Se la encargue. Tuve que darle señas y datos.
—Tiene cara de sargento, pelos en un lunar enorme en el brazo, los tobillos hinchados, es gorda, muy gorda. Posee mirada de asesina y la sola mención de mi nombre la hace expulsar espuma por la boca. Tiene pelos de escoba de paja.
Le entregue una foto a la cual el tipo hizo cara de incredulidad y nausea.
—¿Así de bonita eh? —dijo, sarcastico, y se marchó.
Ahora toca a la puerta, sin importarle el luto. Mi esposa llora la muerte de su madre y el tipo exige una prima extra por el daño que la pesada de mi suegra ocasionó en su auto.