

Temática renovada
Serpico
Como pintor aficionado, las escenas cotidianas eran su tema favorito. El encierro por la cuarentena le brindó la oportunidad de explorar nuevas facetas para lo único que sabía hacer: pintar mal.

Como judío errante
Simbad
El hombre estaba agobiado y sufría de cansancio por su rutina. A diferencia de la mayoría de la gente, el anuncio del confinamiento obligatorio, a causa de la pandemia, le produjo gran alegría. Llegó a pensar que ese era, por fin, el remedio contra el maleficio. Por un tiempo, podía olvidarse de su peregrinar.

Homo Sapiens con coronavirus
Black dot
Los conejos se han apoderado de mi jardín. No se inmutan cuando me levanto abruptamente del sillón para espantarlos. Han devorado las rosas, la frambuesa, las manzanas, que caen maduras al piso. Solo quedan los tulipanes, pero no son de su predilección y pronto empezarán a marchitarse. Para colmo, y como si se tratase de un paseo dominical, las crías y la hembra se unen al macho. Ahora mismo me están viendo, mientras fruncen la nariz desde el otro lado de la ventana, como si estuviéramos en zoológico revertido.

Yendo… :))
Telares
Como todos los domingos, nos levantamos temprano y, después de desayunar en la galería, empezamos los preparativos para el almuerzo. Mi marido compra el pan y las bebidas en el almacén más cercano, prende el fuego, pone la carne en el asador, las papas en el horno. A mí me toca ordenar, barrer, lavar las verduras, preparar las ensaladas y la mesa. Cerca del mediodía tenemos casi todo listo, el trapo de piso embebido en lavandina en el umbral, el alcohol en gel bien a mano. La perra se echa mirando hacia la puerta, esperanzada. Pero el habitual mensaje de mis hijos hace meses que no llega, y anoche las autoridades anunciaron la prolongación de la cuarentena otro infierno más.

El reflejo
Pseudónimo
Confinada durante la cuarentena en casa de sus padres, se dedicó a hurgar en todos los rincones. Halló a sus viejas muñecas, olvidadas en un baúl, cartas de amor con sobre y sellos, entrañables libros empolvados y fotografías descoloridas. Entre suspiros y reflexiones, todo marchaba en orden hasta el día en que, entre las manchas de un espejo antiguo, descubrió la cara de una persona a la que no conocía: ella misma.

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Día 2 de junio
Tallerista: Fernando Tamariz

Viceversa
Bebé
La diosa Temis se quejaba con frecuencia ante los jerarcas del Olimpo por las irregularidades que, de manera cotidiana, ocurrían en la tierra. De nueva cuenta se había revertido el orden, y esta vez se gestaba una gran injusticia. En las cárceles, los brotes del virus impedirían que los criminales sujetos a cadena perpetua cumplieran su condena, en tanto, quienes purgaban penas menores, estaban sentenciados a muerte.

Peor que el mal
Pseudónimo
Desde que inició la cuarentena, fueron presa del miedo. Contraer el virus en la calle y sus consecuencias, no tenía comparación con los peligros en su propia casa. Los gritos, golpes y torturas de su padre eran más aterradores que morir de neumonía. A las tres semanas del encierro, durante la última paliza a su mujer, sus hijos intentaron defenderla. Tras el forcejeo, el hombre no ha dejado de toser. Ellos sonríen.

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Día 3 de junio
Tallerista: Jorge Oropeza

Barnes & Noble
Rospo
Vidrios rotos, gritos y sirenas. El niño mira entre asustado y contento. Los vándalos entran en los locales y salen corriendo cargando diversas cosas. Al fin se anima y también entra: un salón inmenso con estanterías repletas de… ¡¡libros!! Toma el de tapas más brillantes y huye apretándolo contra el pecho.

Desobediencia
Serpico
Es de las pocas personas en el pueblo que no puede ir a su casa para someterse a la cuarentena: el hombre vive en la luna.

La redención de Gaia
Pseudónimo
Mientras Gaia delibera, el artífice del milagro y celador, un humilde y minúsculo virus, espera nuevas instrucciones: liberar a los cautivos o desaparecer las llaves.

Día 55
Black Dot
Desde que nos pidieron permanecer en casa estamos encerrados. Camino por los cuartos sin hacer ruido. Hablo en voz baja para no molestar. Me siento frente a las ventanas y veo la calle como huérfano de ella. Subo y bajo escaleras para comprobar la efectividad de las instrucciones de Cortázar. Abro y cierro puertas. Hurgo en cajones por cosas que sabía perdidas pero que siempre han estado ahí. Soy un fantasma enfermo de una materialidad que no me permite traspasar los muros de la casa que habito.

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Día 4 de junio
Tallerista: Marcial Fernández

Soy yo y mi circunstancia
Serpico
Ser yo no es fácil. Ese es un problema. Se requiere entenderme, hecho que no he conseguido. La circunstancia de la cuarentena es la otra parte complicada. Estar encerrado conmigo mismo es devastador. No se lo desearía ni a mi peor enemigo.

Casino Vitale
Pseudónimo
Al anunciarse la cuarentena, los dos ancianos se miran entre sí, como reflejo uno del otro. Sonríen con timidez y se encogen de hombros. La medida no significa cambios en su vida. Olvidados por todos, sin recursos y enfermos, cada día apuestan a la llegada de la muerte. La presencia del virus les infunde optimismo: aumenta sus probabilidades de éxito.

