La vieja zurrona se siente ya mayor para andar trasteando con sus potingues arriba y abajo por la tragicomedia. Se duele de los muchos actos que tiene la obra y de brincar, de página en página, con su carromato cargado de peines, ovillos, perfumes y pócimas para el mal de amores. Además, los que se llevan la fama son esos descerebrados de Calisto y Melibea que ni siquiera — piensa —, aciertan a dominar sus calenturas. No, ella ya no tiene el cuerpo para esos trotes, necesita algo que esté más a su altura. Por contactos de aquí y allá, le llegan noticias de una obrilla en una estantería superior donde, acaso, podría mercadear sus servicios con mayores holguras. Conforme se va acercando a la repisa, escucha la doliente voz que surge del abismo interior del libro: “Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta”. Su olfato de mediadora le dice que para ese menester, no le harán falta andadores. Y mientras golpea en el portal de la comitragedia, se relame entre aquellas palabras que anticipan los banquetes que la aguardan a libro abierto.
El último Abencerraje
25 de October de 2019 / 14:13
Selección del día doce de octubre: CELESTINA DE LIBRE ALBEDRÍO (de Aarón) 25 de October de 2019 / 14:13
El último Abencerraje
 

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