Caminaba rumbo a encontrarse con sus amigos a jugar a las bolitas. Metió su mano en los bolsillos para ver esa nueva que, un desconocido le había regalado. Desprendía un fulgor inusual y se detuvo a observarla con detenimiento. Cuando de pronto se sintió mareado y tuvo que sentarse en el cordón de la vereda pero, no pudo dejar de mirar la canica que en un torbellino de imágenes aparecía pulida y tosca a la vez. Esa esfera desprendía imágenes y entonces vio en ella a su madre pariendo en un catre, dolorida y sucia. Un perro esquelético y sarnoso que la acompañaba.
Vio un hombre que daba órdenes a otros, un camión descargando basura y niños rompiendo bolsas de plástico y gente comiendo de ellas. Vio un carro tirado por caballos, vio cartones y botellas de vidrio. Vio un tazón de leche y pan blanco, suave, que le daban a su hermanito pero que no alcanzaba para él, que también tenía hambre.
Juanito, pequeño..., ojalá te consuele un barrilete.