Día 56
Black Dot
Al fondo de mi terreno está el jardín, es lo único habitable de mi casa. Lo flanquean flores hermosas. Todo el día zumban las abejas. Las mariposas revolotean con su vuelo nervioso, trinan los pájaros. Una enredadera trepa las paredes. He logrado desterrar a los conejos. Solo queda un zorrillo que va y viene a su antojo. Tengo una tarima de madera en la cual coloque macetas repletas de plantas anuales. En la esquina crece una ceiba, su tronco sagrado y fuerte. Ahí, de sus ramas que tanto amo, si no nos dejan salir pronto, me colgaré.

Historia de Arte Pandémico
Verbigracia
Iniciamos el confinamiento cual esbeltas figuras de un catálogo de Modigliani. Terminada la cuarentena, nuestros volúmenes son la guía de una exposición de Fernando Botero.

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Día 5 de junio
Tallerista: Daniel Frini

Vida libre de virus
Serpico
Tenía una firme convicción: hay vida después de la muerte y optó por el suicidio. Estaba seguro de que era la mejor vacuna contra el virus.

Cabullería en cuarentena
Pseudónimo
Después de atar cabos, terminó colgándose de las estadísticas.

Milagros en cuarentena
Johnny Pinto
Cuando las autoridades anunciaron que en un futuro cercano será posible caminar como antes por la calle y volver a las actividades normales, se renovaron sus esperanzas en la ciencia médica y en el gobierno. Ansioso, espera el día cuando le brote una nueva pierna y regrese a su trabajo como cartero. Hasta hoy, los ruegos a San Gabriel no han funcionado.

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Día 6 de junio
Tallerista: Daniela Truman

El otoño del patriarca
Verbigracia
Era predecible que papá se resistiría con uñas y dientes, pero nosotros queremos tanto a nuestro padre, que tras vaciar su caja fuerte, lo encajamos dentro para protegerlo del Corona Virus. Cuando cumpla la cuarentena mamá será la encargada de introducir la combinación, aunque ella advierte que últimamente su memoria ya no es la de antaño y que cada día que pasa, se vuelve más olvidadiza.

Oferta de temporada
Simbad
Confinamiento obligatorio, suspensión de actividades y devaluación, llevaron su tienda a la quiebra. Desesperada, anunció que estaba dispuesta a todo, hasta venderle su alma al diablo. Llovieron las respuestas. Nunca imaginó que Lucifer tuviera tantas caras. Tampoco que las almas estuvieran tan devaluadas.

Haciendo números 
bebé
Tanta era su pasión y entrega a las estadísticas que, al sucumbir a causa del virus, pasó a formar parte de ellas. Ahora, le corresponde el honor de ser el muerto número mil durante la pandemia.

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Día 7 de junio
Tallerista: Carlos de Bella (Sapo)

¿Por quién doblan las campanas? 
Pseudónimo
Desde que se ordenó la cuarentena, como compensación a los fieles, se tocaban las campanas en forma simbólica a las horas en que se celebrarían las misas que se suspendieron en las iglesias. 

Recluido en su departamento, Monsieur Crapaud, ateo por los cuatro costados, se quejaba del continuo repicar en aquella ciudad colonial, salpicada por infinidad de templos.

Días más tarde, cuando logró acostumbrarse, un nuevo tañido de campanas le pareció diferente. Lo percibió más grave y distante, con mayor sonoridad y resonancia, como se escucha desde dentro de una caja de madera, su nuevo encierro.

Migración
bebé
Recién llegados del extranjero, les pareció excelente la idea de permanecer en casa con sus anfitriones durante la cuarentena. Terminado el propósito de su estadía, papá virus ordenó mudarse con los vecinos.

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Día 8 de junio
Tallerista: Dolores Díaz A . (Tequila)

En desuso (día 30) 
Black Dot

En estos tiempos de pandemia necesito mucho del teléfono. Para romper el silencio, marco números de desconocidos y pregunto nombres al azar.
—Aquí no vive esa persona —contestan casi siempre.
En ocasiones atino el nombre y alguien me atiende. Entablamos una plática breve acerca de temas vagos. Al final de la charla, mi interlocutor me desea buenos augurios y ambos, sin mucho convencimiento, prometemos mantener el contacto para dar vida a nuestra inexistente amistad. Pasa el tiempo; espero a un lado del auricular, deseoso de que alguien llame, aunque solo sea para vender algo, cualquier cosa y así poder usar mis palabras. Empiezan a empolvarse.

Daños colaterales
Pseudónimo
La confinación forzosa los tomó desprevenidos. Aislados y sin poder salir por víveres, se vieron obligados a consumir en unos días lo poco que quedaba y pasar hambre los siguientes, en espera de la muerte o un milagro.

Mientras tanto, Ernesto aprovecha el tiempo con reparaciones pendientes en su hogar. Es buena terapia durante la cuarentena por la presencia del virus. Toma una brocha, la sumerge en el líquido amarillo y empieza a pintar la pared donde, días atrás, tapó y resanó un boquete con cemento. Adentro, los ratones brincan de júbilo. Aún tienen esperanzas de que los ruidos del exterior sean la urgente ayuda que necesitan.

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Día 9 de junio
Tallerista: Lucía Casas Rey

Bendito virus
Pseudónimo
Cuando se anunció la reclusión forzosa y la suspensión de actividades laborales a causa de la pandemia, Facundo y sus compañeros se sintieron aliviados. Las medidas de confinamiento, para ellos, son ahora más laxas que las habituales y no tendrán que realizar los trabajos forzados a los que los someten los celadores de esa maldita cárcel perdida en el mapa.

Lobo estepario
Serpico
Es un hombre práctico. Procura no trasladarse en las horas punta, aborrece las multitudes y el tráfico. Cuando puede, trabaja desde casa y ama la tranquilidad del hogar. En estos tiempos de cuarentena es el hombre más feliz del planeta. La estepa es suya. 

Encierro
Gral Macario Piedra
Como todos los días, Mamá dijo que no. Fue terminante. A mi hermanito eso no le pareció. Ya lleva dos horas encerrado en el baño. Mamá dijo: “Ya se le pasará”. Pero yo lo conozco mejor: prefiere la libertad impregnada de coronavirus a presenciar la vida a través de una ventana en un doceavo piso.

Recostado en el sofá en la sala, pretendo leer un libro de historietas. Pero mi atención está en la puerta del baño, al otro extremo del pasillo. Tarde o temprano Mamá tocará en esa puerta para con dulce voz tratar de convencerlo de que salga. Pero yo lo conozco mejor: se oirá un clic cuando él quite el seguro; entonces ella abrirá lentamente y, cuando asome la cabeza, un trofeo de boliche de Papá le hará un boquete en el cráneo. Yo no quiero ser saboteador o cómplice. Simplemente seré imparcial.

Tan pronto ella caiga al piso, él correrá para nunca más volver. Yo permaneceré en casa. Más tarde, en cadena nacional daré detalles de cómo ocurrieron los hechos, mientras una reportera me acaricia el cabello, queriendo consolar al nuevo huerfanito.

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Día 10 de junio
Tallerista: Tomás del Rey

Mundo ad hoc
Simbad
Está acostumbrado a que el mundo en torno a él se acomode a su capricho. Cansado de las giras y del acoso de los fanáticos, deseaba quedarse en casa un tiempo y que nadie se acercara a menos de metro y medio de él. Entonces, apareció el virus.

Tiempos difíciles
Manlyf
Si hay algo que caracteriza a mi familia es el amor que nos tenemos. Por eso, cuando llegó el confinamiento, decidimos que ni a comprar saldríamos. Nadie quería arriesgarse a contagiar a los demás al traerse inadvertidamente el virus de la calle. Tres meses después, los problemas de abastecimiento se han vuelto graves. Scooby fue el primero, dio para poco; el abuelo fue el siguiente, con él tuvimos para tres días. Hoy, el resto nos miramos con ojos recelosos.

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Día 11 de junio
Tallerista: Carlos Bortoni

Los juegos de la cuarentena
Pseudónimo
El peligro permea el ambiente y lo perciben en cada momento; se propaga subrepticiamente y en silencio. Experimentar situaciones inéditas es el atractivo principal del juego de realidad virtual que generó grandes expectativas en todo el mundo. Si la amenaza repta, vuela o trepa, pocos lo saben con certeza; surge en el momento menos esperado. Voltean a su alrededor con desconfianza, titubean y tropiezan a menudo al pretender avanzar mientras la muerte acecha. Todo es confuso y la emoción que predomina se llama miedo; temen respirar ese aire enrarecido por el que muchos han caído. Aun encerrados entre cuatro paredes se sienten amenazados e impotentes, en tanto el tiempo no detiene su marcha y el ánimo flaquea hasta tornarse en desilusión. Como en la realidad, no hay vidas extra, tampoco atajos ni estrategias que funcionen. Es una apuesta contra lo desconocido, donde los jugadores mueren como moscas al primer estornudo.

Reto viral
bebé
Hastiados por la cuarentena, se propusieron algo nuevo, excitante y menos sangriento que la ruleta rusa. De un viejo anuario escolar, eligieron al azar a seis ex-compañeras y las invitaron a una fiesta. Por turnos, cada quien besaría a una.

Ecos pueriles
Johnny Pinto
Dar clases por Internet no es igual que hacerlo en forma presencial, como antes de la pandemia y la prolongada cuarentena. Extraña el aula, el pizarrón, la tertulia con los demás maestros a la hora del almuerzo, pero más que nada, extraña la provocativa tibieza de los cuerpos infantiles.

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Día 12 de junio
Tallerista: José Luis Sandin (El águila descalza)

La invasión de los zombies
Fisgon
El docente no sabía qué hacer para mantener ocupados a sus alumnos de secundaria. Pensó que era buena idea pedirles que escribieran un minirrelato sobre la pandemia, la cuarentena, el confinamiento y esos temas tan presentes en boca de todos hoy en día y lo subieran a la página de Ficticia, un taller literario en línea.

Los alumnos, obedientes, entusiasmados y más deseosos de obtener una buena nota, que de convertirse en el próximo Borges, García Márquez o Vargas Llosa, llegaron en tropel e inundaron el sitio con historias de un mismo color: gris. Eso sí, en varias tonalidades, desde el negro claro hasta el blanco oscuro.

Por desgracia, el maestro o maestra olvidó algo importante: enseñarles antes algo de sintaxis, redacción, puntuación y los elementos básicos para crear un cuento. Cuando eso ocurra, podrá ser posible que el gris empiece a dar color, siempre y cuando los pupilos, aspirantes a Shakespeare, tengan un interés genuino en las letras y no lo hagan simplemente para cumplir un requisito y obtener una calificación aprobatoria.

Mientras tanto, el tallerista del día pide misericordia y se jala los cabellos sin saber qué hacer. Corre el grave riesgo de terminar su ardua tarea hasta el año entrante y de quedarse calvo.

Nuevos paradigmas
Murata
Ante la nueva realidad impuesta por la cuarentena y el confinamiento, se propuso llegar a ser el mejor escritor surrealista y de ficción del milenio. Aunque no fue precisamente como estaba planeado, lo consiguió. Ahora escribe los discursos del presidente.

Las mil y una imagen
Enigmática
Si nos paramos a pensar, los cuarenta días y las cuarenta noches no fueron nada. Nos vemos entre mascarillas, sin tocar.

Pragmatismo de cuarentena
bebé
Es imposible mantenerlo quieto en casa y no resultó fácil que aceptara la idea del confinamiento; papá está lúcido, es fuerte y bastante activo aún. Como era previsible, se resistió a entrar en el ataúd, hasta que, en vista de las circunstancias y nuestros argumentos de buen calibre, se convenció que era lo más seguro y práctico para permanecer aislado. En caso de sobrevivir, la experiencia le serviría de entrenamiento para más adelante; si no, solamente sería necesario hablar a la funeraria. Aunque tampoco quería, por mera precaución, le pedimos que redactara su testamento. No fuera a ser la mala fortuna y que, en un descuido o en represalia, nos dejara huérfanos y desamparados.

Solo hasta entonces
Black Dot
He tapiado puertas y ventanas. He cancelado las entradas de aire; rellanado todos los orificios por donde se colaban los rayos de luz. Cada día paso el plumero por los muebles; lavo la ropa que he usado, quemo los zapatos que calcé. Me desinfecto las manos una y otra y otra vez hasta que quedan rojizas. No contesto teléfonos, porque no sé sabe cómo se propaga la infección. Reacomodo las camas, Saludo a papá y cubro el pecho de mamá con su cobija favorita e ignoro su indiferencia. Un día, cuando considere que estamos a salvo, los enterrare al fondo del jardín..

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Día 13 de junio
Tallerista: Laura Elisa Vizcaíno

La infección
Murata
Mi inseparable compañera de los últimos años falleció hace dos días. Por desgracia el virus fue despiadado y letal. Mis más gratos recuerdos quedan en su memoria. Todo empezó con un sonido extraño, casi gutural y repetitivo: una suerte de tos que venía de lo más profundo y se agravó. Después, un cuadro de somnolencia, lentitud de reflejos e indisposición, que ella insistía en notificarme, además de breves desmayos y confusión. Lo peor llegó cuando no pudo comunicarse más. La temperatura se elevó por encima de lo normal y perdió la lucidez. Para cuando llegamos al hospital, ya era demasiado tarde. El disco duro y la tarjeta madre estaban dañados sin remedio.

Presentimiento
Sérpico
El confinamiento lo pone muy nervioso. Camina como fiera enjaulada dentro de su casa y fuma un cigarrillo tras otro mientras espera a que termine el suplicio del encierro. Parece adivinar que, de cualquier manera, sucumbirá a causa de la pandemia. Si no lo mata hoy el virus, mañana será la nicotina. Jamás se permitirá ser vencido por la claustrofobia. A sabiendas de dónde termina el viaje y cuál es el camino, solo pisa el acelerador para llegar más rápido al final.

Trabajo remoto
b.
Siete minutos antes de las 6:30 de la mañana abre la puerta del departamento. Traje y corbata. Portafolio en la mano derecha y las llaves del auto en la izquierda. Cruza el umbral y cierra la puerta. Da media vuelta, vuelve a abrir la puerta, entra y cierra. Deja el portafolio sobre la mesa, cuelga las llaves, se quita pantalón y zapatos y se sienta a trabajar.

Bitácora de a bordo
Pseudónimo
Dia 1: Hoy iniciamos la cuarentena. La familia está preparada y con pertrechos. Sentimos que esta experiencia será como embarcarse para cruzar el océano y descubrir nuevos horizontes.
Dia 2: Tranquilidad. Después de algunos ajustes a la rutina, vimos películas de piratas.
Día 3: Los niños quieren salir al parque. A pesar de las quejas de Mariana, jugamos fútbol en el pasillo. Pocas bajas: por suerte solo un jarrón.

Día 8: Empezamos a aburrirnos. Es como estar en altamar. Ni a dónde demonios ir.

Día 125: Hoy recordé a Monterroso. Desperté y la cuarentena sigue. Los alimentos escasean y hace semanas que se agotó la paciencia. Inminente un motín a bordo. Mariana encabeza a los conspiradores.

Día 182: ¡Por fin!, ¡tierra a la vista! Nos pareció escuchar que anuncian el fin del encierro.
Día 183: Corrección a la entrada de ayer en la bitácora. Lo siento, fue solo un espejismo al inclinarnos a estribor. Hay que aceptar que a veces nos gana el lado optimista.

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Día 14 de junio
Tallerista: Mónica Brasca

El libro de la selva
bebé

Mi sueño de la infancia se cumplió. Ahora vivo en la selva de Seonee. Aunque debería ser Akela, encarno a Mowgli, sujeto a los designios de la pantera Bagheera, interpretada por mi mujer, y de la serpiente Kaa, mi suegra. Baloo, el oso bonachón y un tanto indolente, es el personaje ideal para mi suegro, en tanto que los lobos son mis cuñados. El papel de los Bandar-log, anárquicos monos que arman el desorden en todo momento, es brillantemente ejecutado por mis hijos. Afuera, el temible tigre Shere Khan, en forma de virus, acecha y ronda por los alrededores, en espera de que alguien se descuide. Jamás imaginé que Kipling, además de escritor, hubiera sido el profeta que predeciría la cuarentena.

Nuevo calendario Gorgoriano
Melón
Para mitigar los efectos del confinamiento en la población e infundir ánimo, el gobierno de Gorgoria decretó varias medidas importantes. Todos los días serán miércoles, para hacernos a la idea de que vamos a la mitad y todavía falta. De igual manera, todos los meses serán junio. Las veinticuatro horas se reducirán a cuatro: la hora de levantarse, la de ir al baño, la de comer y la de dormir y, para subrayar que estamos en una nueva era, este año será el año 1 D.C. (Después del Covid). Lo más importante: los cumpleaños se celebrarán cada dos meses, para dar oportunidad a que muchos lleguen a viejos antes de que el destino los alcance.

Disco rayado
BAX
Lleva tiempo deseando salir. Se coloca una gorra, lentes de sol, zapatos y cubrebocas. Se aplica protector solar por toda la piel. Con el primer paso se siente agotado. Pareciera que el sol le quema hasta los huesos. Regresa de nuevo adentro, se quita todo, toma una ducha y se pone el pijama.

Promete que será la última vez. Ya se cansó de que esto le siga ocurriendo, años después de terminada la cuarentena.

El nuevo hijo de Sánchez
Johnny Pinto
El miembro número diecinueve de la prole llegó durante la cuarentena. Cuando esta pesadilla termine y se reanuden los servicios religiosos, se hará el bautizo, sin faltar la fiesta. El niño se llamará Covid, por el parecido con David, el primogénito que, según dicen, bien podría ser su padre.
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Día 15 de junio
Tallerista: Patricia Mejías

Hermanos en guerra
Serpico
Para uno de ellos, las explosiones, sirenas, gritos y lamentos son, además de los muertos, lo cotidiano. Mientras tanto, su hermano, refugiado en otras tierras, permanece en casa por las mismas razones, sin asomar siquiera las narices a la calle. Dos guerras se libran ahí. Una, cruenta y silenciosa, contra un enemigo desconocido; un virus tan letal como pequeño. La otra, más ruidosa, contra el tedio del encierro y la resistencia al cambio que significa la cuarentena.

2038
Pseudónimo
Con las gafas empañadas por el llanto, Lucía lee una vez más el manuscrito. Es el relato de un médico internista fallecido durante la pandemia del 2020, poco después de que ella nació. Narra lo ocurrido aquellos negros días, la angustia de luchar contra lo desconocido y la impotencia de sentirse a ciegas. Aunque quisiera poder leer el resto y llegar a un final feliz, no le ha sido posible. El compromiso de su padre para con los demás y el destino, impidieron que escribiera más allá del primer capítulo.

Nuevo Credo
Murata
Cuando por fin decidió venir para juzgar a vivos y muertos, se contagió del virus y tuvo que sufrir un nuevo viacrucis. Ahora se habla de que vendrá otra vez. Para entonces, quizá solo encuentre muertos.

Evidencia
Black Dot
No hay nadie en la calle. Solo el murmullo del aire que se pega a los muros. A lo lejos se oyen los ladridos de algún perro, quizá esté hambriento. Los autos tienen una capa de polvo que denota el desuso en que se encuentran, Hay pelotas de futbol abandonadas como huérfanas a la orilla de la acera, bicicletas tiradas en el césped cual vacas muertas. Al acercarme a las ventanas veo cadáveres dentro de las casas, algunos vestidos, hirviendo en gusanos. Me alejo santiguándome y pido a Dios por su eterno descanso. A Dios, que nada pudo hacer contra el maldito virus.

Cuarentena informativa
Simbad
Vendió el aparato de radio y el televisor y ya tiene a alguien interesado en la computadora y el teléfono móvil, Está seguro de que así, con toda tranquilidad, podrá mantenerse aislado de las noticias, tan perniciosas y destructivas como el mismo virus.

Error sanitario
A.G.
El aviso a los empleados notificaba las medidas sanitarias implementadas por la pandemia. Pocos le prestaron suficiente atención. El sí y prefirió no regresar a trabajar. Entre otras acciones, el letrero decía que la fábrica había sido satanizada.
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Día 16 de junio
Tallerista: Josep M. Nuévalos

H2O
Simbad
El descontento cunde en todas partes. El encierro de la cuarentena, las medidas inadecuadas, la falta de ingresos, la muerte de alguien a manos de la policía; hay mil razones. Mientras unos llevan agua a su molino, otros sufren sed, muchos hacen agua y la mayoría vive con el agua al cuello.
Peteneras, 4, 2º B
Perseidas
Desde que logramos sacarla de la residencia duerme con Sara. De noche, cuando bailotean compartiendo los auriculares, la habitación se convierte en discoteca. Condimenta los platos y plancha el mantel con tanto esmero que la cocina parece el comedor de un restaurante. Todas las mañanas lleva a las mellizas al lavadero. Sus voces se oyen cada vez más lejanas y vuelven con las mejillas rojas y ramitos de jaramagos. A veces me preocupa que no encuentren el camino de regreso; pero, sobre todo, tengo miedo de que la abuela se marche y el piso se nos quede otra vez pequeño.

Final de la pandemia
Black Dot
El silencio se hizo más sobrecogedor conforme se alargaba el encierro. Los animales que creíamos extinguidos recuperaron sus espacios y las aves los cielos. Las raíces de los arboles empezaron a extenderse, se metían por los huecos hasta reventar los muros que nos separaban. De tanta soledad desaprendimos el lenguaje y volvimos a gruñir para nombrar las cosas. Al final, el material atrapado en los relojes de arena solo nos recuerda algún vago lugar donde las dunas cambiaban de forma con el viento.

El legado de Bartleby
Pseudónimo
Fruto de la introspección, dos hallazgos importantes marcaron mi vida para siempre durante la cuarentena. El primero es haber descubierto que soy reo de miedos propios y ajenos, rehén de las postergaciones y víctima de la indecisión. El segundo es que no hay gran diferencia con el pasado. Tan solo se redujo el tamaño de la prisión. Mis reflexiones me han transformado. Ahora soy otro hombre que, un tanto receloso, piensa si sería conveniente intentar una fuga. Tal vez mañana sea un buen día para considerarlo. Aunque pensándolo mejor, preferiría no hacerlo.

Don Quijote
A.G.
Bajo la influencia todo aquello que puede nutrir la imaginación, el idealismo y la valentía de un niño de seis años, desde historietas, la televisión y películas, hasta pláticas de mayores, se armó con el disfraz de súper-héroe, una espada láser, su coche eléctrico y la compañía de su fiel escudero Pancho, el perro. Espada en ristre, salió dispuesto a desfacer ese entuerto llamado virus al jardín de la casa. Antes, como recomiendan en la tele, se lavó las manos y se colocó un tapabocas por precaución.

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Día 17 de junio
Tallerista: Carlos Marín Briceño

Khob-id
Murata

Tras una larga búsqueda, los arqueólogos estaban de plácemes al encontrar las ruinas de esa gran urbe, casi devorada por la selva. Precisar su antigüedad era complicado por la cantidad de restos de diferentes épocas que hallaron, al igual que explicarse cómo había desaparecido esa gran civilización. Después de meses para descifrar los jeroglíficos, el hallazgo los dejó intranquilos. Era una crónica, escrita siglos atrás, acerca de una suerte de demonio invisible que se apoderaba del aliento y con él, del espíritu de la vida.

El rosario de la tía
Mapache
Misterios Gozosos: La visita al hospital. La comida que trajo al primo. La comida que no pudo darle al primo. El tamal que desayunó fuera del hospital. Lo que platicó con la señora que internó de COVID a su mamá. Lo que le dijo el señor que internó de COVID a su esposa. El examen positivo de COVID de mi primo. El COVID es pura farsa, dijo la chava que trajo por un infarto a su papá. La comida del primo que se comió la tía al pie de las escaleras del hospital. El sol que los quemó y los abrazó. La pierna derecha que se le hinchó a la tía. La pierna izquierda que se le hinchó a la tía. La señora que acompañó a la tía con un Ave María. El señor que fumó una cajetilla de cigarros. La chava que siguió insistiendo que el COVID es una farsa. La torta que cenó la tía. La enfermera que salió a la calle sin noticias. La colcha que tapó toda la noche a la tía.

Misterios Dolorosos: El dolor del cuerpo y del alma de la tía. El café que la despertó. La enfermera que no dio noticias. La agonía sin noticias. Los tamales que comió la tía. El rezo de la señora. La nueva cajetilla de cigarros del señor. El mismo rollo de la chava. La noche sin luna. La colcha. El frio. La enfermera sin noticias. La espera.

Misterios Gloriosos: La ascensión del primo. La noche que se rindió al día. El café. El mal aliento. La desesperación de la tía. La enfermera que salió y dio las mismas noticias. El empujón de la tía. Los golpes del señor. Los gritos de la señora. Las patadas de la chava. La entrada al hospital. La carrera por el pasillo. La puerta que se abrió. El cuerpo del primo en la camilla. Los ojos abiertos del primo. Los labios morados del primo. La fila de bolsas negras llenas de cuerpos. El doctor que llegó. Los gritos inquisidores de la tía. El dedo acusador de la chava.

Misterios Luminosos: El doctor que se paralizó. El señor que lo golpeó. La señora que le escupió. La chava que aulló. La transfiguración de la tía. Las tijeras que le clavó. El rosario de la tía con el que a mi primo se enterró.


La guerra de los simios y los decibeles
Pseudónimo
En el condominio “Viena”, ningún vecino quería dar su brazo a torcer al inicio del confinamiento. Cuando alguien puso música, a otro no le gustó y encendió su aparato con la propia, a mayor volumen. Después vino un tercero y el conflicto escaló hasta convertir al edificio en un manicomio. Finalmente apareció un sensato que puso fin a la pesadilla. Llegó hasta el interruptor general y cortó la energía eléctrica. Tras las protestas, la medida nos hizo entrar en razón. Ahora sólo cantamos “a capella” en la ducha y hay planes para que debute nuestro coro “Los simios cantores del Viena”, cuando termine el encierro.

Cambio de costumbres
Black Dot
El pasillo de la casa parece ser más largo de lo que pensamos. Hay cosas que siempre han estado ahí, pero por su familiaridad pasan desapercibidas. En una esquina están los paraguas que usábamos para protegernos de la lluvia y el sol, los ganchos donde colgábamos nuestros abrigos de uso diario. Las puertas del armario permanecen cerradas, pero es un hecho que los zapatos y sandalias están ahí. Hay un olor en todo nuestro hogar a aire estancado. El polvo del encierro permea todo. Como no salimos, estamos desnudos y nos ha dado por pintar nuestro cuerpo a la usanza de los guerreros aztecas. Por las noches hacemos guardia en nuestro lado de la casa y durante el día esperamos a que alguno de nuestros hijos se descuide para tomarlo prisionero y sacrificarlo a los dioses para que acaben con la pandemia.

Juntos hasta en la muerte
Johnny Pinto
Cuando supo que su mujer se había contagiado del virus y moriría, decidió hacer lo mismo que hace años cuando la conoció: llevársela consigo a punta de pistola

Mutaciones
Verbigracia
Este año, durante la temporada del Covid-66, se han detectado en diferentes zonas del planeta una indeterminada cantidad de alumbramientos, en los que neonatos de ambos sexos mostraban indicios morfológicos de un nuevo apéndice, de tejido cartilaginoso en forma de membrana retráctil, y que recuerda la estructura y función de nuestras antiguas mascarillas FFP-2 y FFP-3.

Balcones
Rospo
— ¿Má, por qué no salimos a aplaudir?
La tele muestra balcones rebosantes de palmas. Luego en la propaganda oficial #quedate en casa#, desfilan madres y niños rubios sonriendo desde un enorme sofá con perro incluido.
A la casilla de chapa y piso de tierra llega el padre cansado de su largo día. La madre sirve sopa aguada.
La niña repite la pregunta.
El padre levanta la vista del plato y dice: “No tenemos balcón, sólo por eso”

Materialismo distópico
Melón
10 de junio del 2020. Ayer habló mi casero para exigirme que le pague la renta del mes corriente y los dos anteriores. Los mismos tres meses que llevo sin empleo ni ingresos a causa de la pandemia. Al no poder garantizarle una fecha de pago, el insensible hombre me pidió que desalojara el departamento antes del día último de este mes. No sé qué hacer. Tengo apenas dos semanas para contagiarme del virus y acudir a un hospital público donde podré vivir unos días antes de dejar este mundo. Si sobrevivo, vaya que tendré motivos para preocuparme, como dónde estacionar el Lamborghini.

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Día 18 de junio
Tallerista: Elisa de Armas

La hora de la ilusión
Pseudónimo
El reloj marcaba las seis y media. Reflejado a través de la ventana, el sol parecía estar también en letargo, confinado entre las cuatro paredes de los puntos cardinales. Todo era tan confuso y rutinario, que no acertó a saber si amanecía o era de tarde. Tampoco si era jueves o domingo, abril o junio.

Desde que inició el encierro por la cuarentena, los días y las horas se repetían en un bucle cerrado que lo rodeaba como soga al cuello. Lo que ocurría era abrumador y se sentía impotente y pequeño. La endeble economía en la que se apoyaba cedió ante las circunstancias y sobrevino el desastre. Con un nudo en la garganta y colgado de falsas expectativas, el hombrecillo terminó asfixiado por la realidad. Sus brazos exánimes eran dos agujas que marcaban también las seis y media.

La vida bajo las escaleras
Serpico
Desde abajo del peldaño inferior de la economía, debe salir a ganarse unos centavos. Permanecer en casa para evitar contagios es tanto como ir por la calle. Miles pasan por ahí todos los días. Escupen, tosen y estornudan casi en su cara sin el menor recato ni educación. El olvido y la indiferencia forman parte de la dieta que lo vuelve pequeño e invisible como el virus. Le enfada que, en su prisa, nadie tenga siquiera la amabilidad de pedir permiso para pasar por su territorio antes de alcanzar el siguiente vagón del metro.

El inventor
Ludovico
Como otros más, su negocio de artículos para fiestas estaba a punto de quebrar tras dos meses de cuarentena. En ese momento se le ocurrió la idea que lo libraría de deudas. Un matasuegras adaptado a una mascarilla N-95 permitiría detectar, aun a la distancia, a los infectados al toser.

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Día 19 de junio
Tallerista: Fernando Pérez-Cárdenas

Fantasía barroca
Pseudónimo
Cuando el cerúleo heredero sucesor al trono estaba a punto de besar a la hermosa y adormilada doncella, que yacía inerme sobre un túmulo en la floresta, apareció el hada madrina y le marcó el alto con un sonoro silbatazo. Enérgica, varita en mano y con tono admonitorio, lo previno del peligro de contagio por obsequiarse ósculos entre desconocidos en estos tiempos de pandemia. Apenado por la impertinencia, el mancebo inclinó la testa, se cubrió nariz y boca con su capa y, montado en su albo corcel, huyó presuroso con la promesa de volver después de la cuarentena para revertir el hechizo. Mientras eso ocurre, acunada en el confort cotidiano de los brazos de Morfeo, la moza deberá esperar a que termine la pesadilla, tal vez a otro príncipe más dispuesto a correr riesgos o a uno inmune al virus, como un batracio verdoso de alguna charca maloliente en los alrededores.

Desafío
Murata
La modista tenía éxito con los modelo de tapabocas que fabricaba durante la pandemia. Cierto día recibió una solicitud peculiar. Le pedían uno, robusto, duradero y multitalla, que evitara la salida de cualquier cosa, en particular sonidos, de la boca de los políticos.

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Día 20 de junio
Tallerista: José T. Espinosa-Jácome (El último abencerraje)

Cuarentena en el bosque
Pseudónimo
Por los riesgos de contagio, la mujer lo decidió hace tiempo. Era más prudente que su pequeña hija permaneciera en casa mientras el semáforo epidemiológico estuviera en rojo. Ya encontraría cómo relevarla de aquella tarea cotidiana.

Famélico, después de esperar inútilmente varias semanas en el bosque sin probar alimento, el lobo sucumbió. Mientras tanto, la abuela disfruta de las últimas galletas y otras viandas, llevadas hasta la puerta de su hogar por un servicio de entregas a domicilio.

Cosas de familia
Melón
No entendía ciertas costumbres de su familia al principio de la cuarentena. Con el tiempo, las cosas se volvieron más claras y hasta evidentes. Papá no se pasa horas navegando en Internet, se capacita viendo videos y se informa; está al día. Mamá no habla a todas horas con su madre y amigas, mantiene la comunicación social. Y no es que su hermano pierda el tiempo en juegos de video: desarrolla sus capacidades en la era digital. Ni tampoco es que su hermana se encuentre a oscuras con el vecino a espaldas de su mujer, sino que fomenta las buenas relaciones en la comunidad. También descubrió que no es tonto como andan diciendo por ahí, sólo de lento aprendizaje. Lo único que todavía no le entra en la cabeza, es qué carajos hace el novio de su hermana cuando se mete ciertas noches por la ventana de su recámara. Tal vez sea porque él no es de la familia.

Metamorfosis
Bebé

Enésimo día de cuarentena. Vive como un monarca, un genuino rey de la selva en la jungla de concreto: dando vueltas en su encierro. Luego de un rato, se sienta y empieza a balancearse en forma compulsiva cual mono en cautiverio. Suena el teléfono, salta como gato y lo apresa; contesta y parlotea como loro. Luego sale al jardín y se tira al sol como iguana encima de un camastro. Por la tarde, enciende el televisor y ve un espectáculo del Cirque du Soleil, al que aplaude como foca cuando termina. Va a la cocina y abre el refrigerador. Algo le inquieta. No es que esté casi vacío ni la pila de trastos sin lavar en el fregadero, sino ese apremio que surge cada vez que ve las zanahorias. Ya son suficientes en la familia.

Pandemia
Gata Blues
Las cuentas están claras: cuarenta días sin contar las noches y cuarenta los ladrones que llaman a mi puerta.

Encierro al aire libre
Murata
Después de haber recorrido tantos kilómetros, permanecer recluidos en casa por la pandemia, como se recomendó, no resultaba fácil por nuestras circunstancias migratorias. Aquellos días fue cuando la vi. Era amplia, de buenos materiales y a un precio accesible. Con esfuerzo y privaciones me hice de ella y la ocupamos de inmediato. Al invertir los papeles, mi familia y yo estamos más seguros y ahora, lejos de quedarnos en ella, la casa de campaña se queda con nosotros y el confinamiento viaja a donde vamos.

Filosofía pandémica
Simbad
Desde lo alto de una roca, el maestro venido del Oriente, sentenció: "Lo triste de la muerte no es que mueras, sino que dejas de vivir. Es un pérdida para los demás que te vayas, pero es más grande para ti, porque ellos se quedan"

De momento, me impactaron sus profundas palabras. Así me parecieron, pero nunca las entendí a carta cabal, hasta ahora que, por culpa de un maldito virus, me tengo que ir de esta fiesta que se llama mundo. Se estaba poniendo muy animada.

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El abuelo ya no está
Cuentacuentos

Las niñas no daban crédito al saber que verían de nuevo a su abuelo, después de meses desde que se impuso la cuarentena; hasta hoy que, sin tantas restricciones, saldría de la residencia. Se hicieron trenzas en el cabello para verse como a él le gustaba y, con los zapatos que les regaló la Navidad pasada, salieron dando brincos rumbo al auto. En el trayecto, se acordaron de cuando lo acompañaban a comprar helado, y reían de la ocasión que las dejó olvidadas en el parque y nunca se dieron cuenta que se había ido. Fue la abuela que, al verlo llegar sin ellas, salió de prisa a buscarlas. Jugaban en los columpios creyendo que él leía en una banca, como era su costumbre, tan persistente como la de olvidar a ratos. Mientras ellas seguían alegres y recordando anécdotas, un nudo en la garganta me impedía decirles cómo saldría de aquel asilo, ni por qué..
Marina
06 de July de 2020 / 14:34
MINIFICCIONES FINALISTAS DE JUNIO 2020- DÍA 1 AL 20 - (Para revisión) 06 de July de 2020 / 14:34
Marina
 

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